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viernes, 31 de octubre de 2008

Cuando rezo por los demás...


"Muchas veces he dicho a la gente: rezaré por tí; pero ¿Cuántas veces he entrado de verdad en la realidad plena de lo que esto significa? Ahora ya sé que puedo entrar profundamente en el otro y rezarle a Dios desde su centro. Cuando verdaderamente llevo en lo más íntimo de mi ser a mis amigos y a todas las personas por las que rezo, y siento sus dolores, sus luchas, su llanto en mi propia alma; cuando salgo de mí mismo, por así decirlo, y me transformo en ellos, entonces es cuando siento compasión. La compasión está en el corazón de nuestra plegaria en favor de nuestros semejantes. Cuando rezo por el mundo, me convierto en el mundo; cuando rezo por las incontables necesidades de millones de seres, mi alma se ensancha y quiere abrazarlos a todos y llevarlos a la presencia de Dios.

Pero en medio de esta experiencia me doy cuenta de que la compasión no es mía, sino un don que Dios me ha dado. Yo no puedo abrazar al mundo, pero Dios sí. Yo no puedo rezar, pero Dios si puede rezar en mí. Cuando Dios se ha hecho uno de nosotros, es decir, cuando nos ha permitido a todos entrar en su vida íntima, nosotros hemos podido participar de su infinita compasión.

Cuando rezo por los demás, liberándome a mí mismo y convirtiéndome en el otro, me encuentro con el amor de Dios, que sostiene a toda la humanidad en un abrazo compasivo".


Henri Nouwen, "Escritos esenciales".

La santidad de las cosas creadas.


"Flores y árboles, colinas y arroyos, campos, rebaños y pájaros silvestres, libros, poemas y personas, estoy indeciblemente solo en medio de vosotros. El hambre irracional que algunas veces se introduce en lo más hondo de mi voluntad trata de apartar mi yo más profundo de Dios y de orientarlo hacia el amor a vosotros. Trato de tocarlos con el profundo fuego que hay en el centro de mi corazón, pero no puedo hacerlo sin contaminar tanto a vosotros como a mí, y me siento avergonzado, solo e indefenso rodeado de una belleza que nunca podrá pertenecerme.

Pero esta tristeza genera en mi interior una inefable reverencia por la santidad de las cosas creadas, porque son puras y perfectas y pertenecen a Dios y son reflejo de Su belleza. Él se refleja en todas las cosas como la luz solar en el agua clara, pero si trato de beber la luz que está en el agua, lo único que consigo es hacer pedazos el reflejo.

Por tanto, vivo solo y casto en medio de la belleza sagrada de todas las cosas creadas, sabiendo que nada de lo que pueda ver, oír o tocar me pertenecerá nuca, avergonzado de mi absurda necesidad de entregarme a alguna de ellas o a todas. La tonta y desesperada pasión de entregarme a la belleza me carcome el corazón. Es un deseo indigno, pero no puedo evitarlo. Está en el corazón de todos, y tenemos que aguantarlo, que sufrir sus exigencias con paciencia, hasta que muramos y vayamos al cielo, donde todas las cosas nos pertenecerán en sus más puras causas últimas".


14 de septiembre de 1949.
"Un año con Thomas Merton".
Jonathan Montaldo (Ed.).
Sal Terrae.

martes, 28 de octubre de 2008

Una profunda crísis espiritual.



"Vivimos en la mayor revolución de la historia: un enorme levantamiento espontáneo de la entera especie humana: no la revolución planeada y realizada por un partido político determinado, o una raza, o una nación, sino un profundo hervir elemental de todas las contradicciones interiores que siempre ha habido en el hombre, una revelación de las fuerzas caóticas que hay dentro de todo el mundo. Eso no es algo que hayamos elegido, ni es algo que tengamos libertad para evitar.

Esta revolución es una profunda crísis espiritual del mundo entero, manifestada ampliamente en desesperación, cinismo, violencia, conflicto, contradicción interna, ambivalencia, miedo y esperanza, duda y creencia, creación y destrucción, progreso y regresión, apegos obsesivos a imágenes, ídolos, consignas, programas que solo amortiguan un momento la angustia general hasta que vuelve a irrumpir afuera en una forma aún más aguda y aterradora. No sabemos si estamos construyendo un mundo fabulosamente prodigioso o destruyendo todo lo que hemos tenido, todo lo que hemos logrado jamás".


Conjeturas de un espectador culpable.

