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lunes, 10 de febrero de 2020

EL ESCRITOR THOMAS MERTON. 1


El artículo que reproducimos a continuación, fue publicado en la revista Commonwel por la escritora y editora norteamericana Alice Mayhew en 1969. Con motivo de su muerte hace apenas una semana, colegas y amigos han escogido para recordarla este texto suyo sobre Merton escritor.


“Himmler, 4 de octubre de 1943, en un discurso a los generales de las S.S. : “La mayoría de ustedes seguro que sabe lo que significa que 100 cadáveres yazcan uno junto a otro, ó 500, ó 1,000.       Haberlo resistido, y al mismo tiempo -excepciones debidas a la debilidad humana,aparte- haber seguido siendo buenos compañeros, es lo que nos ha hecho fuertes. 
Esta es una página de gloria en nuestra historia que nunca se había escrito antes,  y nunca se escribirá ".

"Pues perdone, señor general", escribió Thomas Merton, " yo no puedo dejar de escribirlo".




Merton se había quejado amargamente de su trabajo como escritor desde el comienzo de su vida monástica en las colinas de Kentucky, en Getsemaní, en 1941, pero escribió prolíficamente durante los siguientes 27 años de su vida, hasta que murió en Tailandia en diciembre de 1968, 27 años después del  día en que llamó a las puertas de Getsemaní. Es cierto que sus abades le ordenaron escribir, pero también se ve claramente que no podía abstenerse de hacerlo, en parte porque era un artista, pero también porque estaba cada vez más preocupado por tener un contacto significativo con el "mundo", con lo que era bastante quisquilloso de su juventud.

 Merton escribió y escribió, a pesar de que La montaña de los siete círculos y El signo de Jonás están llenos de quejas y auto recriminaciones ;  en él hubo una lucha interna entre las órdenes de sus superiores y su propio deseo de escribir. No solo escribió más de tres docenas de libros de poemas, meditaciones, historia e investigación espiritual, sino que mantuvo una voluminosa correspondencia con personas de todo el mundo. Su carrera editorial no se detuvo con su muerte: una novela temprana, My argument with the Gestapo, escrita antes de ingresar a los trapenses, fue publicada por Doubleday en el verano de 1969; y New Directions acaba de publicar un mosaico de poemas y sueños, llamado The Geography of Lograire.

No tengo dudas de que su carrera está lejos de terminar ahora, o de que lo que está por publicarse nos mostrará más sobre a dónde iba o a dónde pensaba ir este hombre extraordinario, este escritor extraordinariamente talentoso. Al final de su vida se interesó por el budismo y escribió un libro llamado Místicos y maestros zen y otros artículos sobre el misticismo oriental. Ya nos había dicho  antes, en su best seller autobiográfico La montaña de los siete círculos que en su juventud en 1937 y 1938, había saqueado las estanterías de la biblioteca de la Universidad de Columbia en busca de libros sobre la espiritualidad del Este. En cierto sentido, su vida parecia un círculo cerrado y en otro, una  emocionante línea recta que avanza adelante. Tenía muchas ideas sobre muchas cosas. Me resultó desagradable cuando tuve la impresión de que era elitista y que miraba con condescendencia el mundo de fuera de los muros del monasterio.  Pero no era así, con frecuencia mostraba el mismo desacuerdo con el mundo de dentro del monasterio.

Su actitud con respecto a sus escritos desvela la naturaleza de las tentaciones de Merton con los dualismos.  En La montaña de los siete círculos nos cuenta sus primeros recelos sobre su carrera de escritor;  cuando quiso escribir por primera vez después de su ingreso en la abadía, habló sobre ello con su abad, que no tardó en captar la indirecta (después de todo, Merton ya era escritor al ingresar al monasterio:  aparte de la novela recién publicada, había destruido tres obras  y media de ficción, pero conservaba su poesía).



Fue un momento de gran actividad para Getsemaní, aunque disminuyó más tarde.  El monasterio atraía a muchos candidatos, establecía numerosas casas filiales, recibía mucha atención del mundo laico y se le pedían muchos consejos. Los estantes para folletos en la casa de huéspedes de Getsemaní comenzaron a llenarse con folletos titulados "Un trapense dice ...", "Un trapense declara ...", "Un trapense implora ...", "Un trapense afirma ...". Merton comenta Irónicamente:  incluso algo sobre la vida contemplativa. 

En cuanto a su primer libro, Treinta poemas, se publicó a finales de 1944.  Merton, el monje poeta, el escritor publicable, se convierte en Merton, el activo explotable y se le ordena escribir; ahora Merton el escritor (porque escribir no es contemplación  y escribir es lo que el viejo Merton, el Merton mundano, había querido hacer) se convierte en Merton el enemigo

"Así que no es difícil ver", escribe en La montaña… "que esta es una situación en la que mi doble, mi sombra, mi enemigo Thomas Merton, el viejo marino, tiene cosas a su favor." Si sugiere libros sobre la Orden, se escuchan sus sugerencias. Si piensa en poemas para imprimir y publicar, sus pensamientos son escuchados. Parece que no hay razón para que no pueda escribir para revistas…



En su más profundo interior, Merton no creía que escribir fuera la voluntad de Dios para él. Pero el Padre abad había dicho: "Quiero que siga escribiendo poemas", y lo exhortó a escribir algo "para hacer que la gente ame la vida espiritual". Entonces continuó escribiendo; hay pública constancia, excepto las miles de cartas que continúan en posesión de los destinatarios de todo el mundo. Con la publicación de La montaña de los siete círculos, Merton se convirtió en una celebridad internacional, el escritor espiritual más popular de su tiempo. Pero después de que el libro ya había recorrido un amplio camino, Merton se queja: “Me sorprendí pensando : y si lo hicieran en una película y Gary Cooper fuera el protagonista? ”

En su diario El signo de Jonás queda claro  que tanto la orden recibida del abad  como la de su propio corazón impulsándolo a escribir, continuaron perturbando su paz. Al mismo tiempo, estaba luchando por encontrar lo que implicaba su vocación como contemplativo, pensando en dejar la comunidad para unirse a los cartujos más ermitaños , y luchando por encontrar o descubrir cómo podía obtener la soledad que sabía que era requisito para la comunión que buscaba con Dios."  

                                (continuará en una próxima entrada)


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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.