Celebramos en el último domingo del año litúrgico la solemnidad de Cristo Rey. Jesús
encabeza el Reino que nos anuncia y nos
trae, que nos propone y El mismo vive. Pensar en el Rey es pensar en el Reino,
para vivirlo con su guía y de su mano.
Traigo hoy estos párrafos de la
Evangelii Gaudium, que nos invitan a sumergirnos en la experiencia del Reino.
El Reino que nos reclama
“ Leyendo
las Escrituras queda por demás claro que la propuesta del Evangelio no es sólo la
de una relación personal con Dios. Nuestra respuesta de amor tampoco debería
entenderse como una mera suma de pequeños gestos personales dirigidos a algunos
individuos necesitados, lo cual podría constituir una « caridad a la carta », una
serie de acciones tendentes sólo a tranquilizar la propia conciencia. La
propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se
trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar
entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz,
de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia
cristiana tienden a provocar consecuencias sociales. Buscamos su Reino: “Buscad ante todo el Reino de Dios y su
justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura » (Mt 6,33). El proyecto de Jesús es instaurar el
Reino de su Padre; Él pide a sus discípulos: « ¡Proclamad que está llegando el
Reino de los cielos! » (Mt 10,7)”.
“El Reino que se anticipa y crece entre
nosotros lo toca todo y nos recuerda aquel principio de discernimiento que Pablo
VI proponía con relación al verdadero desarrollo: « Todos los hombres y todo el
hombre ». Sabemos que « la
evangelización
no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el
curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta,
personal y social del hombre >Se trata del criterio de universalidad, propio
de la dinámica del Evangelio, ya que el Padre desea que todos los hombres se
salven y su plan de salvación
consiste
en « recapitular todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un
solo jefe,
que es
Cristo » (Ef 1,10). El
mandato es: « Id por todo el mundo, anunciad la Buena Noticia a toda la
creación » (Mc 16,15),
porque « toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de
Dios » (Rm 8,19).
Toda la creación quiere decir
también
todos los aspectos de la vida humana, de manera que « la misión del anuncio de
la Buena Nueva de Jesucristo tiene una destinación universal. Su mandato de
caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas,
todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos. Nada de lo humano le
puede resultar extraño
La
verdadera esperanza cristiana, que busca el Reino escatológico, siempre genera
historia.”
FRANCISCO. EXHORTACION APOSTOLICA EVANGELII GAUDIUM, 180-181.
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