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martes, 16 de septiembre de 2025

¿CÓMO RECIBIÓ THOMAS MERTON LOS CAMBIOS LITÚRGICOS POSTERIORES AL VATICANO II?

Thomas Merton
, como monje trapense profundamente arraigado en la tradición litúrgica, vivió los cambios del Concilio Vaticano II con una mezcla de apertura espiritual y discernimiento crítico. Su comunidad, los cistercienses reformados, valoraban la liturgia como fuente de contemplación, comunión y transformación, no solo como rito.

📖 Merton y la liturgia postconciliar

En su obra Tiempos de celebración, Merton subraya que la liturgia no es un espectáculo clerical, sino la acción del Cuerpo de Cristo entero. Él escribe: La liturgia no es algo que hace el sacerdote y que contemplan los demás. Es más bien la celebración de todo el Cuerpo de Cristo, sacerdote y fieles”.

Este enfoque está en sintonía con Sacrosanctum Concilium, que promovía una participación plena, activa y consciente de los fieles. Merton no se opone a los cambios, pero sí advierte contra una superficialidad ritual que puede surgir si se pierde el sentido místico y contemplativo de la liturgia.

🧭 Tensiones que Merton percibe

Desacralización involuntaria: Temía que el paso al lenguaje cotidiano y la simplificación de los ritos pudiera diluir el misterio.

Pérdida del silencio: Para Merton, el silencio litúrgico era espacio de comunión con Dios. La nueva liturgia, más verbal y comunitaria, requería un nuevo equilibrio.

Ritual vs. experiencia: Aunque apoyaba la reforma, insistía en que la liturgia debía seguir siendo una experiencia de transformación, no solo de participación.

🌿 Su respuesta espiritual

Merton no se atrincheró en la nostalgia. Más bien, buscó reencantar la liturgia desde dentro, integrando la renovación conciliar con la profundidad monástica. En sus diarios y cartas, se nota su esfuerzo por educar a los jóvenes monjes en esta nueva visión: una liturgia que no pierde su alma, sino que se abre al mundo sin dejar de ser misterio.

sábado, 13 de septiembre de 2025

CELEBRAR PARA TRANSFORMAR

En medio de las tensiones que atraviesan nuestras comunidades —entre lo antiguo y lo nuevo, entre la identidad y la exclusión, entre la fe vivida y la fe ritualizada— la liturgia se ha convertido, muchas veces, en campo de batalla. Pero no fue pensada para eso. La liturgia es el lugar donde el misterio se hace carne, donde el pueblo se reúne para escuchar, celebrar y ser transformado. Es comunión, no ideología. Es escuela del Reino, no espectáculo religioso.

Esta entrada en el blog quiere ser una invitación a redescubrir la liturgia como espacio de formación espiritual, reconciliación comunitaria y encarnación cotidiana. No como teoría, sino como camino.

📚 1. La liturgia como escuela del Reino

La liturgia no transmite ideas abstractas. Transmite vida. En ella, el pan se parte, la Palabra se escucha, el cuerpo se inclina, el canto se eleva. Cada gesto enseña algo: que somos llamados a compartir, a escuchar, a responder, a esperar.

Jesús no dejó un manual. Dejó gestos: partir el pan, lavar los pies, bendecir a los pequeños. La liturgia recoge esos gestos y los ofrece al pueblo como camino. Celebrar es aprender a vivir como Él vivió: con humildad, con apertura, con ternura.

La liturgia forma el corazón sin imponerlo. Educa sin moralizar. Nos enseña a vivir el Evangelio sin necesidad de explicarlo todo.

🧎‍♂️ 2. El cuerpo que ora: gestos, silencio y presencia

En una cultura que fragmenta el cuerpo, la liturgia lo recupera como lugar de revelación. No solo pensamos la fe: la encarnamos. La celebramos con los pies que caminan, las manos que se abren, los labios que cantan, los ojos que contemplan.

Cada gesto litúrgico —la señal de la cruz, la inclinación, el abrazo de paz— es lenguaje espiritual. El silencio no es ausencia de sonido: es presencia plena. Las posturas —estar de pie, arrodillarse, caminar en procesión— educan el alma.

