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domingo, 15 de enero de 2023

THOMAS MERTON Y MARÍA (1)

 

"Thomas Merton escribe en su autobiografía que la deficiencia más grave de su vida espiritual en el año que siguió a su conversión fue la falta de devoción a María, que "ocupaba en mi vida poco más que el lugar de un hermoso mito". Este defecto fue pronto reparado, pues la Madre de Jesús pasó a ocupar en su espiritualidsad un lugar central que duraría hasta el fin de su vida

Un momento decisivo fue su visita a Cuba en abril de 1940, que fue una especie de peregrinación mariana, si bien en su diario trata este aspecto del viaje con bastante reserva. Pero, retrospectivamente, se centra en sus visitas a los santuarios de Nuestra Señora de la Soledad, a la que llama "una de mis grandes devociones", y por supuesto, a la patrona de Cuba, Nuestra Señora del Cobre, a quien promete honrar en su primera misa, en caso de ser ordenado sacerdote, y que le inspira la "Canción para Nuestra Señora del Cobre", que llama "el primer poerma de verdad que he escrito" y es el primero de sus poemas marianos.

El reflejo de la estatua de Nuestra Señora del Carmen en el espejo de la habitación de su hotel en La Habana fue una experiencia que tuvo para él un profundo eco muchos años después".

Diccionario de Thomas Merton

martes, 12 de junio de 2018

HUMANISMO CRISTIANO (Lecturas)


En “Humanismo cristiano”, artículo: San Bernardo, monje y apóstol, páginas 205-219; empieza con una reflexión acerca de los santos en general. Lo más original, este párrafo: A menudo es difícil ver la vocación de los mayores santos en toda su integridad y simplicidad. Cuanto más grandes y populares son, más posibilidades tienen de ser interpretados equivocadamente, tanto por sus partidarios como por quienes no lo son. Y hay que admitir que no todos los santos gustan a todos los católicos (Humanismo cristiano, 206). Lo anterior se podría aplicar al propio Merton, aun cuando no sea, hasta hoy, un santo canonizado por la Iglesia.
Otros capítulos importantes de “Humanismo cristiano” (Cuestiones disputadas): El ideal carmelita primitivo (154-195), Lo absurdo en la decoración sagrada (196-204), Luz en la oscuridad: la doctrina ascética de San Juan de la Cruz (145-153), Notas para una filosofía de la soledad (117-144), El arte sagrado y la vida espiritual (93-105), El poder y el sentido del amor (43-69), Cristianismo y totalitarismo (70-89).

En San Juan de la Cruz encontramos luz y oscuridad, sufrimiento y alegría, sacrificio y amor, tan estrechamente unidos que a veces parece que se identifiquen. No es tanto que lleguemos desde la oscuridad a la luz como que la misma oscuridad es luz. De ahí la simplicidad esencial de su enseñanza: entra en la noche y serás iluminado. NOCHE significa el oscurecimiento de todos nuestros deseos naturales, de nuestro entendimiento natural, de nuestra forma humana de amar, pero este oscurecimiento trae consigo una iluminación. Cuanto mayor sea nuestro sacrificio y más profunda la noche en la que nos sumerja, más pronta y completamente seremos iluminados. Pero lo que debe recordarse cuidadosamente es que no somos iluminados por nuestros esfuerzos, por nuestro amor, por nuestro sacrificio. Por el contrario, estos son oscuridad. Hasta nuestras capacidades espirituales son oscuridad a los ojos de Dios. Todos debemos ser oscurecidos, es decir, olvidados, para que Dios pueda convertirse en la luz de nuestra alma (148-149).

“Cuando un ser humano es llamado a ser un solitario, aunque sea solo interiormente, no necesita ser nada más, ni se le puede pedir nada más, salvo que permanezca física o espiritualmente solo librando su batalla, que pocos pueden comprender” (121).

“Convenzámonos de la importancia del buen gusto en todo lo relativo a la vida y el culto cristiano, y preocupémonos con un cierto celo por la belleza de la casa de Dios, que nos prohíbe ser indiferentes a la vulgaridad, la poca calidad, la ostentación y la sensualidad mundana en el arte cristiano” (104).

“Un movimiento de masas pone siempre la causa por encima de la persona individual y sacrifica a la persona a los intereses del movimiento. De esta manera, vacía a la persona de todo lo que es suyo, la saca de sí misma, la arroja en un molde que le dota con las ideas y aspiraciones del grupo antes que con las suyas. No hay nada malo en que la persona se sacrifique por la sociedad: puede haber momentos en que esto sea justo y necesario, y en el sacrificio la persona se encontrará a sí misma en un nivel superior.  Pero en el caso del movimiento de masas, el vaciamiento del individuo lo convierte en una cáscara, en una máscara, una marioneta que los líderes del movimiento utilizan y manipulan a su antojo. El individuo deja de ser una persona y se convierte simplemente en un miembro, en una cosa que sirve a una causa, no por pensamiento o voluntad, sino porque se le empuja como una bola de billar según los intereses de la causa” (75).
         

miércoles, 14 de enero de 2015

LEER A MERTON, ESCUCHAR CON MERTON

“Lo que más valoro de los ratos que pasé con Merton no es una cosa concreta de todo cuanto me dijo, sino que todo lo que me decía equivalía a una invitación a unirme a él 
en la escucha silenciosa de Dios…

No hay que esforzarse demasiado para descubrir esa invitación a escuchar que resuena en todo cuanto Merton dice. El lector descubrirá esa llamada a escuchar si es capaz de demorarse en las palabras de Merton y no pasa apresuradamente por encima del tesoro escondido que le invita a descubrir. Lo que resulta verdaderamente irresistible es que, a medida que uno aprende a escuchar, empieza a constatar que ese tesoro es la presencia misma de Dios dentro de uno, que te llama a existir como alguien a quien Dios atesora eternamente.

