"Todos los días trato de orar, especialmente en el coro, por todos los sacerdotes del mundo que escuchan confesiones y por todos sus penitentes. Pido que en todas partes este sacramento sea administrado y recibido en verdad y justicia y prudencia y misericordia y pesar, y que sacerdotes y penitentes puedan saber mejor lo que están haciendo y se sientan llenos de amor y reverencia por lo que hacen. Pido que en todas partes los hombres puedan descubrir en sí mismos una gran admiración por este sacramento y puedan amarlo con todo su ser, entregándose enteramente con corazón contrito a la misericordia y la verdad de Dios, y que su amor los rehaga a su semejanza, es decir, que los haga verdaderos.
Thomas Merton
Diarios (Marzo de 1950)
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