Cuando el cuerpo participa, la fe se encarna. Cuando el cuerpo se ausenta, la liturgia se vuelve abstracta. Celebrar con todo el ser es abrirse al Dios que se hizo carne.

🤝 3. La liturgia como espacio de reconciliación

En tiempos de polarización, el rito puede dividir o puede unir. Puede imponer o puede acoger. Puede ser espectáculo o puede ser comunión.

La Eucaristía no es propiedad de unos pocos. Es mesa compartida. Es lugar donde todos —clérigos y laicos, jóvenes y ancianos, buscadores y creyentes— pueden encontrarse con el Dios que se hace pan, palabra, gesto compartido.

Reconciliar no es uniformar. Es acoger. Es permitir que el gesto compartido nos devuelva al centro. Cuando el rito se vive como encuentro, el Reino se hace presente.

🌾 4. Del altar a la calle: liturgia y vida

La liturgia no termina con la bendición final. Comienza allí. Lo que celebramos en el altar está llamado a encarnarse en la calle, en la casa, en el trabajo, en el dolor y en la esperanza del pueblo.

El gesto litúrgico —el compartir el pan, el saludo de paz, la escucha de la Palabra— nos enseña a vivir de otra manera. A partir el pan con los pobres, a reconciliarnos con los que nos duelen, a escuchar sin juzgar.

Celebrar bien es aprender a vivir bien. A bendecir la mesa familiar, a guardar silencio interior en medio del ruido, a reconocer el rostro de Cristo en el que sufre.

Conclusión: celebrar para transformar

La liturgia es escuela, es cuerpo, es puente, es impulso. No es un paréntesis sagrado: es el corazón que late en medio de la vida. Celebrar bien es aprender a vivir con hondura, con ternura, con fidelidad.

Que lo que celebramos transforme lo que vivimos. Que el pan partido nos haga más generosos. Que la Palabra escuchada nos haga más compasivos. Que el silencio compartido nos haga más disponibles.

La liturgia no es propiedad de unos pocos. Es el lugar donde el Espíritu sigue haciendo nuevas todas las cosas.

(P. Valls)

martes, 9 de septiembre de 2025

ÍDOLO: CUANDO EL MISTERIO DIVINO QUEDA COHIBIDO EN UNA IMAGEN FIJA

 

"Un ídolo no es necesariamente un dios representado en forma de animal, un becerro de oro o una pequeña estatua sin respiración, que necesita ser transportada, tal como se describe en las Escrituras hebreas. Más bien comparte la naturaleza del ídolo cualquier representación de lo divino usada de tal modo que se pierda de vista su carácter simbólico y evocativo. Un ídolo hace acto de presencia siempre que una imagen o concepto de Dios ocupa el horizonte cerrando el paso a otros y siempre que este símbolo exclusivo acaba siendo literalizado hasta el punto de quedar suprimida la distancia entre él y la realidad divina. Entonces una imagen comprensible, en lugar de desvelar el misterio, lo que hace es distorsionar la realidad. El misterio divino queda cohibido en una imagen fija, petrificada. Al mismo tiempo, el impulso religioso es maniatado, conduciendo a la inhibición del crecimiento de los seres humanos mediante la prevención de ulteriores búsquedas y hallazgos. 

 A lo largo de las tradiciones judía y cristiana los pensadores proféticos han desafiado la propensión del corazón humano a evitar al Dios vivo domesticando la libertad del misterio divino y convirtiéndolo en una divinidad más manejable. Profetas y pensadores religiosos han insistido desde antiguo en la necesidad de hacer pedazos los falsos ídolos y de escapar de su abrazo en busca del Dios vivo, aunque el lenguaje utilizado se convierte a su vez en candidato a la crítica si se examina de cerca. El proceso no acaba nunca, pues el misterio divino es insondable. En el lenguaje de la patriarquía C. S. Lewis capta el asunto con una claridad elocuente:

Mi idea de Dios no es una idea divina. Necesita ser destruida de vez en cuando Él mismo se hace pedazos. Él es el gran iconoclasta. ¿No podemos casi decir que esta destrucción es una de las señales de su presencia"

