domingo, 24 de agosto de 2014

TODO EN DIOS...

Prefiero evitar la palabra “exclusividad” a la hora de hablar de Dios.
No podemos amar a Dios exclusivamente, sino “inclusivamente”, es decir, amándolo todo en él. Se trata de vivir una vida de vinculación total con Dios. Dios en el centro, Dios en el fundamento, Dios en el origen, pero sin ignorar, rechazar o despreciar todo lo demás. Aquí ayudaría entender que cuando decimos DIOS decimos TODO, el SER; si decimos DIOS y pensamos en “una parte” entonces no estaremos entendiendo adecuadamente lo que supone entregarse plenamente e incondicionalmente a él. Es absurdo y contraproducente oponer a Dios y los seres humanos; todo lo contrario, es importante vincularlos a ambos, de tal modo que toda búsqueda de Dios suponga un acercamiento a la Humanidad, y viceversa. Sólo así podemos entender que el todo está antes que una parte, pero que la parte alcanza su sentido y plenitud dentro del todo. Dios es nuestro hogar. Sin él somos extraños, forasteros, y olvidamos nuestra procedencia y nuestro destino. Desvincularnos de la “memoria” de Dios es desconectarnos de nuestra verdad esencial. Nos convertimos en fragmentos aislados, y por tanto sin fuerza; dejamos de ser parte del Todo y del UNO. La conexión con Dios no se realiza primordialmente mediante el HACER, sino a través del SER. Fomentar una espiritualidad que estimule el “estar y hacer en Dios” ante que el “hacer cosas para Dios”.

viernes, 15 de agosto de 2014

AMAR Y VIVIR

“El mundo es más real en la medida en que la gente que vive en él es capaz de sentirse más plena y más humanamente viva. Es decir, más capaz de hacer un uso lúcido y consciente de su libertad” (7).

“El paraíso es simplemente la persona, el yo, pero el yo radical en su libertad, libre de inhibiciones. El yo que dejó de estar vestido con su ego” (14).

“La vida no tiene que ser considerada como un juego en el que se puntúa y alguien gana. Si estás demasiado interesado en ganar, nunca te divertirás jugando. Si estás demasiado obsesionado con el éxito, te olvidarás de vivir. Si sólo has aprendido cómo triunfar, es probable que hayas desperdiciado tu vida” (20).

“Cada acto, por pequeño que sea, puede enseñarnos todo…” (23).

“El amor no es un problema ni la respuesta a una pregunta. El amor no conoce preguntas. Es el fundamento de todo y las preguntas surgen sólo si estamos divididos, ausentes, apartados, alienados de ese fundamento” (28).

“El mundo es amor. Pero a veces olvidamos que la palabra emerge antes que nada del silencio. Cuando no hay silencio, entonces, la Única Palabra que Dios pronuncia no se oye realmente como Amor. Sólo se oyen palabras. Las palabras no son amor, puesto que son muchas y el Amor es sólo Uno” (29).

AMAR Y VIVIR: El testamento espiritual de Thomas Merton

jueves, 14 de agosto de 2014

PENSAMIENTOS DE SIMONE WEIL

“Los hijos de Dios no deberían tener más patria aquí abajo que el universo mismo, con la totalidad de las criaturas racionales que ha contenido, contiene y contendrá. Esa es la ciudad natal digna de merecer nuestro amor”.

“Hay que ser católico, es decir, no estar ligado por un hilo a nada creado, sino a la totalidad de la creación”.

“Hoy, ni siquiera ser un santo significa nada; es precisa la santidad que el momento presente exige, una santidad nueva, también sin precedentes”.

“Un nuevo tipo de santidad es un afloramiento, una creación. Guardando las proporciones, manteniendo cada cosa en su lugar, es casi algo análogo a una nueva revelación del universo y del destino humano. Es como dejar al descubierto una amplia porción de verdad y de belleza ocultas hasta ese momento por una densa capa de polvo… Una santidad nueva es una creación prodigiosa”.

“El mundo tiene necesidad de santos como una ciudad con peste tiene necesidad de médicos. Allí donde hay necesidad, hay obligación”.

“El pecado no es una distancia, sino una mala orientación de la mirada”.

“El mar no es menos bello a nuestros ojos porque sepamos que a veces los barcos zozobran. Por el contrario, resulta aun más bello”.

“Cuando un hombre se separa de Dios, se abandona simplemente a la gravedad. Podrá pensar entonces que es un ser que quiere y elige, pero no es más que una cosa, una piedra que cae”.

“La palabra de Dios es palabra secreta. Aquel que no ha oído esa palabra, aun cuando manifieste su adhesión a todos los dogmas enseñados por la Iglesia, no está en contacto con la verdad”.

“El cristianismo es católico de derecho, no de hecho. Tantas cosas están fuera de él, tantas cosas que amo y que no quiero abandonar, tantas cosas que Dios ama, puesto que de lo contrario no tendrían existencia…”.

“No puedo dejar de preguntarme si, en estos tiempos en que una parte considerable de la humanidad se encuentra sumida en el materialismo, no querrá Dios que existan hombres y mujeres que, entregados a él y a Cristo, permanezcan sin embargo fuera de la Iglesia”.

“Oculto y silencioso es el camino por el que la gracia se adentra en los corazones”.

“Lo que me da miedo es la Iglesia como realidad social”.

viernes, 8 de agosto de 2014

ABRAZAR LA VIDA

Cuando oramos diciendo: "Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor", estamos diciendo al mismo tiempo, no tengo dudas, dichoso el hombre que ha puesto su confianza en la vida, y no otra cosa es la fe. Es creer en Dios, y en consecuencia, creer, confiar, en la vida

En esta misma dirección interpretamos una frase de Jesús en los Evangelios: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?".

Jesús nos invita a que, sin temor, abracemos la vida, la de cada día, porque al hacerlo, confiadamente, abrazamos a Dios. Al decidir seguir a Cristo y buscar a Dios no renegamos de la vida. El cristiano no puede ser anti vital, todo lo contrario. Pero a veces, con palabras y gestos, con actitudes concretas, parecemos negadores de la vida.

Cuando en el texto anterior se vincula la vida con la cruz no asumimos la existencia como algo negativo, sino como algo imprevisible, sobre lo que no tenemos control; tanto la alegría como la tristeza, el éxito como el fracaso, la ganancia y la pérdida, forman parte de la vida. Aceptarlo todo con confianza es abrazar la cruz, creyendo que a fin de cuentas, para quien vive en comunión con Dios amor, todo será bien. No controlamos tampoco las acciones de los demás, no podemos prever cataclismos naturales o movimientos sociales violentos, o sistemas políticos no respetuosos de nuestros derechos, pero, en cuanto somos hombres y mujeres de fe, seguimos creyendo en el amor como valor supremo, y abrazando la vida como máxima expresión del amor.