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martes, 11 de febrero de 2020

DUALISMOS. EL ESCRITOR THOMAS MERTON. 2

Continuamos compartiendo fragmentos del artículo sobre Merton "Un Spectrum de Dualismos, Merton contra sí mismo" de la escritora norteamericana Alice Mayhew, recientemente fallecida. Les decíamos en una entrada anterior con la primera parte del mismo, que fue publicado originalmente en 1969 en la revista Commonweal  y que, a la muerte de su autora, fue seleccionado por colegas y amigos para honrar su memoria. 


"Merton daba conferencias, escribía poemas, preparaba publicaciones oficiales de Getsemaní,  compilaba una historia de la Orden, traducía, dirigía novicios, contestaba y escribía  cartas, mantenía el diario que nos habla de todo este conflicto y escribía el libro Semillas de contemplación,  sobre la vida meditativa. "Sale el sol", escribió, "y con él también la máquina de escribir". Días muy ocupados  y distraídos para alguien cuyos pensamientos giraban en torno al deseo de soledad (también leyó con voracidad, queda claro en sus textos) y para quien, al mismo tiempo, trataba de resistir o expulsar al mundo con ambas manos.



"Una oscuridad encantadora, un sol encantador que brilla en un mundo que, por lo que a mí respecta, ya ha terminado". Que tenga cuidado de no ser envenenado por el mundo, por su propia escritura. En 1947, existía la noción platónica de que lo real, la única acción importante, era lo que fue removido o arrebatado del mundo (la soledad, incluso en el monasterio, era tiempo robado). En el diario que se publicaría como El signo de Jonás  y que cubre sus primeros años en el monasterio, Merton escribió que "incluso mis contactos con el exterior, con el mundo de los escritores y de las personas que publican y de las personas que se insultan unos a otros por el arte, tienen sus ventajas. Veo cuán en serio los hombres toman las cosas y cuán poco se benefician con su seriedad ".

Este asunto sobre su trabajo como escritor seguramente fue un gran conflicto para él y, en mi opinión, un aspecto de su búsqueda de identidad como contemplativo . También, un aspecto primordial  para el pensamiento siempre dominante en Merton, que posteriormente modificó:  la noción dualista de que había dos “ciudades” distintas , una para Dios y otra “ para Ellos”. Este dualismo lo colocó con un pie en el éxtasis total  y con el otro pie  en el mundo ruidoso y problemático de Nosotros, aquellos para quienes escribió.




No obstante, sus primeros escritos traicionan la auto conciencia habitual del escritor.  En septiembre de 1949, escribe: "Si estuviera más inmerso en la Regla de San Benito, sería un mejor escritor". Habla de su escritura como si no fuera solo una predilección, pero parece darse cuenta más tarde de su particular vocación monástica.  Dice en abril de 1949: “Pero cuando me digo a mí mismo: 'No soy escritor, he terminado', en lugar de estar molesto, estoy lleno de una sensación de paz y alivio, tal vez porque ya pruebo , con anticipación, la alegría de la liberación. . Por otro lado, si no me liberan de la escritura porque fracaso, tal vez pueda continuar e incluso tener éxito en esto, pero gracias al poder del Espíritu Santo, que sería la mayor liberación ".

Esta declaración, al principio me resulta muy molesta y contradictoria,  pero pienso que la vida monástica de Merton finalmente dio sus frutos en un proceso en el que llegó a  cerrar esta brecha en  él y en los demás. Después de haber mirado la brecha entre el mundo y Dios como si fuera un abismo imposible de cruzar ("uno de nosotros tiene que morir", dijo de los dos Mertons ), saltó y vivió para compartir los frutos de su contemplación con otros hombres, aprendió a conocer, dicho en sus propias palabras,  “al Cristo de los hombres abrasados".


lunes, 10 de febrero de 2020

EL ESCRITOR THOMAS MERTON. 1


El artículo que reproducimos a continuación, fue publicado en la revista Commonwel por la escritora y editora norteamericana Alice Mayhew en 1969. Con motivo de su muerte hace apenas una semana, colegas y amigos han escogido para recordarla este texto suyo sobre Merton escritor.


“Himmler, 4 de octubre de 1943, en un discurso a los generales de las S.S. : “La mayoría de ustedes seguro que sabe lo que significa que 100 cadáveres yazcan uno junto a otro, ó 500, ó 1,000.       Haberlo resistido, y al mismo tiempo -excepciones debidas a la debilidad humana,aparte- haber seguido siendo buenos compañeros, es lo que nos ha hecho fuertes. 
Esta es una página de gloria en nuestra historia que nunca se había escrito antes,  y nunca se escribirá ".