Elizabeth Johnson, La que es

miércoles, 3 de septiembre de 2025

THOMAS MERTON Y LA SAGRADA ESCRITURA

En la obra de Thomas Merton, la Sagrada Escritura no es simplemente un texto para estudiar o aplicar moralmente, sino una fuente viva de encuentro, conversión y contemplación. Aunque no dejó una teología bíblica sistemática, sus diarios, cartas y ensayos revelan una visión profundamente espiritual y existencial de la Escritura. Aquí te comparto algunas ideas clave que emergen de su pensamiento:

📖 1. La Escritura como lugar de encuentro con Dios
Merton veía la Biblia como un espacio donde el alma se encuentra con el Misterio. No se trata de dominar el texto, sino de ser transformado por él. En Leer la Biblia, insiste en que la lectura debe ser orante, humilde y abierta a la acción del Espíritu.

🔥 2. Descubrimiento del Antiguo Testamento y los Profetas
En sus Diarios, Merton narra cómo el contacto con los Profetas lo sacudió interiormente. Isaías, Jeremías, Amós... le revelaron una voz ardiente, incómoda, profundamente humana y divina. Reconocía en ellos una crítica radical a la religiosidad vacía y una llamada a la justicia, que resonaba con su propia vocación contemplativa y profética.

🌱 3. Lectura contemplativa y monástica
Influido por la tradición benedictina, Merton promovía la lectio divina: leer, meditar, orar y contemplar. Para él, la Escritura no debía ser instrumentalizada ni reducida a ideas, sino saboreada lentamente, como semilla que germina en el silencio.


🕊️ 4. La Palabra como semilla de identidad y santidad
En Nuevas semillas de contemplación, Merton escribe: “Las semillas que en todo momento planta la voluntad de Dios en mi libertad son las semillas de mi identidad, de mi realidad, de mi felicidad, de mi santidad”. La Escritura, entonces, no solo informa: forma, revela, fecunda.


🌍 5. Universalidad y apertura interreligiosa
Aunque profundamente cristiano, Merton veía en la Escritura una sabiduría que dialoga con otras tradiciones. Su estudio de textos orientales lo llevó a valorar el lenguaje simbólico, poético y místico de la Biblia. Esta apertura no diluye la fe, sino que la profundiza y la hace más hospitalaria.


martes, 2 de septiembre de 2025

THOMAS MERTON Y EL ZEN (2)

Lo que Merton descubrió en el zen no fue una doctrina alternativa, sino una forma de mirar —una actitud interior que resonaba profundamente con su vocación contemplativa. Él no se “volvió budista”, ni abandonó la oración cristiana; más bien, el zen le ofreció una vía para despojarse de lo accesorio, de las construcciones mentales que a veces entorpecen el encuentro con lo Real.

🌌 Zen como espejo del desasimiento cristiano

Deshacer para abrir: El zen no propone añadir creencias, sino soltarlas. Merton vio en esto una analogía con el desasimiento de los místicos cristianos —Juan de la Cruz, el autor de La Nube del No Saber, y el propio Jesús en su kenosis.

Oración sin palabras: El zen le ayudó a comprender que la oración más profunda no siempre necesita palabras, ni imágenes, ni peticiones. Es estar, simplemente estar, ante el Misterio. Esto lo conectó con su experiencia en el bosque de Gethsemani, donde decía que “la oración es como respirar”.

Simplificación radical: En sus últimos escritos, Merton parece más libre, más ligero. El zen le ayudó a soltar incluso ciertas tensiones teológicas, sin perder fidelidad. Como si hubiera encontrado un modo de ser cristiano más desnudo, más inmediato.

No-dualidad y comunión: Aunque el cristianismo habla de comunión y el zen de no-dualidad, Merton intuía que ambas apuntan a una misma experiencia: la superación del yo separado, la entrada en una unidad que no se puede poseer, solo habitar.


📜 Una imagen que lo resume

En una carta a Suzuki, Merton escribió:

Creo que usted y yo estamos tratando de decir lo mismo, pero en lenguas diferentes.”

Esa frase revela su humildad y su apertura: no buscaba fusionar tradiciones, sino dejar que se iluminaran mutuamente.