Cuando aprendemos a leer a Merton de este modo, las pausas entre sus frases se hacen más largas.  El silencio, engendrado por una simple frase que te fuerza a dejar de pensar, se hace más profundo.  En este obsequioso silencio empezamos a constatar que la suave y tranquila voz de Dios, que reverbera en las palabras de Merton, reverbera igualmente dentro de nosotros y en cada una de las horas de nuestra vida.

Sintonizando de esta manera con los escritos de Merton, es perfectamente posible empezar a tener la sensación de que te habla directamente cuando te dice:

“El mero hecho de que estando atentos, aprendiendo a escuchar (o recobrando la capacidad natural de escuchar que, al igual que la respiración, es algo que no puede aprenderse), podemos descubrirnos a nosotros mismos inmersos en una felicidad que no es posible explicar: la felicidad de estar en armonía con todo cuanto se oculta en el fundamento mismo del Amor, para el que no hay explicación posible.  Supongo que lo que más feliz me hace es el hecho de reconocernos unos a otros en este espacio metafísico del silencio y la felicidad y, por un instante, adquirir una cierta sensación de que estamos “llenos de paraíso sin saberlo” 

No sabemos que estamos llenos de paraíso porque estamos tan llenos de nuestro propio ruido que no podemos escuchar el cántico de Dios llamándonos a nosotros y a todas las cosas a la existencia.  Por eso Merton nos muestra el camino a casa, entregándose a Dios en el silencio. Y se entrega tan completamente a Dios en el silencio que, cuando comienza a hablar, su voz y la voz de Dios se mezclan un una polifonía de gracia y gloria que hace que nuestro propio corazón empiece a agitarse y a despertar. …Cuando aprendemos a reconocer y escuchar esa polifonía, nos transformamos. Y cuando nos transformamos, empezamos a constatar que “estamos llenos de paraíso, sin saberlo. “

JAMES FINLEY

jueves, 24 de julio de 2014

ESPIRITUALIDAD CONTEMPLATIVA 3

Los dos polos de la espiritualidad contemplativa son Dios (como fuente del amor) y la oración (en cuanto que da la conciencia de lo anterior) Ambas realidades fluyen de una intuición humana fundamental de ser total y radicalmente dependiente de Dios.

Esta espiritualidad, dado lo anterior, tiende a ser menos verbal y menos especulativa. Prefiere el silencio a las palabras, la experiencia a las explicaciones escolásticas. No se conforma con saber, quiere experimentar la presencia de Dios; sabe que de Dios se puede hablar, pero que al final cuanto se dice es menos que Dios, por la inadecuación de las palabras para expresar el misterio. Entiende al místico que dijo: “El que habla de la Trinidad dice mentiras”.

Y luego, resultan también naturales unas palabras de San Antonio, el del desierto: "Oramos mejor, cuando ni siquiera sabemos que estamos orando”. Esto es un “desconcientizarse de uno mismo”; salir de sí para estar en Dios. Como dijo Pablo: “Ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí”.

RESUMEN:
Mientras que la espiritualidad devocional insiste principalmente en términos de conducta, la espiritualidad contemplativa, sin descuidar la necesidad de este cambio, recalca la necesidad del cambio de conciencia. No basta con portarse mejor; necesitamos llegar a ver la realidad de un modo diferente. Necesitamos aprender a mirar las profundidades de las cosas, no sólo la superficie. Quiere decir, mirar la inseparabilidad del mundo respecto de Dios y la unidad de toda la realidad en Dios, que es ese vínculo oculto del amor de todo lo que es.

La oración es como una lente que elimina la visión distorsionada de la realidad.

(Resumen hecho a partir de la lectura de "Silencio en llamas", de W. H. Shannon)

martes, 22 de julio de 2014

VIDA EN COMUNIDAD

Algunas ideas de Thomas Merton relacionadas con la vida en comunidad:
1. Comunidad significa presencia, no una institución. Nos hemos confiado en las estructuras institucionales, como sustituto de esa presencia.
2. Iglesia es comunidad: Pentecostés en miniatura. Significa vida nueva; supone estar abierto al cambio.
3. Las estructuras pueden limitar las respuestas al Espíritu: "Muchos jóvenes que acceden a la vida religiosa sienten que para encontrar a Dios tienen que abandonarla".
4. Vincula presencia con silencio y comunicación. Invita a "conversar más entre nosotros para aprender a estar presentes en silencio de una manera positiva".
5. La soledad y el silencio, caminos para llegar a amarnos más y mejor entre nosotros; no es para aislarnos de los demás. ("El silencio verdadero no es aislamiento"). Silencio vivo, genuino, que conlleve una presencia de amor.
6. "Presencia no es algo que se crea con solo mezclar y amontonar a las personas".  Necesita tener presente las nociones de distancia y espacio, y los conceptos de dignidad y privacidad. "Para preservar nuestra identidad necesitamos mantener cierta distancia".
7. "La razón de ser de nuestros institutos religiosos es propender a la formación de las personas como seres humanos completos, maduros y equilibrados... Seres humanos en el auténtico sentido de la palabra". Factor humanizador de la comunidad religiosa.
8. Dialogar con personas que buscan una experiencia espiritual significativa.

(Ideas extraídas de "Acción y contemplación")

domingo, 20 de julio de 2014

ESPIRITUALIDAD CONTEMPLATIVA 2

Hablando en propiedad, no nos hacemos contemplativos. Todos nosotros somos ya contemplativos en las raíces y en la realidad de nuestro ser. Porque en las raíces de nuestro ser estamos unidos con Dios, unidos con los demás, unidos con el mundo en que vivimos. Oramos no para llegar a ser algo, sino para caer en la cuenta de lo que ya somos. Tanto la oración, el silencio, como la soledad, pueden ser momentos de gracia para despertar en nosotros la conciencia de lo que somos en Dios.