Thomas Merton.

Artículos sobre Thomas Merton en la revista Cistercium.

Estos son los artículos de la revista Cistercium, que publican los Trapenses en España, que tratan de Thomas Merton, por si alguno está interesado en leerlos.
THOMAS MERTON
A.: Thomas Merton (Nota sobre su muerte): XXI 1969 74-75.
BAMBERGER John Eudes:
- Más allá de la identidad. La personalidad íntima de Thomas Merton: XXIII 1971 24-36, 92-
105.
- Thomas Merton y el Oriente cristiano: XXVI 1974 31-42.
- Tomas Merton y Henri Nouwen: Viviendo con Dios hoy en los EE. UU: LIII 2001 119-140.
BELTRÁN LLAVADOR Fernando:
- Dos estudios de oportunidad sobre Thomas Merton: XLVII 1995 743-758
- Thomas Merton. La educación del nuevo Adán americano: LXVI 1994 409-426.
- Una lectura de Thomas Merton en tiempos de globalización, LV 2003 297-312.
- Apertura e intimidad, directrices espirituales de Thomas Merton para el siglo XXI, LIII,
2001 17-26.
- Introducción a la figura de Thomas Merton: premisas y promesas del humanismo cristiano
Merton: LIV 2002 489-510.
- Thomas Mentón: la respuesta del monje en tiempos de opciones cruciales: LVI 2004 521-
544.
CAO MARTÍNEZ Ramón: Coplas a la Muerte de Thomas Merthon, Ernesto Cardenal “que
16
van a dar vida…” Aspectos del imaginario de Coplas a la muerte de Merton: LV 2003 93-
156.
CORTS GRAU José: Thomas Merton visto desde fuera de la Orden: XXI 1969 315-316.
DAGGY Robert E.:
- El fuego de los dioses. Una reflexión sobre el desarrollo intelectual y espiritual de Thomas
Merton: LXVI 1994 393-404.
- Thomas Merton y la crítica del lenguaje: LIV 2002 655- 668.
DIRECCIÓN La: XXV aniversario de la muerte de Thomas Merton: LXV 1993 609-633.
DUMONT Charles: La desaparición profética de Thomas Merton LIV 2002 675-696.
EDITORIAL: De muchas formas y maneras: De los “tres monjes rebeldes” a Foucauld,
Merton y Cardenal: XLVIII 1996 7-14.
FLECHA ANDRÉS José Román: Thomas Merton: vida de fe y fe en la vida LIII 2001 27-36
JIMÉNEZ José Fco.:
- Tres poemas sobre Thomas Merton: LXVI 1994 405-409.
- Hacia una nueva lectura de Thomas Merton: LXV 1993 633-639.
KILKOURSE George A.: El silencio creativo de Thomas Merton: tanteos hacia una visión
personal de la religión: LIII 2002 403-416
LOPEZ LAGUNA Mª Luisa rmc.:
- Thomas Merton: Norte Magnético: LIII 2001 37-42.
- Carta a Thomas Merton: XLVI 1994 857-867.
- Visión transformante del sacerdocio en Thomas Merton: LIV 2002 607-622
PASCUAL RUBIO Francisco R. de:
- Una tesis sobre Thomas Merton. Soledad y sociedad en Thomas Merton: LXVI 1994 427-430.
- No a la guerra LV 2003 15-28.
- Jean Leclercq - Thomas Merton, cartas: LV 2003 505-536.
- Thomas Mentón: la respuesta del monje en tiempos de opciones cruciales: LVI 2004 521-
544
PETISCO Sonia:
- Verbo poético y verbo profético en Thomas Merton: LIV 2002 534-546.
- La poesía de Thomas Merton: creación crítica y contemplación: LV 2003 919-928.
RODRIGUEZ ALONSO María Dolores: Zen y Cristianismo en Thomas Merton: LIII 2001
43-70.
ROLLAN, Mª del Sagrario: La fragua de la nueva humanidad: Thomas Merton y San Juan
de la Cruz: LIV 2002 571-586.
SANCHEZ DORADO Alicia: Acercarse a Merton: LIV 2002 485-488.
SATUÉ Pilar: Edith, Stein y Thomas Merton: Via de holocausto en un mundo violento: LIV
2002 587-606
THURSTON Bonnie: Epifanía y Eden: Amor humano y amor divino en “dieciocho Poemas
de Thomas Merton”: LIII 2001 141-152
Un Cisterciense (Thomas Merton): La vida solitaria al amparo de un monasterio cisterciense:
XXII 1970 205-213.
VEGA Juan A.: El zen y los pájaros del deseo: LIV 2000 549-564
WADELL Chrysogonus: Rance de la trapa y Merton de Gethseman: LII 2000 1119-1126

domingo, 26 de octubre de 2008

Corporalidad.