"Pues perdone, señor general", escribió Thomas Merton, " yo no puedo dejar de escribirlo".




Merton se había quejado amargamente de su trabajo como escritor desde el comienzo de su vida monástica en las colinas de Kentucky, en Getsemaní, en 1941, pero escribió prolíficamente durante los siguientes 27 años de su vida, hasta que murió en Tailandia en diciembre de 1968, 27 años después del  día en que llamó a las puertas de Getsemaní. Es cierto que sus abades le ordenaron escribir, pero también se ve claramente que no podía abstenerse de hacerlo, en parte porque era un artista, pero también porque estaba cada vez más preocupado por tener un contacto significativo con el "mundo", con lo que era bastante quisquilloso de su juventud.

 Merton escribió y escribió, a pesar de que La montaña de los siete círculos y El signo de Jonás están llenos de quejas y auto recriminaciones ;  en él hubo una lucha interna entre las órdenes de sus superiores y su propio deseo de escribir. No solo escribió más de tres docenas de libros de poemas, meditaciones, historia e investigación espiritual, sino que mantuvo una voluminosa correspondencia con personas de todo el mundo. Su carrera editorial no se detuvo con su muerte: una novela temprana, My argument with the Gestapo, escrita antes de ingresar a los trapenses, fue publicada por Doubleday en el verano de 1969; y New Directions acaba de publicar un mosaico de poemas y sueños, llamado The Geography of Lograire.

No tengo dudas de que su carrera está lejos de terminar ahora, o de que lo que está por publicarse nos mostrará más sobre a dónde iba o a dónde pensaba ir este hombre extraordinario, este escritor extraordinariamente talentoso. Al final de su vida se interesó por el budismo y escribió un libro llamado Místicos y maestros zen y otros artículos sobre el misticismo oriental. Ya nos había dicho  antes, en su best seller autobiográfico La montaña de los siete círculos que en su juventud en 1937 y 1938, había saqueado las estanterías de la biblioteca de la Universidad de Columbia en busca de libros sobre la espiritualidad del Este. En cierto sentido, su vida parecia un círculo cerrado y en otro, una  emocionante línea recta que avanza adelante. Tenía muchas ideas sobre muchas cosas. Me resultó desagradable cuando tuve la impresión de que era elitista y que miraba con condescendencia el mundo de fuera de los muros del monasterio.  Pero no era así, con frecuencia mostraba el mismo desacuerdo con el mundo de dentro del monasterio.

Su actitud con respecto a sus escritos desvela la naturaleza de las tentaciones de Merton con los dualismos.  En La montaña de los siete círculos nos cuenta sus primeros recelos sobre su carrera de escritor;  cuando quiso escribir por primera vez después de su ingreso en la abadía, habló sobre ello con su abad, que no tardó en captar la indirecta (después de todo, Merton ya era escritor al ingresar al monasterio:  aparte de la novela recién publicada, había destruido tres obras  y media de ficción, pero conservaba su poesía).



Fue un momento de gran actividad para Getsemaní, aunque disminuyó más tarde.  El monasterio atraía a muchos candidatos, establecía numerosas casas filiales, recibía mucha atención del mundo laico y se le pedían muchos consejos. Los estantes para folletos en la casa de huéspedes de Getsemaní comenzaron a llenarse con folletos titulados "Un trapense dice ...", "Un trapense declara ...", "Un trapense implora ...", "Un trapense afirma ...". Merton comenta Irónicamente:  incluso algo sobre la vida contemplativa. 

En cuanto a su primer libro, Treinta poemas, se publicó a finales de 1944.  Merton, el monje poeta, el escritor publicable, se convierte en Merton, el activo explotable y se le ordena escribir; ahora Merton el escritor (porque escribir no es contemplación  y escribir es lo que el viejo Merton, el Merton mundano, había querido hacer) se convierte en Merton el enemigo

"Así que no es difícil ver", escribe en La montaña… "que esta es una situación en la que mi doble, mi sombra, mi enemigo Thomas Merton, el viejo marino, tiene cosas a su favor." Si sugiere libros sobre la Orden, se escuchan sus sugerencias. Si piensa en poemas para imprimir y publicar, sus pensamientos son escuchados. Parece que no hay razón para que no pueda escribir para revistas…