RELACIÓN DE THOMAS MERTON CON EL ZEN (1)

La relación de Thomas Merton con el zen no fue una simple curiosidad intelectual, sino una profunda resonancia espiritual que iluminó su camino interior en los últimos años de vida. Su encuentro con el pensamiento zen, especialmente a través del maestro japonés D.T. Suzuki, le permitió explorar una dimensión del silencio, la paradoja y la presencia que dialogaba con su propia experiencia cristiana.

🧘‍♂️ Merton y el Zen: Encuentro entre dos tradiciones

Diálogo interreligioso auténtico: Merton no buscaba sincretismo, sino una comprensión más profunda de la experiencia mística. El zen le ofrecía un lenguaje distinto para hablar del vacío, la no-dualidad y la atención plena, sin contradecir su fe cristiana.

Obra clave: El Zen y los pájaros del deseo: En esta colección de ensayos, Merton afirma provocativamente que “el Zen no enriquece a nadie”, subrayando que su valor no está en añadir conocimiento, sino en despojar al ego y abrirse al momento presente.

Paradoja y humor como vía espiritual: Merton se sintió atraído por el modo en que el zen utiliza el koan, el absurdo y la paradoja para romper las estructuras mentales. Esto resonaba con su propia búsqueda de una fe más libre, menos racionalista.

Silencio compartido: El zen le confirmó que el silencio no es ausencia, sino plenitud. En sus diarios y cartas, Merton expresa cómo el zazen (la meditación sentada) le ayudó a comprender mejor la oración contemplativa cristiana.

Encuentros significativos: En su último viaje a Asia, Merton se reunió con el Dalai Lama, con monjes zen y con Thich Nhat Hanh. Estos encuentros no solo fueron intelectuales, sino profundamente espirituales, marcando su apertura final al “monje universal” que aspiraba ser.

🌿 Una frase que lo resume

El Zen no es una forma de pensar sobre Dios, sino de estar con Dios sin pensar.” — Inspirado en Merton


LA MONTAÑA DE LOS SIETE CÍRCULOS: PRESENTACIÓN

La montaña de los siete círculos
es mucho más que una autobiografía: es una confesión espiritual, una peregrinación interior, y un testimonio de conversión que sigue tocando corazones. Aquí tienes una propuesta de presentación y resumen que puede facilitar su lectura, especialmente en contextos de retiro o formación espiritual:
 
Presentación general

Título: La montaña de los siete círculos
Autor: Thomas Merton
Publicado: 1948
Género: Autobiografía espiritual

Tema central: El camino de conversión de Merton desde una vida secular marcada por el vacío existencial hacia la plenitud interior en la vida monástica trapense.

Propósito del libro:
Merton narra su búsqueda de sentido, su encuentro con la fe católica, y su ingreso a la Abadía de Gethsemani. Escrito con honestidad y profundidad, el libro ofrece una ventana al alma de un hombre que descubre que el verdadero hogar está en Dios.

📚 Estructura y resumen temático

El libro no está dividido en capítulos temáticos explícitos, pero puede abordarse en siete grandes “círculos” o etapas espirituales, inspirados en el título:

1. Infancia y raíces familiares
Merton describe su niñez entre Europa y Estados Unidos, marcada por la muerte de sus padres y una sensación de orfandad espiritual.
Se percibe ya una sensibilidad artística y una inquietud interior.

2. Juventud y búsqueda intelectual
En la Universidad de Columbia, se sumerge en la literatura, la filosofía y el hedonismo.
Su vida está llena de contradicciones: brillante intelectualmente, pero vacío espiritualmente.

3. Encuentro con la fe
A través de lecturas (como San Agustín y Gilson) y amistades providenciales, Merton se acerca al catolicismo.
Su conversión no es instantánea, sino fruto de una lucha interior profunda.

4. Bautismo y vida cristiana
Se bautiza en 1938 y comienza a vivir con intensidad su fe.
Descubre la oración, la liturgia y la necesidad de una entrega más radical.

5. Vocación monástica
Siente el llamado a la vida contemplativa y entra en la Abadía de Gethsemani en 1941.
Describe con detalle su experiencia de silencio, obediencia y trabajo manual.

6. Transformación interior
La vida monástica lo purifica y lo libera.
Merton encuentra en la clausura una nueva libertad: la de vivir para Dios.

7. Testimonio y misión
Aunque vive en silencio, su voz se amplifica a través de sus escritos.
El libro se convierte en un puente entre el mundo secular y la vida contemplativa.

