"Cuenta la leyenda que cuando los egipcios, persiguiendo a los israelitas durante el éxodo, se hundieron en las aguas del mar rojo, los ángeles entonaron cánticos de alegría. Pero Dios los hizo callar y les reprochó: La obra de mis manos acaba de perecer ahogada en el mar: ¿cómo cantan un himno de alegría? El amor de Dios es así de universal".
(Ariel Álvarez)
"La rigidez de la Iglesia oficial sobre sus instituciones se debe a una razón distinta de la del derecho divino: al mantenimiento de la organización eclesiástica contra viento y marea. La fidelidad a las instituciones puede esconder una infidelidad a los seres humanos. La indiferencia que manifiestan nuestros coetáneos respecto a la palabra oficial constituye acaso la sanción de esa desviación. Querer a toda costa el orden del bien, con menosprecio de lo humano, es exponerse al peligro de engendrar el mal"
(Christian Duquoc)
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