Lo repetimos, porque es importante dejarlo claro:

Los dos pilares de la espiritualidad contemplativa son:

1. Dios como la causa del amor en quien todo existe.

2. Nuestra conciencia de que Dios es el último sentido de la oración.

De aquí surge una reflexión fundamental: nuestro ser de criaturas, o nuestra dependencia radical respecto a Dios. Todas las cosas en sí mismas no son nada, incluidos nosotros. Si existimos es únicamente porque en el más profundo nivel se encuentra una realidad que es su origen y su fuente, en la que se hallan su identidad y singularidad. La conciencia de Dios y del ser de Dios, se convierten en una luz que me revela mi propia nada. Yo veo solamente a Dios en mí. Ya no estoy yo más allí; ya puedo, finalmente, pronunciar la contraseña de la espiritualidad contemplativa: “Soy tú”. Dios y yo (y toda la realidad) no estamos separados. Yo soy distinto de Dios pues obviamente yo no soy Dios; pero yo no estoy separado de Dios, pues separado de Dios soy nada.

Aplicando esta idea a la oración, podemos decir que cuando oramos no hay separación entre Dios y nosotros No puedo separarme de Dios ni siquiera un instante, porque él es la FUENTE DEL SER, en único en quien encuentro la razón de mi ser, mi identidad, mi singularidad. Por consiguiente, usando una expresión matemática, podemos decir que cuando conversamos con un amigo, nuestro amigo y nosotros sumamos dos. En cambio, en la oración la formula es esta: Dios+ nosotros= 1.

Esto supone por consiguiente que, si existo, existo en Dios. Donde estoy yo, ahí está Dios. No hay otro lugar donde yo pueda estar sino donde está Dios. La oración me hace redescubrir esta realidad...

(Resumen hecho a partir de la lectura de "Silencio en llamas", de W. H. Shannon)

miércoles, 16 de julio de 2014

ESPIRITUALIDAD CONTEMPLATIVA

Aquí veamos ahora lo que significa la segunda parte del relato del amado que llama a la puerta de su amada: la espiritualidad de una persona que aprende a decirle a Dios cuando toca la puerta: “Soy tú. Esta espiritualidad no niega, vuelvo a insistir, las muchas y profundas reflexiones valederas de la primera forma de espiritualidad, y acepta la importancia de los sacramentos, devociones, y enseñanzas que la tradición ha conservado en la Iglesia, y reconoce la trascendencia de Dios, y el valor de las obras, etc.… pero: 

1. Se niega a identificar la trascendencia de Dios con una visión de Dios que sostiene y guía al mundo desde lejos, y creo que es un error el interpretar la trascendencia como el concebir que Dios está “allá”, “arriba”, y las creaturas “aquí” o “abajo” o “fuera”. Una vez que Dios quiso crear, la trascendencia de Dios necesariamente desemboca en su inmanencia. Suele concebirse a Dios de esta manera: existe en el mundo toda una serie de seres u objetos. Todos han sido creados, excepto Uno, y ese Uno es Dios. Por supuesto que como el Uno increado, Dios es el objeto más importante de todos, pero sigue siendo un objeto cuya existencia podemos probar y cuyos atributos podemos describir… En realidad esta forma de pensar falsea la realidad, pues la Trascendencia de Dios excluye el considerarle como un ser entre otros seres. Dios es la causa de todo lo que existe. Dios está presente en todo lo que es, como fuente y fundamento. Dios está en todo y todo existe a causa de Dios y en Él.

2. Los dos pilares de la espiritualidad contemplativa: El conocer a Dios como el origen de todo lo que existe y a la oración contemplativa como el hacernos conscientes de la realidad que ya existe, son los dos pilares sobre los que podemos construir la que llamamos “espiritualidad contemplativa”. Dos textos de Thomas Merton para entenderlo mejor: “No hay mayor felicidad que el inexplicable vivir siendo uno con todas las cosas por el oculto vínculo del amor, que sencillamente no puede explicarse”. “Oculto en las más hondas profundidades de toda realidad, que quizá no podemos ver, yace la razón última, en que todo lo contradictorio se unifica, todo sale bien. Para el cristiano este motivo final es personal, es decir, es el motivo de la libertad y del amor”.

3. Mi identidad: Es en esta “vínculo oculto del amor”, en el cual siempre estoy, en el que encuentro mi identidad, aquello por lo cual soy único, aquello por lo cual me relaciono. Pero solamente podré encontrarme a mí mismo y mi conexión con los demás, si tengo conciencia de que estoy en la presencia de Dios. La tarea de la oración consiste en ayudarme a lograr esa conciencia: estoy en Dios.

ASÍ: Si la verdad de que Dios es la causa del amor de todas las cosas es el primer pilar de la espiritualidad contemplativa, entonces el segundo pilar consiste en comprenderé que la oración contemplativa es la forma de conseguir la conciencia de lo que ya existe. ESTOY EN DIOS, pero tengo que darme cuenta de ello En la oración no se trata de preocuparme por llegar a un punto determinado, porque ya estoy en ese punto. Lo que necesito es DARME CUENTA de ello... (Continúa).

(Resumen hecho a partir de la lectura de "Silencio en llamas", de W. H. Shannon)

martes, 8 de julio de 2014

ESPIRITUALIDAD DE DEVOCIÓN

Comenzamos con una historia: “Un amante se acercó un día a la casa de su amada. Tocó a la puerta. Una voz preguntó desde dentro: ¿Quién es? El amante respondió: soy yo. La voz le dijo casi con tristeza: aquí no cabemos tú y yo. El amante se fue de ahí y durante mucho tiempo estuvo meditando el sentido de las palabras de su amada. Pasado un tiempo, volvió a acercarse a la casa de su amada y volvió a tocar, como lo había hecho anteriormente. De nuevo, como había pasado la vez anterior, la voz le preguntó desde dentro: ¿Quién es? Entonces el amante respondió: soy tú. Y la puerta se abrió, y él entro a la casa de su amada”.

