El pasado martes, en un programa de radio que tenemos por acá los Padres Carmelitas, compartimos algunas ideas en torno a los signos de la Vigilia Pascual, que a su vez pueden ayudarnos en la vivencia de la Resurrección, ya sea en los 50 días de este tiempo litúrgico como a lo largo de todo el año. Les compartimos algo de eso ahora, tomando como referencia a Anselm Grün:
1. OSCURIDAD Y LUZ: Aquellos que vivimos más plenamente el Sábado Santo podremos celebrar con más intensamente la Resurrección. La celebración de la Vigilia comienza siempre en medio de la oscuridad. Y es en medio de esas tinieblas, de esa oscuridad, donde surge una luz, la del Cirio Pascual, que representa a Cristo. Encendemos el Cirio, de un fuego que arde bendecido, y luego vamos encendiendo nuestras propias velas o cirios, llevando cada uno en la mano esa luz, que acompañando la procesión va iluminando cada rincón oscuro del camino, de la vida, de nuestro propio corazón. Cristo entra en nosotros, iluminando cuanto de oscuro haya: angustia, vacío, frialdad, muerte. Vamos caminando y cantando: ¡La luz de Cristo!
2. ALÉGRENSE: No hay himno cristiano más hermoso que el Pregón Pascual. El cantor nos explica, con imágenes llenas de vida y energía, lo que la Luz significa, lo que ella hace en nuestras vidas, lo que supone para nuestra oscuridad. Le llama "Noche feliz" y "Noche Santa", "Noche dichosa", y habla del "Pecado saludable que nos mereció este Redentor". Es noche que lava la culpa y devuelve la inocencia, que ahuyenta el odio y devuelve la alegría. En nosotros se une también lo Humano con lo Divino....
3. HISTORIA DE SALVACIÓN: A la luz del Cirio Pascual oímos la historia entera de nuestro mundo y de nuestra salvación. Escuchamos como Dios crea y recrea, dando vida y restaurándola cada vez en Cristo, su Palabra más plena. Ojalá nos acordáramos de leer con mayor frecuencia esta serie de lecturas bíblicas que acompañan nuestra Vigilia Pascual, recordándonos que sólo el que se pierde, se encuentra a sí mismo, constantemente transformado.
4. EL CANTO DEL AMOR: Y luego de 40 días vuelve a sonar en la liturgia el ALELUYA para anunciar lo que significa la PASCUA. Con el canto dejamos resonar en nuestro cuerpo la resurrección; al cantar surge el Resucitado a través de la losa que está delante de nuestro corazón y nos bloquea. Mientras cantamos crece el amor en nosotros y también la vida, porque el amor y la vida quieren y tienen que ser cantados. La razón solo sabe hablar, pero el Amor canta siempre.
5. EL SEPULCRO ABIERTO Y VACÍO: La resurrección que celebramos se realiza también en nosotros; al cantar sentimos que la losa ha desaparecido y el peso de la muerte y la tristeza con ella. El sepulcro está abierto, corre un aire nuevo, una paz, alegría y esperanza renovadas. Cristo resucitado me toma de la mano y me saca a mí también de mi sepulcro. Ahora puedo saltar mis propias barreras, puedo salir de mí, de mi egoísmo, noto la Vida nueva que brota. Es la Primavera del Espíritu.
6. BANQUETE Y FIESTA: La Pascua es la fiesta de la Vida, no hay que olvidarlo. Por eso también ahora en nosotros la vida en nosotros es más fuerte que la muerte. En la Eucaristía, bebemos y comemos la nueva vida del Resucitado, y así anida en nosotros la vida que rompe todas las cadenas, y es hora de encontrar expresiones concretas para esa vida: la danza, el compartir, la peregrinación gozosa, el disfrute de la naturaleza.
Todos estos signos pascuales, presentes en la Vigilia, han de acompañarnos durante estos 50 días, y durante toda nuestra vida, para que la Vida recibida no se acabe, la luz encendida no se apague, la Primavera Sacra no tenga fin.
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