En”Diccionario de Teología Bíblica”: (Voz: Corporeidad.)

“El cristiano es aquel que ha recibido de Cristo la libertad de ser él mismo (o sea, hijo de Dios y espíritu) en el cuerpo, para manifestar que la plenitud de Cristo llena todo lo que existe y no deja espacio a ninguna negatividad. El cómo, con qué gestos o signos pueda y deba hacerse esto, es algo que se deja totalmente a la libre creatividad de las culturas humanas en su diversa configuración histórica”. (Pág. 350).

Toda reticencia o alejamiento injustificado de lo corporal sería renegar de Cristo y de la totalidad de la salvación”.

“La corporeidad es el elemento esencial en el que el hombre se identifica y se expresa; es él mismo en su cuerpo y por medio de su cuerpo; nada sucede o existe en él que no encuentre una expresión adecuada en los órganos y en los movimientos de su cuerpo”.

“La corporeidad y la carnalidad son el ámbito en que se decide sobre el hombre, sobre su salvación o perdición”.

En el desarrollo de este tema el diccionario expone como acápites: El cuerpo como signo de la persona y medio expresivo primario de la interioridad humana. El cuerpo como revelador del hombre, de su belleza y de su fuerza. También apunta:
“El que cree en Cristo no tiene ya necesidad de recuperar su prestigio o de significar su vocación con un vestido especial. Metafóricamente se ha revestido del hombre nuevo o de Cristo, y esta renovación realizada por el Espíritu es fuente de la nueva situación… En la economía cristiana un vestido no puede ser ya más que un símbolo ilustrativo, pero no depende de él la valoración del hombre”.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Eckhart y Teilhard vistos por Thomas Merton.



Merton habla en estos textos de dos figuras esenciales a la espiritualidad cristiana. Como siempre él estuvo al tanto de lo mejor y más auténtico en este campo es increíble ir descubriendo nombres de santos, poetas y escritores de todos los tiempos mientras se leen sus diarios, cartas y ensayos. ¿Conoces tú a estas dos figuras, algo de su vida, algún escrito?


Meister Eckhart tendrá limitaciones, pero de todos modos yo estoy en éxtasis con él. Me gusta la brevedad, la incisividad de sus sermones, su modo de penetrar derecho en el corazón de la vida interior, la chispa despertada, la Palabra creativa y redimida, Dios nacido en nosotros. Es un gran hombre que fue derribado por un montón de hombrecillos que creyeron que le podrían destruir, que creyeron que le podrían arrastrar a Aviñón y desacreditarle por completo. Y en efecto, quedó destruido, después de su muerte, en veintiocho proposiciones que sin duda se podrán encontrar en algún sitio de su obra, pero que no tienen nada de su alegría, de su energía, de su libertad. No eran suyas en sentido de que no eran en absoluto lo que él pretendía decir. Pero se las podía hacer coincidir con palabras que se habían dicho. Y supongo que hay que tomar en cuenta tales cosas. Eckhart no tenía ese tipo de mente que desperdicia el tiempo en ser cauto en cada coma: confiaba que los hombres reconocerían que lo que él veía era digno de verse porque daba evidentes frutos de vida y alegría. Para él, eso era lo que importaba. Pero los otros estaban pensando en otras cosas. Les importaba lo que podían significar esas palabras para quien no tuviera interés por el tipo de experiencia religiosa de Eckhart”.


“El enorme éxito de Teilhard de Chardin se debe al alivio universal que sienten ahora los cristianos: a la vez pueden reconocer su culpabilidad colectiva y hacer un gesto de reconciliación con “el mundo”, al que resulta, pertenecen de todos modos. Teilhard ha hecho posible a los cristianos creer en sí mismos como hombres del mundo a que pertenecen de modo obvio y necesario, y hacia el cual toda actitud de contemptus en teología resultaría una actitud sin significación. Su éxito fenomenal se debe al hecho de que ha hecho posible a miles de cristianos reconciliarse consigo mismos. Al hacerlo así, claro, ha realizado una tarea providencial, esencial para una auténtica renovación contemporánea de la religión”.

