sábado, 11 de septiembre de 2021

UNA TRÁGICA INFIDELIDAD

"La experiencia viva del amor divino y del Espíritu Santo en la llama de la que san Juan de la Cruz está hablando es una verdadera toma de conciencia de que uno ha muerto y resucitado en Cristo. Es una experiencia de renovación mística, una transformación interior provocada en su totalidad por el poder del amor misericordioso de Dios, que implica la «muerte» del ego centrado en uno mismo y autosuficiente, y la aparición de un yo nuevo y liberado que vive y actúa en el Espíritu

Ahora bien, si el antiguo yo, el yo calculador y autónomo, se limita a tratar de imitar los efectos de esta regeneración para su propia satisfacción y ventaja, el efecto es exactamente el opuesto – el ego procura confirmarse a sí mismo en su propia existencia egoísta–. El grano de trigo no ha caído en la tierra y ha muerto. Permanece duro, aislado y seco, y no hay fruto alguno, tan solo un alarde mentiroso y blasfemo –¡una pretensión ridícula!–. Si la mentira y la invención son dañinas desde el punto de vista psicológico, incluso en las relaciones ordinarias con otros hombres (una esfera en la que es habitual una cierta cantidad de falsificación), toda falsedad es desastrosa en cualquier relación con el terreno de nuestro propio ser y con Dios mismo, que se comunica con nosotros a través de nuestra propia verdad interior. Falsificar nuestra verdad interior con el pretexto de entrar en unión con Dios sería una infidelidad sumamente trágica, primero a nosotros mismos, a la vida, a la realidad misma y, por supuesto, a Dios. Estas invenciones terminan en la dislocación de toda la existencia moral e intelectual de la persona".

Thomas Merton
El clima de la oración monástica

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