“Debemos reconocer con tristeza la amarga verdad de que la vida de muchos monjes y de muchas mujeres devotas, y la de muchas otras personas dedicadas, es una vida de total alienación en el sentido de que se trata de un sometimiento legal a cosas a las que quizá no debieran haberse sometido, y un fracaso en el cumplimiento de las potencialidades que el monasterio debería permitirles llevar a cabo”. (Diario de Asia. Conferencia sobre marxismo y perspectivas monásticas, página 297).
“Lo esencial de la vida monástica no está vinculado a edificios, a vestimentas, ni siquiera esta necesariamente asociado a una regla. Reside en algo más profundo que una regla. Tiene que ver con esto de la completa transformación interna. El resto sirve a ese propósito” (Pagina 301).
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