"El año
litúrgico comienza con el adviento, que quiere decir llegada. Esperamos la venida de Dios. Dios viene a nosotros de tres formas: en el nacimiento de Jesús
hace 2000 años, en nuestras almas hoy y al final de los tiempos en forma gloriosa.
Como tiempo de espera, el Adviento debería ser un tiempo de silencio. En nuestras latitudes, anochece mas temprano, las noches son más largas, hace mas
frío. La estación del año ya invita de por si a enfrentarse con los
presentimientos del corazón, a escuchar la voz de nuestro interior y a
encontrar algo de tiempo para Dios, como recomienda san Anselmo:
"¡Arriba, tú, hombrezuelo! ¡Huye un poco de tus ocupaciones! Entra un
instante en
ti mismo, apartándote del tumulto de tus pensamientos. Arroja lejos de ti las
preocupaciones que te agobian y aparta de ti las inquietudes que te oprimen.
Búscate tiempo para Dios y descansa. Habla con Dios y dile con todas tus fuerzas:
“Quiero, oh Señor, buscar tu rostro” (salmo 27,8). Señor mío y Dios mío, enseña a mi
corazón dónde y cómo tengo que buscarte, dónde y cómo puedo encontrarte".
Seria un buen ejercicio en el tiempo de Adviento que con frecuencia nos
sentásemos un rato, intencionadamente, sin hacer nada en absoluto, sino sencillamente
concentrarnos en nuestro interior y preguntarnos: ¿Qué es lo que yo propiamente
espero? ¿Qué es lo que anhelo? ¿Qué es lo que podría llenar mi vida? ¿Qué me
falta? Sería bueno si una vez, a propósito, nos levantásemos por la noche a velar, para
salir al encuentro de Cristo, para esperarle, de la misma forma que se lee en
el salmo 130:
“Mi alma espera al
Señor más que los centinelas esperan el alba”.
Qué significa
esperar en el Adviento a la venida del Señor lo comprenderemos
fácilmente si consideramos qué es esperar a un ser querido. Mientras aguardamos
el momento ansiado, ya nos imaginamos cómo será el encuentro con la persona
anhelada. A menudo, nuestras expectativas no suelen quedar satisfechas. Esperamos más de
lo que el otro puede darnos. Nuestros anhelos superan todas las realizaciones
humanas. Con frecuencia nos sentimos defraudados por ese reencuentro, tan largamente
esperado, se desarrolla de forma que nos deja insatisfechos. Y no obstante, la próxima
vez volvemos a esperar lo irrealizable..."
ANSELM GRÜN
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