En su libro “Pensamientos en la soledad” Merton comenta acerca de la santidad cristiana y la vida espiritual [1]:
La santidad no es evasión de la realidad, sino una completa entrega de nosotros a la realidad. “El temperamento no predestina a un hombre a la santidad y a otro a la condenación. Todos los temperamentos pueden ser el material de la condena o la salvación”.[2] Vida espiritual no es vida mental, no es sólo pensamiento. Tampoco es sólo cosa de “sentir”. No excluye pensamiento y sentimiento, al contrario, incluye a ambos. No es una vida concentrada “en el punto más alto” del alma, una vida de la que se excluyen mente, imaginación y cuerpo. Si así fuera, pocos podrían llevarla, y además, no sería vida. “Si el hombre ha de vivir, tiene que estar enteramente vivo, cuerpo, alma, mente, corazón, espíritu. Todo debe ser elevado y transformado, por la acción de Dios, en el amor y la fe”.[3] La vida espiritual es, principalmente, una vida[4]; es principalmente un asunto de mantenerse despierto[5]. Una vida es toda espiritual o nada espiritual, no hay término medio. Si se desea tener una vida espiritual hay que unificar la vida.[6]
[1] De 1958; recoge los pensamiento sobre la vida contemplativa e intuiciones básicas de algunos momentos de meditación de TM durante los años 1953 y 1954; de relieve el vínculo que establece entre soledad y sociedad, aspecto esencial de su andadura contemplativa. Para Merton la soledad es esencial para el hombre se halle a sí mismo, para el descubrimiento de la persona real; aquí vuelve el vínculo entre santidad o plenitud, e identidad. LCA, 54-55.
[2] PS, 18.
[3] PS, 22
[4] PS, 32
[5] PS, 33
[6] PS, 39
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