sábado, 29 de septiembre de 2018

ACERCA DEL AMOR DESINTERESADO

"El amor desinteresado también es llamado el amor de amistad, es decir, un amor que descansa en el bien del amado, no en el interés, ni en la satisfacción ni en el placer de uno mismo. Un amor que no explota ni manipula, ni aun sirviendo, sino que sencillamente ama. Un amor que, en palabras de San Bernardo, ama porque ama, y no por otra razón ni propósito, y por tanto está perfectamente libre".

"Habríamos de amar a Dios no solamente para convencernos de que somos buena gente, o para obtener un cálido fulgor de paz, o para acomodarnos a un grupo que lo aprueba, o para librarnos de la angustia, sino para echar todo eso al viento, y, con angustia o sin ella, aunque nos demos cuenta del enorme abismo de nuestra inadecuación, comprendamos que eso simplemente no importa a los ojos de Dios, pues, tal como somos, con nuestras desdichas y necesidades, somos su gozo y a Él le complace ser amado por nosotros con perfecta confianza en Él porque Él es el mismo amor". 

"No es que tengamos que sudar y gemir para aplacar a un austero Dios Padre en nuestra imaginación, sino más bien darnos cuenta, con liberación y alegría, de que no es esto en absoluto. Que en realidad, Él no es ninguno de nuestros ídolos, ninguna de nuestras ficciones, nada que podamos maquinar en modo alguno, sino que Él es el amor mismo. Y si nos damos cuenta de eso y le amamos simple y puramente para complacerle, nos hacemos, como quien dice, su corona y su deleite, y la vida misma se transforma en esta luz que es el amor desinteresado". 

Thomas Merton, de Una carta sobre el amor desinteresado, en SEMILLAS DE DESTRUCCIÓN.




jueves, 27 de septiembre de 2018

KARL RAHNER: EL MUNDO COMO SACRAMENTO

De un libro sobre el teólogo alemán Karl Rahner, de Ignazio Sanna (San Pablo), tomo estas notas, ideas importantes que ayudan a explicar mejor la fe que vivimos. El autor del texto habla, entre otras cosas, de las dimensiones de la teología de Rahner: mística, ignaciana, filosófica, mistagógica y pastoral, y por ultimo una dimensión orante. Acerca de los temas teológicos (ignacianos)en la obra de K. Rahner, escribe, y me resultan iluminadoras estas claves que aquí comparto: 

1. Meditar la propia vida a la luz de los misterios de la historia de la salvación. Rahner procura de mostrar que la historia de la salvación es un recorrido obligatorio por el que pasa todo sendero de vida y de amor humanos, y como esa historia de la salvación ofrece una multiplicidad de claves que permiten al hombre abrir los espacios secretos del corazón y de la mente, y descubrir la dimensión radical y sustentante del amor de Dios. 

2. Discernimiento de los espíritus para reconocer la voluntad de Dios en las circunstancias concretas de la vida. “El cristianismo es todo lo contrario a una explicación del mundo y de la existencia; es más bien la prohibición de considerar definitiva o comprensible en si misma cualquier experiencia o conocimiento, por muy aclaradores que puedan ser. Menos que cualquier otro, el cristianismo dispone de respuestas definitivas, dignas de llevar esta etiqueta: Ahora la cosa esta clara. No puede insertar a su Dios como una partida clara en el cálculo de su vida; lo puede aceptar solamente como misterio incomprensible en adoración silenciosa, como inicio y fin de su esperanza y por tanto como su salvación única, definitiva y total”. 

3. Comprensión y organización de las verdades de fe en una unidad mística: Rahner experimentó en la oración que el cristianismo es una realidad unitaria, una orientación global y no ya la superposición de verdades reveladas y compromisos éticos. Por eso hizo de todo para crear formulas breves de fe, de los catecismos de corazón, que reduzcan a la unidad del amor de Dios la complejidad y diversidad de las unidades dogmáticas de la fe cristiana. Para Santo Tomas, todos los artículos de fe tendrían que ser vistos como contenidos, explícitamente, en dos afirmaciones esenciales: Dios existe y se ocupa providencialmente de nuestra salvación