(Queremos hablar acerca de la oración sin palabras que está centrada en la conciencia de la presencia de Dios, y la historia anterior puede servir como parábola que describe dos diferentes modos de entender la vida espiritual. En el primer caso, una espiritualidad abiertamente dualista: Dios y la persona humana se consideran claramente separados uno del otro. Por más cerca que estemos de Dios, por medio de la gracia y de nuestras obras, consideramos a Dios como “la otra persona”, como el otro. Pensamos que por nuestra condición de criaturas, estamos necesariamente separados de Dios, por eso, cuando llamamos a la puerta sólo podemos decir: soy yo.
La segunda parte del cuento expresa un tipo diferente de espiritualidad. Afirma básicamente lo siguiente: aunque yo soy alguien distinto de Dios (en el sentido obvio de que no soy Dios) sin embargo, no estoy separado de Dios. Por el hecho mismo de ser creatura, si me separo de Dios, soy nada. Separado de Dios sencillamente yo dejaría de existir. Por eso, cuando tengo conciencia de la presencia de Dios, lo único que puedo decir es: soy tú.

A partir de lo anterior, vamos a compartir ideas que nos ayuden a entender lo que distingue o diferencia una “espiritualidad de devoción” de una “espiritualidad contemplativa”. Casi todos comenzamos por la primera, no se trata de despreciarla, sino de invitar a seguir creciendo en una mayor conciencia de Dios).

Le damos este nombre para partir de algo; no tiene un sentido despectivo, no intenta infravalorar su lugar en el camino cristiano, ni deja de reconocer que existe en esta espiritualidad una “vida interior”, una vida de gracia, que implica también participación en la vida de Dios, comunión. Esto se realiza sobre todo mediante ejercicios devocionales exteriores de piedad; se insiste en hacer siempre cosas que agradan a Dios, está centrada en el “hacer”. Así se entendían el “ir a misa”, “confesarse”, “ir al Santísimo”: eran cosas que debía “hacer” porque agradaban a Dios. En la Iglesia a lo largo de los siglos se han desarrollado muchos ejercicios de devoción, y los creyentes los hacían repetidamente, una y otra vez, parea asegurar la salvación… cuántas más veces mejor, por si acaso. Pensemos, por ejemplo, en Novenarios, Triduos, tan jueves o viernes a… El Sagrado Corazón… el rezo de oraciones mientras el sacerdote decía su misa en latín de espaldas al pueblo… los acólitos eran más devotos si rezaban las letanías de la Virgen mientras acolitaban. Existían otros ejercicios piados más personales como el llevar la cuenta de los actos de arrepentimiento o de alabanza a lo largo del día. Las muchas estampas que se guardaban, y cuyas oraciones se rezaban al final de la jornada.

No se trata de burlarnos de esa espiritualidad, que aun hoy sirve a mucha gente para caminar en Cristo, y hecho, las devociones son válidas para cultivar nuestra relación con Dios; la cuestión sería que nos detuviéramos aquí, y no buscásemos formas más profundas de oración...

Algunas cuestiones a destacar de esta espiritualidad de devoción:

1. Cierta mentalidad de fondo que presenta las cosas así: si yo cumplo con Dios en todas estas cosas religiosas, Dios estará contento conmigo, y de alguna manera estará obligado a cuidar de mí. Es una forma sutil de “pelagianismo”, herejía que afirma que salvación se obtiene por las obras. Tratamos de “sacar buenas notas” con Dios, ganarnos su favor, como si comenzáramos de cero y tuviéramos que ir acumulando puntos. Aprendimos que “nuestras devociones” agradaban a Dios. Sucede que también los sacramentos y actos litúrgicos acababan siendo meras devociones, a los que se acude por rutina, para acumular puntos ante Dios.

2. Una espiritualidad mediatizada: resulta que además muchas de nuestras prácticas devocionales no estaban dirigidas a Dios, sino a los santos favoritos de las personas devotas. Algunas personas no se sentían dignas de dirigirse directamente a Dios, y por eso recurrían a mediaciones, que no solían incluir a Jesús. El trato con Dios siempre era “mediado” nunca directo: a través de personas o rituales. Evocamos aquel pasaje del AT en el que los israelitas piden a Moisés que hable con Dios por ellos, porque estaban llenos de temor. Hoy también persiste ese temor en algunas personas: no tratar con Dios, sino con mediaciones.

3. Un fuerte tono moralizante: Esta espiritualidad de devoción, como antes dijimos, está centrada sobre todo en el “hacer”, y suele tener por ello un fuerte tono moralizador. Es necesario buscar la “voluntad de Dios”, y el camino cristiano se centra por ello en cambiar las cosas que hago, obrar de modo diferente, que se traduce en el “cumplir lo que la Iglesia manda”. La invitación de Jesús, “metanoia” (cambio de dirección, cambio de mente y corazón) se convierte en un “cambio de conducta”. Insistencia en dominar mis pasiones y deseos, pero habla poco del ser, de la responsabilidad social. Lo importante aquí sería “salvar mi alma”, pero poco que ver con el lugar de la comunidad en la salvación.

4. Espiritualidad de compartimientos: La vida espiritual, llena de devociones, mediada y moralizante, tendía a dividir la vida de la persona en compartimentos. Una cosa era mi vida religiosa, mis practicas, y otra mi vida social o laboral; parecía que mis deberes sociales obstaculizaban una vida más espiritual, quitaban tiempo y espacio a las devociones o actos de piedad. Habían, y yo vivía, entre dos reinos: el sagrado y el secular o profano.

5. Autoconsciencia: Esta espiritualidad tendía por lo anterior a recalcar el “yo” y la respuesta humana a Dios. Centrado sobre mí mismo, me aseguraba de que yo hacía las cosas bien, de que yo identificaba mis dones, y yo discernía como utilizarlos, para gloria de Dios y bien del prójimo. El modelo podría ser el joven Samuel que responde al llamado de Dios.

