"Nos encontramos en el centro del mensaje de Adviento, en
ese punto más allá del cual se oye inmediatamente el mensaje mismo de
Navidad..tenemos aquí la historia de la madre del Señor..último eslabón de los
que han recibido la promesa y que ahora esperan al Señor..María pertenece a la
humanidad, representa al ser humano ante Dios, al ser humano que tiene
necesidad de gracia y que recibe la gracia. Y ese ser, por más que la promesa
que ha recibido posea un carácter único, manifiesta claramente que recibir la
promesa significa, ante todo, ser humano. Si hay alguien que sea de los nuestros,
del todo cerca, implicado en lo más profundo de la miseria humana y de la
promesa divina, es sin duda María, a la cual el ángel va a visitar a su casa,
llamándola para el puesto.. que Dios le concede la gracia de
ocupar. Ese lugar.. es
justamente la prueba de que no existe nada sobrehumano, de que no hay posibilidad alguna de convertirse en
divino, ninguna aptitud en el hombre de hacerse mediador entre Dios y él. La
única mediación es la gracia de Dios que acepta al hombre. Si María es un testimonio
de lo extraordinario de Dios, significa que eso extraordinario es misericordia
de Dios que acepta al hombre…A nosotros no nos visita ningún ángel,
..alegrémonos también nosotros de poder escuchar a Dios en su palabra y en su
testimonio..comienza algo nuevo, pero de una novedad sin ostentación.. continúa
lo que existía, pero, al mismo tiempo y sin la menor duda, algo nuevo se
anuncia..
..’Porque nada es imposible para Dios. María dijo Yo soy la
servidora del Señor, hágase en mí según tu palabra’ No comprendemos la
omnipotencia de Dios si no hacemos lo que hizo María: si no cedemos, si no
capitulamos, si no estamos de acuerdo. Hágase en mí según tu palabra. Así es
como María entra sencillamente en la historia general de Adviento. Ella es la imagen del creyente
que reconoce la fidelidad de Dios. ”
KARL BARTH. Adviento.
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