“Semillas de contemplación”[1]:
En la primera versión del libro el primer capítulo se titula: “Todo lo que es, es santo”. Dice Merton
que los santos no pueden ignorar las
cosas creadas; no es cierto que no
comprendan o no entiendan el mundo y su
gente, las cosas que suceden. No se puede amar a Dios y odiar el mundo que
salió de sus manos. Los santos son personas sensibles a las alegrías y al dolor
de sus hermanos. La santidad está
vinculada a la identidad de la persona;
los seres creados dan gloria a Dios al ser aquello para lo que Él los
creó. No hay dos seres creados que sean exactamente iguales, la individualidad
no es imperfección, al contrario; la
perfección está en relación con la propia identidad individual. La santidad
no requiere huir de otros hombres; la soledad se busca no para huir de ellos,
sino para encontrarlos y amarlos más en
Dios. El pecado tiene que ver con el
falso yo: “Cada uno de nosotros lleva
la sombra de una persona ilusoria: un falso yo”; el hombre que yo quiero
ser, pero que Dios no conoce. “El secreto
de mi identidad está oculto en el amor y misericordia de Dios… Nunca podré hallarme a mí mismo si
me aíslo del resto de la humanidad como si fuera un ser de otra clase”.
Dice Merton que en la humildad se halla la máxima libertad, que a menudo es el orgullo propio el que hace
al hombre obrar, con la intensión de construirse un halo para sí, no para dar
gloria a Dios. La santidad no es la vana competencia de unos con otros por
los puestos en el reino. Los santos no son siempre perfectos y tienen defectos contra los que luchar:
algunos santos se han llevado mal con otros santos, muchos santos han sido
molestos y exasperantes. Dios permite
muchas veces que aun alcanzando un alto grado de santidad los hombres conserven
limitaciones, defectos, miopías y excentricidades. La prisa estropea a los santos, buscan el
éxito rápido, y se equivocan, confunden su prisa con integridad. Pero, “Uno de los primeros signos del santo es el
hecho de que los otros no saben que pensar de él”.[2]
Estas palabras de Merton me ayudan a ver la "santidad" desde una perspectiva mucho más amplia y profunda...el adoctrinamiento recibido durante años de "deformación" religiosa nos aleja tanto de lo real que a veces cuesta recuperar una visión que se creía perdida y rechazada. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.