Claves para la lectura espiritual
No es solo una historia personal, sino una invitación a mirar nuestra propia vida como camino de conversión.
La honestidad de Merton permite que el lector se identifique con sus dudas, caídas y búsquedas.
El estilo es literario y profundo, pero accesible si se acompaña con pausas, reflexión y diálogo.

martes, 19 de agosto de 2025

THOMAS MERTON: UNA VOZ PROFÉTICA FRENTE A LA GUERRA

Como acompañante espiritual y facilitador de retiros, he aprendido que el silencio no es evasión, sino compromiso. En estos tiempos marcados por conflictos visibles e invisibles, vuelvo a la figura de Thomas Merton, cuya vida monástica no lo apartó del mundo, sino que lo hizo más sensible a su dolor. Esta entrada nace del deseo de compartir cómo la contemplación puede convertirse en una voz profética frente a la guerra.

🔥 De la celda al clamor profético

La conciencia de Thomas Merton frente a la guerra no surgió de una ideología política, sino de una transformación espiritual que lo llevó a mirar el sufrimiento humano con ojos cada vez más compasivos. En los primeros años de su vida monástica, Merton se centró en la interioridad, la oración y la búsqueda de Dios en el silencio. Pero a medida que su contemplación se profundizaba, comenzó a sentir que ese silencio debía incluir una escucha activa del mundo.

Fue en la década de 1950, especialmente tras la Guerra de Corea y en medio de la carrera armamentista nuclear, cuando Merton empezó a escribir con mayor libertad sobre la amenaza de la violencia. En La raíz de la guerra es el miedo, publicado en 1962, Merton identifica el miedo como el motor oculto de la guerra moderna: miedo al otro, miedo a perder poder, miedo a la propia vulnerabilidad. Para él, la guerra no era simplemente un conflicto entre naciones, sino una manifestación del desorden interior que habita en el corazón humano.

La violencia no es una fuerza creativa. Es la expresión del miedo, del egoísmo y de la desesperación.”

En FE Y VIOLENCIA, Merton se pregunta si la fe cristiana puede seguir siendo fiel al Evangelio mientras justifica estructuras violentas. Su crítica no es ideológica, sino evangélica: el cristiano está llamado a amar al enemigo, no a eliminarlo. Esta tensión lo llevó a escribir con creciente urgencia sobre la guerra de Vietnam, el racismo en Estados Unidos y la injusticia global.

Durante estos años, Merton mantuvo correspondencia con activistas, monjes budistas, poetas y líderes sociales. Su amistad con Thích Nhất Hạnh, por ejemplo, lo llevó a descubrir una espiritualidad de la compasión activa. En sus cartas a jóvenes comprometidos con la paz, Merton no ofrecía estrategias políticas, sino una invitación a vivir desde la verdad interior, desde una paz que nace en el corazón y se traduce en acción no violenta.

En Conjeturas de un espectador culpable, Merton escribe como quien contempla el mundo desde una celda, pero con el corazón abierto a su dolor. Se reconoce como parte del problema, como alguien que no puede mirar el sufrimiento ajeno sin sentirse implicado. Su contemplación lo lleva a una forma de profecía silenciosa: no grita, pero tampoco calla.

El silencio auténtico no es indiferencia. Es la raíz de una palabra verdadera.”

Este despertar lo llevó a tensiones con sus superiores monásticos, que temían que sus escritos sobre la guerra fueran demasiado políticos. Algunos textos fueron censurados o publicados póstumamente, como Paz en tiempos de oscuridad, donde Merton articula con claridad su visión de una paz que nace de la conversión interior y la solidaridad con los pobres y los heridos por la violencia.

La postura de Merton encuentra eco en las palabras de Jesús en el Sermón del Monte:

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.”
(Mateo 5,9)

Para Merton, esta bienaventuranza no era una consigna piadosa, sino una vocación radical que exige conversión, humildad y valentía.


Merton no fue un activista convencional, pero su contemplación lo convirtió en una conciencia despierta. Su legado nos invita a mirar el mundo desde la compasión, a orar con los ojos abiertos, y a creer que el amor —no la violencia— es la única fuerza redentora. En medio de nuevas guerras y viejas heridas, su voz sigue resonando como un susurro firme: “La paz comienza en ti.”