6. Una espiritualidad marcadamente verbal: Quiere decir, más centrada en las palabras, en el decir, en el hablar. Hablamos de oraciones hechas, hablamos de una espiritualidad que tiende a ser especulativa, anclada en certezas, en una dogmática clara, establecida. Poco espacio para la espontaneidad. Se debía pensar correctamente acerca de Dios, usando las palabras adecuadas (ortodoxia). Se considera a Dios como causa del mundo y como el Uno que sostiene al mundo y lo guía con su Providencia, pero evitando cualquier expresión que tendiera a identificar a Dios con el mundo, o viceversa (panteísmo). Importante tener siempre clara el abismo que separa a Dios de sus creaturas.



EN RESUMEN: Esta espiritualidad, que hemos llamado “devocional” se preocupa más del hacer que del ser; más de la conducta que de la conciencia; más sobre hacer la voluntad de Dios cumpliendo sus mandamientos y practicando las devociones que le agradan que en sentir a Dios como es en realidad. Es una espiritualidad dualista, que hace énfasis en la trascendencia de Dios y la separación de Dios respecto al Mundo y a nosotros. Y aun cuando con Dios podíamos alcanzar cierto grado de comunión, de todas maneras se mantenía una distancia, una separación, que me hacía responder como en el relato del comienzo: “Soy yo”.

Texto preparado a partir de: "Silencio en llamas", W. Shannon.

lunes, 16 de junio de 2014

INFLUENCIAS EN MERTON

"Hemos tenido ocasión de comprobar que la formación de Merton fue el resultado de influencias personales muy marcadas, así como de una suerte de temprana panorámica itinerante por el paisaje intelectual y social de su tiempo. De temperamento artístico e inclinaciones intelectuales cultivadas en un clima de independencia y tolerancia, Merton enseguida descubrió que la libertad externa que bien pronto tuvo a su alcance escondía profundidades a las que ni las conquistas académicas ni sus éxitos mundanos daban acceso. En su autobiografía da cuenta al menos de su familiaridad con cuatro grandes dimensiones culturales estrechamente imbrincadas: el mundo del arte (pintura, escultura, música, cine, y sobre todo, literatura), el psicoanálisis, el comunismo y la religión. En cuanto a la última, para Merton, desde el inicio de su conversión, ésta iba a ser mucho más que una mera expresión cultural, pero no por ello sin repercusiones hondas y duraderas en la misma. De hecho, la conversión al catolicismo actuó como principio unificador de las anteriores, en torno fundamentalmente a su doctrina de la encarnación como eje de su espiritualidad cristocéntrica".

"La autobiografía de Merton se inicia con el reconocimiento del autor hacia la sensibilidad artística de su padre, con una importante observación que la vincula a una definitiva impronta religiosa: "Su visión del mundo era sana, llena de equilibrio, de veneración por la estructura, por las relaciones entre las masas y las circunstancias que imprimen una personalidad individual a cada cosa creada. Su visión era religiosa y pura y, por consiguiente, sus pinturas no tenían decoración ni se prestaban al comentario superfluo, ya que un hombre religioso respeta el poder de la creación de Dios para dar testimonio de sí". (M7C, 10)

Fernando Beltrán Llavador
"La encendida memoria"
Página 95

sábado, 7 de junio de 2014

MANTENERSE DESPIERTO

En su libro “Pensamientos en la soledad” Merton comenta acerca de la santidad cristiana y la vida espiritual [1]

La santidad no es evasión de la realidad, sino una completa entrega de nosotros a la realidad. “El temperamento no predestina a un hombre a la santidad y a otro a la condenación. Todos los temperamentos pueden ser el material de la condena o la salvación”.[2] Vida espiritual no es vida mental, no es sólo pensamiento. Tampoco es sólo cosa de “sentir”. No excluye pensamiento y sentimiento, al contrario, incluye a ambos. No es una vida concentrada “en el punto más alto” del alma, una vida de la que se excluyen mente, imaginación y cuerpo. Si así fuera, pocos podrían llevarla, y además, no sería vida. “Si el hombre ha de vivir, tiene que estar enteramente vivo, cuerpo, alma, mente, corazón, espíritu. Todo debe ser elevado y transformado, por la acción de Dios, en el amor y la fe”.[3] La vida espiritual es, principalmente, una vida[4]; es principalmente un asunto de mantenerse despierto[5]. Una vida es toda espiritual o nada espiritual, no hay término medio. Si se desea tener una vida espiritual hay que unificar la vida.[6]


[1] De 1958; recoge los pensamiento sobre la vida contemplativa e intuiciones básicas de algunos momentos de meditación de TM durante los años 1953 y 1954; de relieve el vínculo que establece entre soledad y sociedad, aspecto esencial de su andadura contemplativa. Para Merton la soledad es esencial para el hombre se halle a sí mismo, para el descubrimiento de la persona real; aquí vuelve el vínculo entre santidad o plenitud, e identidad. LCA, 54-55. 

[2] PS, 18. 

[3] PS, 22 

[4] PS, 32 

[5] PS, 33 

[6] PS, 39

EL SUFRIMIENTO NO ES SANTO

Algunas ideas de Thomas Merton acerca de la santidad, así como el lugar del dolor y la ascesis en este camino, aparecen en su libro “Los hombres no son islas[1]
Al hablar de amor, libertad, esperanza, ascesis, etc, Merton tiene de fondo como proyecto el ser santos. Un elemento al que dedica varias páginas es el de la voluntad de Dios, que no sólo hay que cumplirla, sino “querer” cumplirla. También respecto al sufrimiento, dice que la cruz forma parte del camino cristiano, pero que no sólo tenemos que aceptar el sufrimiento, sino hacerlo santo, ya que “nada se vuelve con tanta facilidad non-santo como el sufrimiento”.[2] El sufrimiento por sí solo no hace crecer, ni garantiza alcanzar la santidad (como parece asumir cierta visión “hagiográfica”); santo no es el que acepta el sufrimiento porque le gusta, y espera una recompensa; el santo aborrece el sufrimiento, pero acepta en su amor a Cristo, pasar por esa prueba. “El único sufrimiento que quienquiera puede desear válidamente es aquella prueba precisa y particular que nos demandan los signos de la Providencia Divina en nuestra vida”.[3]Para ser santos no es necesario salir a buscar el sufrimiento a toda costa, nadie es llamado a sufrir por sufrir, y la santidad es mucho más que sufrimiento. Los santos consagran a Dios, eso sí, todo aquello que les suponga sufrir, pero también sus alegrías; también se da gloria a Dios usando y apreciando las cosas buenas de la vida. “La felicidad consiste en averiguar precisamente cuál es esa “única cosa necesaria” en nuestra vida, y en dejar a un lado con ánimo contento todo lo demás”.[4]