En su más profundo interior, Merton no creía que escribir fuera la voluntad de Dios para él. Pero el Padre abad había dicho: "Quiero que siga escribiendo poemas", y lo exhortó a escribir algo "para hacer que la gente ame la vida espiritual". Entonces continuó escribiendo; hay pública constancia, excepto las miles de cartas que continúan en posesión de los destinatarios de todo el mundo. Con la publicación de La montaña de los siete círculos, Merton se convirtió en una celebridad internacional, el escritor espiritual más popular de su tiempo. Pero después de que el libro ya había recorrido un amplio camino, Merton se queja: “Me sorprendí pensando : y si lo hicieran en una película y Gary Cooper fuera el protagonista? ”

En su diario El signo de Jonás queda claro  que tanto la orden recibida del abad  como la de su propio corazón impulsándolo a escribir, continuaron perturbando su paz. Al mismo tiempo, estaba luchando por encontrar lo que implicaba su vocación como contemplativo, pensando en dejar la comunidad para unirse a los cartujos más ermitaños , y luchando por encontrar o descubrir cómo podía obtener la soledad que sabía que era requisito para la comunión que buscaba con Dios."  

                                (continuará en una próxima entrada)


jueves, 6 de febrero de 2020

THOMAS MERTON: CONTADO POR ÉL Y POR OTROS

Merton contado por Merton: La vocación cristiana y monástica de Thomas Merton está íntimamente vinculada con su vocación como escritor. Disponemos de un amplio material autobiográfico, conformado por el relato que hizo de su vida y conversión, y que termina con su entrada y primeras experiencias  en Getsemaní; sus diarios, que abarcan prácticamente toda su vida[1], y luego, su correspondencia con interlocutores de lugares y posturas muy diversas. A través de estos escritos podemos seguir el itinerario espiritual de Merton, incluso de los momentos menos felices de su vida y de sus tropiezos en su proyecto de alcanzar la perfección cristiana. Estos pueden ser completados con pasajes del resto de sus obras en la que intenta sistematizar su experiencia de fe, la de su familia religiosa y la de la Iglesia, en lo que refiere a la vida interior. El relato más conocido de Thomas Merton es, sin lugar a dudas, su autobiografía, titulada La montaña de los siete círculos[2]

Es importante conocer que no se trata de un mero ensayo biográfico, sino que es una autobiografía novelada, que recrea su vida, a partir de un modelo particular de relato centrado en la conversión del protagonista. La autobiografía de Merton se suma a otros textos cristianos del mismo estilo y que comparten un mismo propósito: comunicar una experiencia de fe y tocar así el corazón del lector. No todo lo que Merton va narrando ha de recibirse como “exactamente” histórico; los acontecimientos sí, pero su lectura de ellos es una lectura de fe, en un momento de su vida, en un lenguaje y con una perspectiva peculiar, propia también de la etapa espiritual que está viviendo cuando escribe. Es desde esta perspectiva que revisa toda su vida pasada, y la vuelca dentro de una estructura literaria particular. Esto es importante para poder entender el alcance de sus afirmaciones, y luego la transformación que tiene lugar en Merton, en la medida en que va madurando como consagrado, como escritor y como contemplativo. 

Merton contado por otros: La biografía oficial de Thomas Merton fue escrita por Michael Mott en la década del 80 del pasado siglo[3]; también otros han intentado una comprensión de su itinerario existencial, como es el caso de Mónica Furlong[4], J.E. Bamberger[5], R.E. Daggy, Jim Forest y Henri Nouwen. Si en el mundo anglosajón se mantuvo el interés por Thomas Merton después de su muerte, en el mundo hispano fue decayendo progresivamente; en la década del 90 del pasado siglo apenas había alguna que otra reedición de sus obras o estudios sobre ellas. Fue pionero en España el trabajo que realizaron Fernando Beltrán Llavador y Francisco R. de Pascual, en la recuperación del legado de Merton. De 1996, es el estudio La contemplación en la acción. Thomas Merton, de Fernando Beltrán, que supone un conocimiento amplio del tema y una profundización en la espiritualidad del monje trapense[6]. Presenta una semblanza de la vida y la obra de Merton, calificándolas, la primera como “testimonio de un monje del siglo XX”; y la segunda, como “una inmensa carta de amor al mundo”. Luego, en la segunda parte, que titula “El vuelo monástico”, intenta sistematizar ya el paradójico pensamiento de Merton que oscila entre dos polos: soledad y sociedad


