Solo cuando advertimos nuestra identidad ilimitada, somos capaces de comprender el juego de la Vida, que no consiste en otra cosa sino en el despliegue admirable del Ser en cada una de las infinitas formas que lo expresan, en una hermosa e inequívoca no-dualidad. El YO SOY, que es uno, se disfraza y juega en cada yo individual.
Bendecir al Señor equivale a bendecir toda la realidad, que no es sino su disfraz permanente. En toda ella, el Misterio nos visita y sale a nuestro encuentro. Cuando estamos en conexión con nuestra verdadera identidad -ese mismo y único misterio- vemos su rostro en todo rostro y admiramos su presencia en todas las cosas. En realidad, en todas ellas, el Misterio se ve a sí mismo y sonríe dulcemente".
Enrique Martínez Lozano.
Otro modo de leer el Evangelio.
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