La palabra de Dios es
siempre palabra de vida; es aquella palabra de la que se habla al comienzo del
Génesis, cuando se narra la creación del mundo:
“La tierra no tenía
entonces ninguna forma;
todo era un mar
profundo cubierto de oscuridad,
y el espíritu de
Dios se movía sobre el agua.
Entonces Dios dijo:
Que haya luz!
Y hubo luz”.
(Génesis 1, 2-3)
Así, Dios con su palabra crea y recrea su obra
de amor. Lo seguiremos viendo a lo largo de este itinerario, sobre todo para
traer y tener siempre en la memoria que fue esa misma palabra la que nos llamó
a nosotros a salir, a ponernos en camino, en busca de una tierra de promisión.
Aquí aparece CRISTO, la
Palabra del Padre, el Amén, el sí a la Humanidad que se hace misterio con el
Misterio. Abiertos a la escucha, Dios
habla en todo: en la Escritura, en la Creación, en la Historia, en lo cotidiano
y sencillo de la vida, en los encuentros, incluso en otras experiencias
religiosas o espirituales; pero sobre todo, nos habla a nosotros los cristianos en Jesús, que
es PALABRA.
“Así como la lluvia y la nieve bajan del cielo,
Y
no vuelven allá, sino que empapan la tierra, ‘
La
fecundan y la hacen germinar,
Y
producen la semilla para sembrar
Y
el pan para comer,
Así
también la palabra que sale de mis labios
No
vuelve a mí sin producir efecto,
Sino
que hace lo que yo quiero
Y
cumple la orden que le doy”.
(Isaías
55, 10-11)
Jesús, aquel que
encontramos un día y nos robó el corazón, es la Palabra de Dios para nosotros,
su promesa, su pacto, su fidelidad. En este itinerario cuaresmal es esencial que
renovemos nuestra amistad con él, y nuestra condición de discípulos suyos. Jesús,
Amigo y Maestro.
La lectura diaria del
evangelio (dialogada, orada), es fuente de vida, y nos permite reconocer al
Cristo vivo que camina a nuestro lado. Palabra que alimenta y fortalece. Los
discípulos en el Evangelio querían escuchar su palabra y fueron, y se quedaron
con él. Luego, en el Monte de la Transfiguración Jesús les reveló que el
Misterio se había hecho carne en su persona, y Dios dijo desde la nube:
Escúchenlo.
Evocamos otras frases
bíblicas: “Tu palabra me da vida”; “Habla, que tu hijo escucha”. “Tú tienes palabras de vida eterna”. Ir a
la Escritura para encontrar al Cristo vivo, para sentirnos en el Hogar, para
descubrirnos nosotros en Él. En Jesús, el Misterio se ha develado a los
hombres; en su Hijo nos hizo hijos y nos lo dijo todo.
Esta entrada deja poco que decir, y mucho que escuchar.
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