Francisco R.de Pascual ha preparado la edición de "Escritos Esenciales. Thomas Merton", publicada por Sal Terrae, en el año 2006. A la selección esmerada de los textos de Merton precede una cronología de su vida y obra, y una introducción en la que pretende también presentar una especie de guía biográfico-doctrinal sobre la que luego desplegará una selección de textos de la obra de Merton[7]. Así, todo el libro gira sobre unas coordenadas que recogen de modo esencial las ideas fundamentales desarrolladas por Merton a lo largo de su vida y de su obra. Los títulos de estas son: Entrar en el mundo es gracia; Libre por naturaleza; Intuiciones difíciles; Un submarino en el fondo del mar; Mi lugar en el mundo; De la soledad a la compasión; y La visión unificada y la integración final. Como se puede constatar estas aluden a una comprensión concreta de la vida de Merton, que apuntan a su vez a la manera que este tuvo de buscar la santidad cristiana en su vocación personal, como bautizado y como consagrado también. 

Una religiosa española, que ha trabajado durante muchos años en Asia ha dedicado también parte de su tiempo a estudiar la vida y la obra de Thomas Merton, y como resultado ha editado dos libros, breves, pero sugerentes sobre la vida y la obra del monje trapense, y en especial sobre su vínculo con lo español; me refiero a María Luisa López-laguna, y sus libros Thomas Merton: una vida con horizonte, y Ni ángel ni estatua. El sacerdocio en los escritos de Thomas Merton, en Ediciones San Pio X[8]

Otra obra, clásica, traducida a nuestro idioma, es la de Jim Forest[9], que fuera amigo de Thomas Merton, y vinculado al movimiento social de la década del 60 en los Estados Unidos. Lo que esta aporta fundamentalmente a la biografía de Merton es su acercamiento de primera mano al compromiso que el monje tuvo con los movimientos por la paz y el desarme, además de leer la vida del monje desde una comprensión laica, que permite participar de las dudas que muchos manifestaron a Merton acerca de su permanencia en el monasterio en la década del 60, en medio de un fuerte movimiento contestatario, tanto social como religioso. 

Mención aparte merece el estudio realizado por Henri Nouwen, en el año 1981[10], y que también está vertido al español[11]. Los títulos de los acápites que Nouwen desarrolla resultan también clarificadores para comprender las intuiciones que este tuvo sobre TM: del sarcasmo a la contemplación, el camino hacia el silencio, conquistando la soledad, desenmascarando la ilusión y el descubrimiento de Oriente

Por último, en la biografía de Ramón Cao Martínez, que nos presenta el itinerario vital de TM en 5 etapas fundamentales, los títulos son también importantes para comprender de modo general el proceso de maduración humana y espiritual del biografiado: Hogares cambiantes (infancia), De la furia al silencio (juventud y conversión), En el vientre de una paradoja (maduración espiritual), Desierto y comunión (Soledad y compromiso), y El viaje de un sin hogar (El final del camino). Esta es una biografía breve, pero muy completa, que recoge los momentos básicos de la vida de TM. 

Finalmente, quiero mencionar en este sentido la tesis de licenciatura presentada en la Universidad de Comillas (Madrid) por Elvira Rodena, titulada “Thomas Merton, una propuesta de vida interior”, año 2005. 

Notas:

[1] La edición completa de los Diarios de Thomas Merton, en siete volúmenes, ha sido publicada por la editorial Harper-San Francisco, con los siguientes títulos: Run to the Mountain; Entering the silence; The search for Solitude; Turning Toward the World; Dancing in the Water of Life; Learning to Love, y The other Side of the Mountain. En español se ha publicado un resumen de estos 7 diarios en dos volúmenes: La vida íntima de un gran maestro espiritual: vol. I Diarios (1939-1960), y Vol. II Diarios (1960-1968), edición a cargo de P. Hart y J. Montaldo, Barcelona, Ed. Oniro, 2000 y 2001. 


[2] Este libro ha sido traducido a más de 28 lenguas. En español conozco tres ediciones recientes: Porrúa (México, 1999), Sudamericana (Buenos Aires, 2005), y Edhasa (Barcelona, 2008). En inglés, Harvest Books (Anv. Editión, 1999); en alemán, Der mönch der sieben stufen, Patmos (2000); la edición británica, abreviada, se tituló Elected Silence. Aquí utilizamos: T. Merton, La montaña de los siete círculos, Barcelona, EDHASA, 2008, que citaremos siempre como M7C. 


