MERTON sobre la ORACIÓN:
“La oración es nuestra auténtica libertad… es en la oración donde somos verdadera y plenamente nosotros mismos y no estamos bajo ningún poder, autoridad o dominación”. (174)
“Cuando hablas de la oración, nunca sabes si lo que estás diciendo tiene sentido para otros o no. Hablas acerca de lo que tú piensas, y no sabes si logras comunicar con tu auditorio. La oración no es lógica o razonable. No hay nada razonable en la cruz, que es completamente irrazonable. Es ilógica. ¿Qué puede haber de más ilógico que el hecho de que Dios se digne venir a la tierra y morir en la cruz? Es la cosa más ilógica jamás ocurrida, pero sucedió porque Él la hizo, porque Él deseó hacerla y porque nos amó. En el amor no existe lógica. El amor va mucho más allá de la lógica”. (175)
“Lo que nosotros necesitamos es una teología que sea capaz de fundamentar la oración, que acompañe a la oración y le dé una cierta estructura, porque, de lo contrario, si sólo tienen oración y nada de teología, es como si tuvieran agua pero carecieran de recipiente para ponerla. La oración no les va como el agua, pero si tienen una teología que pueda contenerla, puesta como límite externo a su alrededor, sabrán dónde se encuentran. Ustedes pueden hacerle compañía, pero lo que cuenta es el agua, no el cubo. Si prestan excesiva atención al cubo, se olvidarán del agua y de nuevo se encontraran con dificultades. El cubo es útil, pero lo que ustedes desean es el agua. Ese es el tipo de teología que necesitan, y naturalmente, la Biblia la tiene. La teología bíblica les ofrece un contenedor para la oración”. (176)
“Nuestras relaciones con Dios son de tipo personal, nosotros no tratamos con Dios de acuerdo a un determinado sistema. La oración nos trasporta más allá de la ley. Cuando están rezando, en cierto sentido son ilegales. Entre el corazón y Dios no e interpone ninguna ley. La ley queda fuera de nuestra relación íntima con Dios, y si haces que en las relaciones íntimas de tu corazón con Dios haga acto de presencia una ley confundes las cosas. Entre el alma y Dios no existen leyes. Pero esta situación no es natural, sino el resultado de la redención, el resultado de Cristo. En otras palabras, si no existen leyes, no hay naturalmente una ley de oración, no existen sistemas. Los sistemas son buenos hasta cierto punto, pero toda su utilidad consiste en que ellos pueden ayudarnos a alcanzar el punto en que desaparece todo sistema, allí donde el trato con Dios es absolutamente libre, tanto por tu parte como por parte de Dios”. (178-180)
“La única regla que mantiene su validez en la oración es que no digan nunca nada que no sientan en el corazón. Si no sienten nada, no digan nada. No hablen si no sienten lo que van a decir”. (180)
“Dos semanas en Alaska” Diario, cartas, conferencias.
Thomas Merton
ONIRO, 2000
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