"El abad Lot fue a ver al abad José y le dijo:
Padre, en la medida en que soy capaz, observo mi pequeña regla, mi pequeño ayuno, mi oración, meditación y silencio contemplativo; y, según lo que soy capaz, trato de limpiar mi alma de pensamientos. Y le pregunto: ¿Qué más debería hacer?
En respuesta, el anciano se levantó y alzó sus manos al cielo, y sus dedos fueron como diez lámparas de fuego.
Y dijo: ¿Por qué no te has transformado ya completamente en fuego?".
(Thomas Merton, La sabiduría del desierto).
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