"Para comprender la Pascua y vivirla, debemos renunciar a nuestro temor a la novedad y a la libertad.
La muerte ejerce un poder doble sobre nuestras vidas: nos domina por el pecado y nos domina por la ley. Para morir a la muerte y vivir una nueva vida en Cristo no sólo debemos morir al pecado sino también a la Ley.
Todo cristiano sabe que debe morir al pecado. Pero la gran verdad que San Pablo predicó hasta el agotamiento, oportuna e inoportunamente, es una verdad que los cristianos apenas hemos captado, una verdad que se nos ha escapado, que constantemente nos elude y que lleva veinte siglos eludiéndonos. No podemos meternos en la cabeza lo que significa no ser ya esclavo de la Ley. Y la razón es que no tenemos valor para enfrentarnos con esta verdad que contiene en sí misma la incitación decisiva de nuestra fe cristiana, la gran realidad que hace al cristianismo diferente de todas las demás religiones.
En todas las demás religiones, los hombres buscan justificación, salvación, escape de la rueda del nacimiento y la muerte con actos rituales, o con técnicas ascéticas y contemplativas. Estos son los medios producidos por los hombres para hacerles capaces de liberarse y justificarse a sí mismos. Todas las demás religiones imponen al hombre leyes rígidas y complicadas, le sujetan más o menos completamente a formas exteriores prescritas, o a lo que llama San Pablo nociones elementales.
Pero el cristianismo es precisamente una liberación de todo rígido sistema legal y religioso. Lo afirma categóricamente San Pablo: dejamos de ser cristianos en el momento en que nuestra religión se hace esclavitud a la Ley más que libre adhesión personal por fe amorosa al Cristo vivo y resucitado...".
Thomas MERTON
"Tiempos de celebración
Cuando nuestra condición de cristianos se reduce a la observancia de un rígido manojo de leyes y a una externa observancia de ritos, hemos perdido nuestra esencia: somos esclavos, y no hijos.
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