[3] M. Mott, The seven mountain of Thomas Merton, Boston, Houghton Mifflin, 1984, 690 p. Biografía amplia, con muchos detalles sobre la vida, las amistades y vínculos de TM más allá del monasterio; incluye una lista de sus obras y un excelente índice temático. No ha sido todavía publicada en español. 


[4] M. Furlong, Merton: A Biography, San Francisco, Harper & Row, 1980 (La edición revisada es la de Liguori, 1995, 327 p). Libro bien escrito y documentado, aunque no trata en profundidad el interés de TM por Oriente, ni alcanza a comprender del todo su vocación monástica. Interesantes intuiciones acerca de la humanidad de Merton, tal y como apunta F. Beltrán, en LCA, 41-42. 


[5] J. E. Bamberger fue discípulo de TM en Getsemaní; en la bibliografía se recogen varios artículos suyos sobre TM. 


[6] F. Beltrán Llavador, La contemplación en la acción. Thomas Merton, Madrid, San Pablo, 1996. Hay que añadir aquí una publicación más reciente de este mismo autor en la misma cuerda, titulada La memoria encendida, Biblioteca Javier Coy d´estudios nordamericans. 2005, 212 p. 


[7] F.R. De Pascual (Ed), “Introducción: Teología prometeica: solo y unido a todos”, en: Thomas Merton. Escritos Esenciales, Santander, Sal Terrae, 2006, 33-75. 


[8] M.L. López laguna, Thomas Merton, una vida con horizonte, Madrid, San Pio X, 1998, 222 p. y Ni ángel ni estatua. El sacerdocio en los escritos de Thomas Merton, Madrid, San Pio X, 1999, 107 p. 


[9] J. Forest, Thomas Merton. Vivir con sabiduría, Madrid, PPC, 1997, 240 p. Lectura agradable, que contribuye indudablemente a ofrecer una imagen menos idealizada y más encarnada del monje trapense. 


[10] H. Nouwen, Encounters with Thomas Merton; spiritual reflections, The crossroad Publishing Company, 2004. En español: H. J. Nouwen, Encuentros con Merton. Reflexiones espirituales, Buenos Aires, EDIBESA, 2005, 107 p. 


[11] Para comprender el valor de las afirmaciones que sobre Merton aparecen en esas páginas citamos a quien fuera discípulo de Merton, y es hace años abad del Monasterio de Genesee, John Eude Bamberger: “Henri Nouwen estuvo con Merton sólo una vez; sin embargo, a causa de una afinidad de sentimientos y percepción logró comprender la principal fuerza motivadora de la vida de Merton: meditación y oración. Pudo reconocer esta fuerza con mayor certeza y profundidad que algunos que, aseverando haber sido amigos íntimos de Merton, pasaron por alto el hilo conductor de su trabajo y de su vida por falta de afinidad con su visión de Dios, de la humanidad y del cosmos”. 

sábado, 1 de febrero de 2020

PORQUE MIS OJOS HAN VISTO...

Con frecuencia, buscamos el sentido “fuera”, en algún acontecimiento, circunstancia o persona que pudiera “salvarnos” de una situación que percibimos “incompleta” o “defectuosa”. Sin embargo, lo adecuado no es mantener la esperanza en “algo” que transformaría nuestra vida, sino modificar nuestra mirada para ser capaces de ver en profundidad. Todo es ya ahora; lo único que necesitamos es verlo.

Ahora bien, para verlo, es preciso acallar la mente, tal como insistía Krishnamurti: “Solo una mente en silencio puede ver la verdad, no una mente que se esfuerza por verla”. Lo cual implica un entrenamiento perseverante en la práctica meditativa para, más allá de los vaivenes mentales y emocionales, más allá también de la inercia mental que busca en todo momento el protagonismo, ejercitarnos en saborear el Silencio…, hasta reconocernos en él.

Somos Silencio consciente, que se expresa y despliega en la “persona” que nuestra mente percibe. Cuando nos anclamos en el Silencio, todo se hace luminoso ante nuestros ojos. Y es entonces cuando podemos hacer nuestro el canto del anciano Simeón: “Ahora puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto”. Porque el Silencio -que somos y que se manifiesta en la práctica meditativa de “solo ser / solo estar”- es Paz y es Gozo, “Perfecta Brillante Quietud”.

¿Me abro a ver lo que hay “más allá” de la mente, cuando esta se silencia?

Enrique Martínez Lozano
(Tomado de Amigos de fe adulta)

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.