NOTAS:
[1] Escrito en 1955.Es una continua invitación, en clave contemplativa, al encuentro de Dios en los semejantes y al de los semejantes en Dios a través del descubrimiento de nuestro auténtico ser tras la compleja maraña de los espejismos de nuestra fabricación cotidiana.LCA, 54 

[2] HNI, 86 

[3] HNI, 88 

[4] HNI, 130

martes, 3 de junio de 2014

EL DESIERTO HACE AL HOMBRE MUCHO MÁS VULNERABLE

Las alegrías más lúcidas y amargas de la soledad. El desierto real es este: hacer frente a las limitaciones reales de la propia existencia y conocimiento y no tratar de manipularlas o rechazarlas con repugnancia. No embellecerlas con posibilidades. No pretender otras posibilidades mas que aquellas que son realmente posibles en el momento concreto, aquí y ahora. Y, entonces, elegir o rechazar, según uno quiera, sabiendo que esa elección no es una solución para algo, sino meramente un paso más hacia un contexto ligeramente modificado de otras posibilidades, muy pocas, verdaderamente limitadas, muy insignificantes y muy concretas. Darse cuenta de que toda la vida de uno, de cada uno, es precisamente esto. Cuando se vive en sociedad las posibilidades parecen ilimitadas. Uno está en contacto con otras gentes, con otras libertades, otras elecciones; y quién sabe lo que todos los demás pueden elegir en un momento determinado... Todo son posibilidades... Pero cuando se está en soledad, y cuando se ven y se aceptan las limitaciones reales, entonces esas limitaciones se desvanecen, y se abren nuevas posibilidades ante uno. El presente está ahí, contundente, ilimitado. El único modo de aferrarlo en toda su extensión es despejar las limitaciones que nosotros colocamos en él mediante futuras expectativas, esperanzas y planes, o conjeturas, o lamentos sobre el pasado, o intentos de explicaciones de algo que hemos vivido y con lo que deseamos seguir viviendo. ¿Vivir con ello? Vivir con algo que hemos experimentado en el pasado es poner limitaciones al presente. Así y todo, el pasado entra en nuestro presente: es la limitación contra la que debemos hacer valer nuestra desventaja”.

Thomas Merton

"Merton estaba viviendo un momento delicado de su vida. Había conseguido la ansiada ermita, grandes espacios de soledad, cierta independencia. Pero ante los acontecimientos habidos, y que no es cuestión tratar aquí ahora, su abad le hace una observación importante, y cariñosa, a la que Merton no da importancia, pero a veces hay que hacer caso a quien habla como lo hizo Dom James: - “Obviamente, él piensa que la ermita ha sido demasiado para mí y me ha hecho excesivamente vulnerable...”  Y confiesa sin ambages, tras unas páginas bellísimas de una sinceridad impresionante, a propósito de los acontecimientos a que hacíamos referencia: 
“...Yo no soy tan avispado ni tan estable como me imaginaba”.
Efectivamente, el desierto hace al hombre mucho más vulnerable que el vivir en medio de la sociedad, donde nos parece que hay más acoso y más peligro.

Francisco R. de Pascual.

miércoles, 28 de mayo de 2014

VIVIR PARA VIVIR

"Existe otro serio problema que nos impide la verdadera conciencia de lo que es: se trata de la cultura en que vivimos que está orientada hacia la producción y la constante influencia que ejerce sobre nosotros, arrastrándonos con febril impulso a hacer siempre cosas útiles. Esta actitud es casi fatal para la oración, y especialmente la oración para logran conciencia. Pues esta oración no se encamina a producir algo. Todo su sentido consiste simplemente en hacernos más plenamente conscientes de Dios y de toda realidad; en otras palabras: en hacernos conscientes no de algo nuevo, sino sencillamente conscientes de lo que es. Para una sociedad ávida de producción, la oración, puesto que no produce nada, es, probablemente la cosa más inútil que se puede hacer. 

Citando a Thomas Merton:
"Estamos tan obsesionados con hacer, que ya no nos queda ni tiempo ni imaginación para ser. Por consiguiente, el valer de las personas no se mide por lo que son, sino por lo que hacen o por lo que tienen, por su utilidad. Y,  cuando a una persona se le reduce a su función, se la coloca en un estado servil y enajenado. La persona existe, entonces, para otra persona o, peor todavía, para otra cosa... Nuestra misma diversión tiene una finalidad y se justifica no por ser gratuita, simplemente una celebración, sino por su utilidad. Nos hace sentir mejor, por lo mismo nos ayuda a funcionar mejor y a seguir adelante con la vida".

Y entonces Merton pregunta: ¿Por qué no somos felices? Y responde: 
"Por nuestro servilismo. Toda la celebración queda sin sentido, vacía de contenido por que es útil. Todavía no hemos redescubierto la utilidad principal de lo inútil. De esta pérdida de todo sentido del ser de toda capacidad para vivir por vivir... viene la terrible y frustrada inquietud de nuestro mundo obsesionado por el hacer.....". 

William H. Shannon
"Silencio en Llamas"



"Vivir para vivir. 
Sólo vale la pena vivir para vivir. 
Para vivir. 
Sólo vale la pena vivir para vivir".

