✨ La conversión como despertar: Thomas Merton y el camino hacia lo esencial
La palabra “conversión” suele evocar imágenes de ruptura, de cambio drástico, de antes y después. Pero en Thomas Merton —y también en mi propia vida— la conversión fue más bien un despertar. No fue una decisión estratégica, ni una adhesión doctrinal. Fue una rendición silenciosa ante una Presencia que ya estaba allí, esperando ser reconocida.
Merton, monje trapense, escritor incansable y buscador de Dios, se ha convertido para mí en un compañero de camino. Su historia, narrada con crudeza y belleza en La montaña de los siete círculos, me habla al corazón. Porque como él, yo también fui alcanzado por la gracia en medio del ruido, la confusión y la sed de sentido.
🧭 Una autobiografía espiritual
Antes de entrar al monasterio de Gethsemani, Merton vivió una vida marcada por el arte, la bohemia y el desencanto. Su juventud fue una peregrinación sin mapa, donde el placer y la intelectualidad no lograban calmar una inquietud más profunda. En su autobiografía, no oculta sus heridas ni sus búsquedas fallidas. Y eso lo hace cercano.
Lo que lo llevó a la fe no fue una catequesis bien estructurada, sino una experiencia interior que lo desbordó. En medio de la ciudad, en una iglesia cualquiera, algo lo tocó. Algo que no sabía nombrar, pero que lo llamaba con fuerza. Ese momento fue el inicio de una transformación que no terminó con el bautismo, sino que apenas comenzaba.
🌌 La conversión como apertura a la gracia
Merton entendió que convertirse no es conquistar algo, sino dejarse conquistar. Es abrirse a la posibilidad de que Dios no está lejos, sino dentro, esperando que uno se detenga. La conversión, en su caso, fue una apertura radical a la gracia. Una gracia que no lo juzgó, sino que lo abrazó.
En mi propia historia, esa apertura también fue silenciosa. No hubo relámpagos ni voces celestiales. Hubo una comunidad que me acogió sin condiciones, una liturgia que me habló sin palabras, y una presencia que me fue revelando que no estaba solo. Como Merton, descubrí que la fe no es una meta, sino un camino. Y que ese camino comienza cuando uno se deja encontrar.
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🔥 De la fe al compromiso
La conversión de Merton no lo encerró en sí mismo. Al contrario, lo abrió al mundo. Desde su celda monástica, comenzó a escribir sobre la guerra, la injusticia, el racismo, el diálogo interreligioso. Su contemplación lo hizo profeta. Porque quien ha sido tocado por la gracia no puede permanecer indiferente ante el sufrimiento ajeno.
En mi ministerio pastoral, esa dimensión también ha sido esencial. La fe no me llevó al aislamiento, sino al encuentro. Al compromiso con comunidades heridas, con personas en búsqueda, con realidades que claman por esperanza. Merton me enseñó que la oración no nos aleja del mundo, sino que nos da ojos nuevos para verlo.
🌱 Resonancias para hoy
En un mundo saturado de ruido, de distracciones y de urgencias, ¿Qué significa convertirse? Tal vez significa detenerse. Escuchar. Reconocer que hay una sed que no se calma con consumo ni con éxito. Que hay una voz que nos llama desde dentro, y que esa voz es amor.
La historia de Merton, como la de tantos conversos, nos recuerda que la conversión no es un evento, sino un proceso. Un camino que se recorre cada día. Un volver al origen. Un dejarse amar.
🙏 Cierre: Una invitación al lector
“La vida espiritual es, en última instancia, la vida real. Es la vida de cada uno de nosotros en su más profunda verdad.” (Thomas Merton)
Si estás leyendo esto y sientes que algo te falta, que algo te llama, tal vez estás en camino. No tengas miedo. La conversión no es perderse, sino encontrarse. Y como Merton, como tantos otros, descubrirás que el centro de tu vida no está en ti, sino en Aquel que te creó para amar.
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