miércoles, 14 de mayo de 2014

COMUNICAR LA EXPERIENCIA


En mis reflexiones acerca de la vida espiritual en general y la vida cristiana en particular, descubro tres aspectos esenciales: lo primero, la Santidad; lo segundo, la comunidad; y lo tercero, el lenguaje. Este último no es el menos importante, porque se trata de poder comunicar la experiencia, contagiar de entusiasmo al que te escucha, ser capaces de “dar razón de nuestra esperanza” a todo el que la pida. A menudo el lenguaje “eclesial” resulta ininteligible a quien escucha, de ahí la importancia de “traducir” lo que decimos a unas palabras que permitan vislumbrar mejor el misterio. En mi acercamiento a Thomas Merton también he descubierto algo que apunto aquí, sobre el lenguaje y la fácil comunicación de TM con sus lectores.


Merton y el lenguaje.

En relación con el lenguaje, en “El Signo de Jonás”(Pág. 27) Merton escribe: 

Descubrí que el lenguaje técnico, aunque universal, verdadero y aprobado por los teólogos, no es comprensible para el hombre corriente, y no le hace asimilar lo que hay de más vital y personal en la experiencia religiosa”.

He querido describir algo de lo que son los pensamientos y la vida espiritual de un monje, no con el lenguaje de la especulación, sino basándome en mi experiencia personal”. 

Como yo no enfoco los dogmas como tales, y sólo estudio sus repercusiones en la vida de un alma cuando en ella empieza a encontrar una realización concreta, espero merecer perdón si empleo mis propias palabras para hablar de mi propia alma”.


En los textos anteriores podemos encontrar claves para comprender, en parte, el origen de la originalidad de los escritos de TM; intentaba decir las cosas de una manera propia, comprensible, novedosa, para el hombre común, y en general para sus contemporáneos. Más que de lo posible, hablar de lo real. 


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