🙏 
Oración final

Señor de la paz,
enséñanos a escuchar el mundo desde el silencio,
a mirar al otro sin miedo,
y a responder con compasión donde haya violencia.
Que el testimonio de Thomas Merton
nos inspire a ser sembradores de paz
en medio de la noche del mundo.
Amén.

jueves, 14 de agosto de 2025

UN DESIERTO LLAMADO COMPASIÓN

🌵 Un desierto llamado compasión: Thomas Merton y la paradoja del amor profundo

Hay palabras que no aparecen a primera vista, pero que atraviesan una obra como un hilo invisible. En los escritos de Thomas Merton, la compasión es una de ellas. Al principio pensé que no figuraba en los diccionarios ni en los índices temáticos. Pero al buscar con más atención, descubrí que sí está: aparece como voz propia, y en el índice analítico se recogen más de 40 citas donde la compasión se hace presente.

Además, el diccionario temático de su obra vincula la voz compasión con otras que forman parte de su núcleo espiritual: misericordia, no violencia y contemplación. Esta red de significados revela que para Merton, la compasión no es solo una actitud afectiva, sino una forma de estar en el mundo que nace de la contemplación, se expresa en la misericordia, y se traduce en una vida de no violencia.

Este hallazgo me hizo pensar en cómo lo esencial, a veces, se esconde. No por ausencia, sino por profundidad. Como si la compasión en Merton no necesitara gritar su nombre, porque ya está en el tono, en la mirada, en la forma de estar en el mundo.

Una frase de sus diarios me acompaña desde hace tiempo:

¿Cuál es mi nuevo desierto? Su nombre es compasión. No existe un yermo tan terrible, tan bello, tan árido y tan fructífero como la compasión.”

Cuando leí esas palabras por primera vez, sentí que Merton me hablaba desde un lugar muy hondo. La compasión no como emoción pasajera, sino como experiencia espiritual. Como desierto. Un lugar donde se pierde lo que ya no sirve, donde se quema lo que no es esencial, y donde —si uno se queda lo suficiente— brota algo nuevo.

Esta imagen me recuerda al profeta Oseas, que dice:

La atraeré al desierto y hablaré a su corazón…” (Oseas 2:14)

El desierto, en la tradición bíblica, es lugar de encuentro. De intimidad. De escucha. Y también de prueba. Merton lo sabía bien. En su vida monástica, en su retiro, en sus luchas interiores, descubrió que la compasión es ese terreno árido donde uno se encuentra con el dolor del otro, sin máscaras. Y que ese encuentro, aunque duela, puede fecundar el alma.

La compasión, para Merton, no es sentimentalismo. Es contemplación encarnada. Es mirar al otro con los ojos de Dios, sin juicio, sin prisa, sin necesidad de corregir. Es dejarse tocar por el sufrimiento ajeno, y permitir que ese sufrimiento nos transforme.

Él mismo lo expresa con claridad:

La contemplación no tiene sentido para alguien que no intente cultivar la compasión por los demás.”

Esta frase no solo ilumina su pensamiento, sino que lo desafía. Nos recuerda que la vida espiritual no puede ser evasión, ni refugio cómodo. La contemplación verdadera nos lleva al corazón del mundo, allí donde el dolor y la belleza conviven, y donde la compasión se vuelve camino.

🌏 Epílogo: La compasión como puente entre tradiciones

En los últimos años de su vida, Thomas Merton descubrió que la compasión no era solo un camino cristiano, sino una verdad universal. Al encontrarse con el budismo zen, con el Dalái Lama, con monjes tibetanos y japoneses, reconoció que el corazón contemplativo late también en otras tradiciones. Y que ese latido común es la compasión.

Más allá de las diferencias doctrinales, Merton vio que el verdadero diálogo espiritual ocurre cuando dos almas se encuentran en el desierto del amor. Allí donde no hay necesidad de convencer, sino de comprender. Allí donde la compasión no es teoría, sino presencia.

Hoy, en medio del ruido, la polarización, la prisa, esta compasión silenciosa parece un acto de resistencia. Un camino espiritual. Un desierto que no todos quieren atravesar, pero que guarda una promesa: si nos atrevemos a entrar, algo en nosotros puede renacer.

