"25 de diciembre de 1962. Día de Navidad
Atardecer. Lluvia. Silencio. Gozo.
Estoy seguro de que, al ver el diminuto punto de pobreza, extenuación y desamparo a que se ven reducidos el monje, el solitario y el hombre de lágrimas, el Señor se siente obligado a descender y encarnarse en esa angustia, hasta convertirla constantemente en un gozo infinito, en una semilla de paz en el mundo. Ésta es -y ha sido siempre- mi misión. Para mí no existe verdad y sentido en cosa alguna que me encubra esta preciosa pobreza, esta semilla de lágrimas y de gozo auténtico. Por lo tanto, las demostraciones y distracciones que me apartan de ella son locas e inútiles, e incluso pueden constituir infidelidades siempre que representen evasiones de la misma. Yo tengo derecho a hablarles a otros en la medida en que hablo a la misma verdad en ellos, mitigo sus dudas y los fortalezco en esta pequeña chispa de agotamiento en que el Señor se convierte en su sabiduría y su vida perdurable. ¿No dicen acaso esto mismo los Salmos?
'Vigilad, veréis la ayuda del Señor sobre vosotros'.
¡qué profunda es esta verdad, qué tremendamente importante!
Nosotros no estamos a la espera de este auxilium Domini, de esta ayuda de parte del Señor. Algunos anuncian que este auxilio ya ha llegado, pero nosotros sentimos que no es así. Estad vigilantes: Constantes estote. También para mí llegará a su debido tiempo, en secreto, cuando Dios en su absoluta libertad lo decida más allá de todo control de horarios, incluso eclesiásticos. Este es un aspecto más profundo y más auténtico del misterio de la Iglesia: la libertad de su vida interior , que puede corresponder -o no- a las indicaciones exteriores del mundo ritual. "
THOMAS MERTON. Diarios (1960-1968) La vida íntima de un gran maestro espiritual.
Ed. Oniro 2001.