“Perdóname, Señor, por tu Cruz y tu Pasión y tu Resurrección. Enséñame a ver lo que significa el haber sido salvado por tu Iglesia. Enséñame, como sacerdote que soy, cómo he de llevar a otros al conocimiento de Ti y de tu Reino y a la salvación. Enséñame a vivir en Ti con genuino desvelo de pureza de la fe, con el entusiasmo de la verdadera esperanza, y con la auténtica y objetiva caridad para con mis hermanos, para la gloria del Padre. Amén”.
Thomas Merton, Diálogos con el silencio, página 103.
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