Fray Manuel de Jesús, ocd

domingo, 10 de agosto de 2025

THOMAS MERTON: LA CONVERSIÓN COMO DESPERTAR

La conversión como despertar: Thomas Merton y el camino hacia lo esencial

La palabra “conversión” suele evocar imágenes de ruptura, de cambio drástico, de antes y después. Pero en Thomas Merton —y también en mi propia vida— la conversión fue más bien un despertar. No fue una decisión estratégica, ni una adhesión doctrinal. Fue una rendición silenciosa ante una Presencia que ya estaba allí, esperando ser reconocida.

Merton, monje trapense, escritor incansable y buscador de Dios, se ha convertido para mí en un compañero de camino. Su historia, narrada con crudeza y belleza en La montaña de los siete círculos, me habla al corazón. Porque como él, yo también fui alcanzado por la gracia en medio del ruido, la confusión y la sed de sentido.

🧭 Una autobiografía espiritual

Antes de entrar al monasterio de Gethsemani, Merton vivió una vida marcada por el arte, la bohemia y el desencanto. Su juventud fue una peregrinación sin mapa, donde el placer y la intelectualidad no lograban calmar una inquietud más profunda. En su autobiografía, no oculta sus heridas ni sus búsquedas fallidas. Y eso lo hace cercano.

Lo que lo llevó a la fe no fue una catequesis bien estructurada, sino una experiencia interior que lo desbordó. En medio de la ciudad, en una iglesia cualquiera, algo lo tocó. Algo que no sabía nombrar, pero que lo llamaba con fuerza. Ese momento fue el inicio de una transformación que no terminó con el bautismo, sino que apenas comenzaba.

🌌 La conversión como apertura a la gracia

Merton entendió que convertirse no es conquistar algo, sino dejarse conquistar. Es abrirse a la posibilidad de que Dios no está lejos, sino dentro, esperando que uno se detenga. La conversión, en su caso, fue una apertura radical a la gracia. Una gracia que no lo juzgó, sino que lo abrazó.

En mi propia historia, esa apertura también fue silenciosa. No hubo relámpagos ni voces celestiales. Hubo una comunidad que me acogió sin condiciones, una liturgia que me habló sin palabras, y una presencia que me fue revelando que no estaba solo. Como Merton, descubrí que la fe no es una meta, sino un camino. Y que ese camino comienza cuando uno se deja encontrar.
}
🔥 De la fe al compromiso

La conversión de Merton no lo encerró en sí mismo. Al contrario, lo abrió al mundo. Desde su celda monástica, comenzó a escribir sobre la guerra, la injusticia, el racismo, el diálogo interreligioso. Su contemplación lo hizo profeta. Porque quien ha sido tocado por la gracia no puede permanecer indiferente ante el sufrimiento ajeno.

En mi ministerio pastoral, esa dimensión también ha sido esencial. La fe no me llevó al aislamiento, sino al encuentro. Al compromiso con comunidades heridas, con personas en búsqueda, con realidades que claman por esperanza. Merton me enseñó que la oración no nos aleja del mundo, sino que nos da ojos nuevos para verlo.

🌱 Resonancias para hoy

En un mundo saturado de ruido, de distracciones y de urgencias, ¿Qué significa convertirse? Tal vez significa detenerse. Escuchar. Reconocer que hay una sed que no se calma con consumo ni con éxito. Que hay una voz que nos llama desde dentro, y que esa voz es amor.

La historia de Merton, como la de tantos conversos, nos recuerda que la conversión no es un evento, sino un proceso. Un camino que se recorre cada día. Un volver al origen. Un dejarse amar.

🙏 Cierre: Una invitación al lector

La vida espiritual es, en última instancia, la vida real. Es la vida de cada uno de nosotros en su más profunda verdad.” (Thomas Merton)

Si estás leyendo esto y sientes que algo te falta, que algo te llama, tal vez estás en camino. No tengas miedo. La conversión no es perderse, sino encontrarse. Y como Merton, como tantos otros, descubrirás que el centro de tu vida no está en ti, sino en Aquel que te creó para amar.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

AMIGOS DE THOMAS MERTON.

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.