(Joan Manuel Serrat)

lunes, 5 de mayo de 2014

VIDA Y SANTIDAD

La llamada a la santidad es llamada a la unión con Cristo, guardando los mandamientos de Dios y rechazando el pecado. Esa llamada a la santidad tiene en algunos una obligación más solemne, como es el caso de los religiosos o los clérigos, pero no por eso los laicos son menos cristianos o miembros de Cristo en un sentido menos pleno. Los Padres de la Iglesia, como San Juan Crisóstomo, o Clemente de Alejandría, insistieron ya en su tiempo en que “todos los miembros de Cristo son llamados a la santidad por el mero hecho de ser sus miembros. Sólo hay una moral, una santidad para los cristianos, y es la que se propone a todos en los Evangelios”.
Siguiendo a los Padres, Merton advierte: No es suficiente a los laicos mantener una tipo de santidad formal, estática, que se limite a “evitar el pecado”, cumpliendo con el mínimo de lo que está mandado. Es falsa esa idea frecuente entre el pueblo de Dios que afirma que mientras religiosos y clérigos están obligados a crecer en perfección, los laicos pueden conformarse con vivir debajo de la sotana o del habito de estos, especialistas en la salvación y la santidad. También rechaza la idea de que santidad y dificultad son sinónimos, pensando en las imágenes de austeridad y penitencia que han acompañado siempre a la vida religiosa. Eso llevaría a concluir que como la vida laical parece menos ardua, también su santidad o salvación son menores.

(Comentarios a "Vida y santidad")

lunes, 7 de abril de 2014

VIVIR EN EL PRESENTE CON DIOS

"Todos tenemos una tendencia a vivir solamente con un pie en el presente (el otro lo apoyamos en el pasado o en el futuro...) Y cuando esto sucede, nos perdemos la riqueza del presente, porque no estamos plenamente conscientes de él. No estamos plenamente conscientes, porque no estamos completamente en el presente. Con frecuencia estamos haciendo algo para hacer otra cosa diferente: de tal manera concentramos nuestros pensamientos en esa otra cosa, que en realidad no experimentamos lo que estamos haciendo. Es un continuo correr del pasado al futuro, de tal forma que no estamos en el presente. Verdaderamente no estamos conscientes de lo que sucede ahora. No disfrutamos de lo que estamos haciendo ahora, porque nuestros pensamientos vuelan hacia lo que vamos a hacer a continuación. Y, precisamente porque nuestros pensamientos se hallan alejados del presente, no nos damos plena cuenta de lo que estamos haciendo en este momento.
Un maestro zen le dijo una vez a su alumno: Cuando camines, camina. Cuando comas, come. El alumno replicó: Pero, ¿no es eso lo que todos hacemos? El maestro aclaró: No es así. Muchas personas, cuando caminan, solamente están pensando en el sitio a donde van. No tienen una experiencia real del caminar. Ni siquiera advierten que están caminando... 
 Esta especie de ausencia del momento presente nos vuelve difícil el estar verdaderamente conscientes. Porque el pasado es la realidad que fue pero ya no es; el futuro es la realidad que será pero no es todavía. El presente es lo real. Si nos desconectamos del presente estamos realmente desconectados de lo verdaderamente real. Esto nos hace imposible cambiar nuestra atención cuando vamos a orar, y lograr esa sencilla consciencia (atención) que nos permite estar en contacto con Dios.
Todo lo anterior se resume en esto: la atención al momento presente puede ayudarnos mucho para profundizar nuestra conciencia de la presencia de Dios, porque esta atención al momento presente concentra nuestro ser en la unidad. Esto n os da la posibilidad de experimentar más fácilmente el ser una sola cosa con Dios".

William H. Shannon
"Silencio en Llamas"

martes, 25 de marzo de 2014

HAZ LO QUE HACES

"Todavía recuerdo uno de mis profesores de Sagrada Escritura durante mis años de seminario. Cosa curiosa, lo que recuerdo de él no es lo que me enseñó de Sagrada Escritura, sino una cita de la Imitación de Cristo, que solía repetirnos. Son tres palabras en latín: Haz lo que haces (Age quod agis). Dichas palabras eran una recomendación para que pusiéramos por lo menos una atención ordinaria a la clase, aquella clase en que muchos alumnos hacían otras cosas, menos estudiar la Sagrada Escritura. Haz lo que haces significa: haz lo que se supone que estás haciendo en este momento y no otra cosa.
 Haz lo que haces es un importante principio de la vida espiritual. Necesitamos hacer lo que estamos haciendo. Alguien podría replicar: ¿no es eso una perogrullada?, ¿No estamos haciendo siempre precisamente aquello que estamos haciendo? No. No es una repetición tonta. Desgraciadamente en muchos casos, cuando estamos haciendo algo, no estamos haciendo eso mismo... Parece que lo estamos haciendo, pero realmente estamos haciendo otra cosa...
Thich Nhat Hanh cuenta que un día fue a verlo Jim Forest, el lider de la Sociedad Internacional de Reconciliación. Cenaron los dos. Nhat Hanh acostumbraba lavar los platos antes de servir el te y el postre, y Jim se ofreció a hacerlo, mientras su anfitrión preparaba el te. Pero Nhat Hanh le dijo: Se me hace que tú no sabes lavar los platos... Jim soltó la risa y le dijo: Claro que sí sé lavar los platos. Los he lavado toda mi vida. Pero el monje replicó: No, Jim, tú estarías lavando los platos para tomar el té y el postre. Así no se lavan los platos. Hay que lavar los platos para lavar los platos...".
Pienso que en esta sencilla afirmación hay una sabiduría más profunda que lo que a primera vista captamos: Hay que lavar los platos para lavar los platos. Es lo mismo que dice la Imitación de Cristo: Haz lo que haces".