4. Un programa: Encontrar a Dios en todas las cosas. Rahner, a partir de la tesis de que el hombre es un espíritu en el mundo, no elabora una teología de una pura interioridad mística, sino que favorece una teología caracterizada por la mística de la vida cotidiana. Todas las cosas son mediaciones del encuentro del hombre con Dios. Esas otras realidades, como el trabajo, el dormir, el comer, el beber, el mirar, el sentarse o estar de pie, etc., no pueden ser eliminadas de ninguna manera. La silenciosa llegada de Dios puede cumplirse en todas partes en la historia humana, en innumerables épocas, lugares y figuras, envuelta siempre en la equivocidad radical de toda realidad humana. Rahner llega hasta atribuir a esas realidades mediadoras la condición de “sacramento”; 

El mundo es para nuestro autor el sacramento de Dios, el medio concreto con el que y en el que Dios se nos da. Ninguna de las realidades mundanas tiene un carácter absoluto; son simples dones de Dios y no pueden ocupar su puesto. Dios sigue siendo más grande que cualquier cosa mundana, que toda realidad creada, y sigue siendo más grande que el corazón del hombre. Pero ellas, aun en su relatividad, son el camino obligado para llegar al corazón de Dios. 

La idea de Rahner del sacramento como símbolo es una consecuencia inevitable del papel mediador del mundo en la relación del ser humano con Dios. Los hombres encontramos a Dios en las personas, en las cosas, en los acontecimientos de la historia. Todas estas realidades son sacramentos del encuentro del hombre con Dios. Y si las cosas del mundo son sacramentos, Cristo es el sacramento primordial del encuentro con Dios, es el acontecimiento sustentante respecto a cualquier otro acontecimiento. Por eso, la estructura sacramental del encuentro del ser humano con Dios en último análisis, se basa en la “estructura encarnatoria” de la realidad en general… 

Desde el momento en que el Logos tomo un cuerpo humano, las cosas del mundo no son ya simples medios para llegar a Dios. Son cuasi-sacramentos que hacen de intermediarios de la presencia misma de Dios.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

CUANDO DIOS SE SIENTA POR ENCIMA DEL AGUACERO


Escribe Jean Leclercq a Merton, el28 de noviembre de 1959: 

Siempre resulta muy difícil ver claro dentro de nosotros mismos, alrededor nuestro. Se aprecian entonces los beneficios de la obediencia a una autoridad, que, suficientemente informada sobre todos los aspectos de un problema, con la suficiente distancia y elevación como para ser imparcial, puede juzgar sobre nosotros mucho mejor que nosotros mismos”. 


MERTON le escribe en su siguiente carta (24 diciembre 1960): 

Sé muy bien que Dios mismo está encima y más allá de las soluciones y decisiones de los hombres, y que si mis deseos provienen de Él, Él mismo no tendrá ninguna dificultad en llevarme donde Él quiera, y concederme la soledad que quiera”.


lunes, 24 de septiembre de 2018

VIDA MONÁSTICA

“Debemos reconocer con tristeza la amarga verdad de que la vida de muchos monjes y de muchas mujeres devotas, y la de muchas otras personas dedicadas, es una vida de total alienación en el sentido de que se trata de un sometimiento legal a cosas a las que quizá no debieran haberse sometido, y un fracaso en el cumplimiento de las potencialidades que el monasterio debería permitirles llevar a cabo”. (Diario de Asia. Conferencia sobre marxismo y perspectivas monásticas, página 297). 


“Lo esencial de la vida monástica no está vinculado a edificios, a vestimentas, ni siquiera esta necesariamente asociado a una regla. Reside en algo más profundo que una regla. Tiene que ver con esto de la completa transformación interna. El resto sirve a ese propósito” (Pagina 301).

sábado, 22 de septiembre de 2018

MERTON HABLA DE TERESITA

"El gran regalo que se me dio, ese octubre, en el orden de la gracia, fue el descubrimiento de que la Florecita (Teresa de Lisieux) era realmente una santa, y no una santa muda como una muñeca en la imaginación de las ancianas sentimentales. No solo era santa, sino una gran santa, una de las mayores: !Tremenda! Le debo toda clase de disculpas por haber ignorado su grandeza durante tanto tiempo; pero para hacer tal cosa necesitaría un libro entero, y aquí solo dispongo de unas pocas líneas". 

(Thomas Merton, LM7C)