William H. Shannon
"Silencio en Llamas".

lunes, 17 de marzo de 2014

OBSTÁCULOS A LA CONCIENCIA DE DIOS

" He hablado sobre la conciencia que hemos de tener acerca de la presencia de Dios: estamos en Dios y somos uno con Él. Este es el sentido fundamental de la experiencia de la oración. Tener esta conciencia es experimentar nuestra unidad con Dios y con todas las cosas reales. Pero tenemos que enfrentarnos con un problema: no podremos lograr esta conciencia, esta experiencia de nuestra unidad con todo lo que existe, si no logramos un nivel más profundo de conciencia que aquel en el que ordinariamente vivimos".

Uno de los problemas de nuestra oración, que hemos de enfrentar, se refiere no tanto a lo que hacemos durante la oración, sino a lo que hacemos durante el resto del día. La atención con que nos preguntamos quiénes somos, en dónde estamos, qué estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo... frecuentemente es una atención, semi-inconsciente. Thomas Merton decía: Tenemos todos los instrumentos para explorar toda clase de cosas, pero no podemos ver directamente lo que está justo ante nuestros ojos.

Nuestro ser se fragmenta y se divide, porque prestamos solamente una atención parcial a lo que está ante nuestros ojos. Esta fragmentación y divisibilidad nos impide juntar las piezas de nuestro ser durante la oración. En vez de recogernos (es decir, de tener todas las facultades de nuestro ser armonizadas en uno), estamos distraídos (es decir, nuestras energías están dispersas en tantas direcciones, que hemos llegado a perder el sentido de unidad). Si no sentimos una unidad fundamental dentro de nosotros mismos, difícilmente experimentaremos nuestra unidad con Dios. Lo cierto es que con frecuencia nos falta la atención ordinaria respecto de nuestro propio ser y de la realidad que nos rodea. Y esta atención ordinaria respecto de nuestra vida es lo que puede disponernos para una profunda conciencia de la presencia de Dios".

William H. Shannon
"Silencio en Llamas"

viernes, 31 de enero de 2014

ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE THOMAS MERTON

Hoy, 31 de enero, es aniversario del nacimiento de Thomas Merton; 99 años de su llegada a este mundo. De modo que hacemos entrada en el año de su centenario. Buena oportunidad para acercarnos al testimonio de su vida y de su obra, aprovecharnos de su sabiduría, y darle a conocer a nuestro alrededor.

"Contemplación no es hacerse contemplativo (ensayar gestos contemplativos, cultivar el aspecto contemplativo de modo narcisista), intento de apoderarse de un secreto de contemplación interior...
Contemplación no es el fruto del esfuerzo planificado y de la ambición espiritual.
 Contemplación es el despertar del yo interno y de la conciencia de Dios"

Thomas Merton.

El 24 de enero de 1932 nació Henri Nouwen; el 31 del mismo mes, pero de 1915 vino al mundo Thomas Merton. Ellos se encontraron en algún momento de sus vidas, pero el vínculo verdadero, que es espiritual, es más difícil de rastrear en un momento concreto de la historia; se hace evidente cuando nos acercamos a sus vidas, cuando nosotros nos encontramos espiritualmente con ellos, y se convierten ambos en nuestros maestros, en nuestros compañeros de camino. Entre mis rituales personales está el vivir durante estos días, entre el 24 y el 31 de enero, unas jornadas especiales, en las cuales renuevo mi compromiso de trabajar por difundir el mensaje de estos dos amigos de fe, por la sencilla razón de que creo que en él está contenido y encarnado el mensaje liberador de Jesucristo. Cada uno a su manera encontró a Jesús en el camino, Jesús entró en sus vidas y las transformó para que pudieran convertirse en fuente de sabiduría y esperanza para quienes a su vez se encontraran con ellos

lunes, 16 de diciembre de 2013

PEREGRINOS

"La idea de la peregrinación parece ser tan antigua como la primera idea religiosa del hombre, y quizá tenga la edad del propio hombre. Peregrinar es andar en una dirección y hacer del medio el fin, del recorrido la llegada, de la búsqueda de la gracia el encuentro mismo con la Gracia. Dice un proverbio antiguo que el buen peregrino es el que ya ha llegado, antes incluso de partir".

(Luiz Carlos Lisboa, "El sonido del silencio")


"En cierto sentido, estamos siempre viajando, y viajando como si no supiéramos a dónde vamos.
En otro sentido, ya hemos llegado.
No podemos llegar a la perfecta posesión de Dios en esta vida y por eso estamos siempre viajando y en tinieblas. Pero ya lo poseemos por la gracia, y por eso, en este sentido, ya hemos llegado y habitamos en la luz.
¡Pero cuán lejos tengo que ir para encontrarte a Tí, en quien ya he llegado!".

(Thomas Merton, "La montaña de los siete círculos")

martes, 10 de diciembre de 2013

ANIVERSARIOS


El 9 de diciembre de 1941 Thomas Merton canceló su cuenta en el banco, y al día siguiente, 10 de diciembre, viajó en tren hasta Kentucky y llegó  a las puertas del monasterio trapense de Gethsemaní solicitando ser aceptado. El 13 de diciembre tuvo una entrevista con el abad, Dom Frederic Dunne, y aceptado como postulante para monje de coro, es decir, un miembro de la comunidad que participa cada día en el canto de los oficios de oración y es preparado para la ordenación sacerdotal. El 21 de febrero de 1942, con la cabeza rapada, recibiría el hábito blanco de novicio, y adoptaría el nombre monástico de fray María Ludovicus (Fray María Luis). Todos los trapenses anteponían el nombre de María a su nombre, pues ella era la patrona de la orden.

También un 10 de diciembre, pero de 1968, es decir, 27 años después, Merton moríría en Asía, electrocutado accidentalmente, mientras participaba en un encuentro de benedictinos asiáticos en Bangkok, Tailandia.

54 años de vida en total, suficientes para que su legado espiritual nos acompañe hoy y nos ayude a recorrer nuestra propio camino, haciendo nuestra propia búsqueda de verdad y vida plena.

"Dios llama a los seres humanos a su unión con Él y entre ellos en Cristo, en la Iglesia, que es su cuerpo místico"




Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.