Thomas Merton. “Conjeturas de un espectador culpable”.

sábado, 18 de octubre de 2008

Santidad y constancia.

Vuelvo con el tema de la santidad, clave para mí a la hora de acercarme a Merton, y a otras figuras importantes de la espiritualidad cristiana. Me gustaría trabajar este tema en mi tesina de licenciatura, por eso estoy dándole vueltas, y agradecería ademas cualquier comentario o sugerencia al respecto. Thomas Merton tiene este libro, que titula "Vida y Santidad", en el que comparte con bastante claridad su visión del tema en un momento de cambio para la Iglesia.


"Es verdad que la santidad cristiana es la santidad de Cristo en nosotros, pero ello no significa que el Espíritu Santo vaya a hacer su obra en nosotros si nosotros nos mantenemos absolutamente pasivos e inertes. No hay vida espiritual sin constante lucha y conflicto interior. Un conflicto que es tanto más difícil de afrontar cuanto que es oculto, misterioso, y a veces casi imposible de comprender. Todo cristiano responsable está dispuesto a hacer algunos sacrificios iniciales. No es difícil empezar bien. Lo dificil es proseguir, llevar adelante la obra comenzada y perseverar en ella los años que haga falta, hasta el final. El esfuerzo de la fe es demasiado grande, y la carga que supone para nuestro pobre amor es demasiado pesada, o al menos tememos que lo sea. No comprendemos el significado de la cruz y la seriedad de nuestra vocación de morir con Cristo para resucitar con Él a una vida nueva. Es absolutamente cierto que morimos con Él en el bautismo y resucitamos de entre los muertos, pero se trata tan sólo del principio de toda una serie de muertes y resurrecciones.No nos convertimos una única vez en nuestra vida, sino muchas veces, y esta interminable serie de grandes y pequeñas conversiones, de revoluciones interiores, desemboca finalmente en nuestra transformación en Cristo".




Thomas Merton, "Vida y santidad".

miércoles, 15 de octubre de 2008

Etty Hillesum...en tiempos difíciles.


"Si sufro por los indefensos, ¿No será por esa parte indefensa que hay en mí misma?

He partido mi cuerpo como el pan y lo he repartido entre los hombres. ¿Por qué no, si estaban tan hambrientos y han tenido que privarse de ello tanto tiempo?

Siempre vuelvo de nuevo a Rilke. Es extraño, era un hombre frágil y escribía muchas de sus obras dentro de los muros de algún castillo, y posiblemente se hubiese derrumbado en las circunstancias en las que tenemos que vivir hoy en día. ¿Pero no es señal de una buena economía, que artistas sensibles en tiempos tranquilos y en circunstancias favorables puedan buscar sin ninguna interferencia la forma más bella y adecuada para sus conocimientos más profundos? A ellos podría dirigirse la gente que vive en tiempos más esforzados y convulsos y encontrar refugio para sus confusiones y preguntas. Ese refugio que muchos no han logrado encontrar porque la energía diaria la reclaman las necesidades cotidianas. En tiempos difíciles se suele tirar por la borda, con un gesto despectivo, los logros espirituales de artistas que vivieron tiempos más fáciles (¿No es ser artista en sí ya muy difícil?). Se rechazan con la siguiente observación: ¿De qué nos sirve todo eso en estos momentos.

Tal vez sea comprensible, pero es mezquino. Y terriblemente empobrecedor.

Una quisiera ser un bálsamo derramado sobre tantas heridas".


Etty Hillesum, Diario.


Este es el final del Diario de Etty Hillesum, así termina, dejándo al lector sumido en una terrible angustia, la de sentirse parte de una humanidad que resulta a menudo, muy a menudo, cruel y absurda. Pero al mismo tiempo esta mujer, llena de fe, de una fe profundamente original, nos ayuda a devolver el corazón a un estado de esperanza. En medio de los tiempos más oscuros, una luz siempre brilla, como aquellas "semillas del Verbo", de que hablaba San Justino, el filósofo martir.

Conjeturas...


"Aquellos a quienes Dios pide la esperanza más perfecta deben mirar de cerca sus pecados. ES decir, deben dejar que Dios haga relucir su lámpara de repente sobre los incones más oscuros de sus almas: no que ellos mismos tengan que explorar lo que no entienden. El mucho explorar oculta lo que realmente debemos encontrar. Y no es seguro que tengamos ninguna obligación apremiante de encontrar pecado en nosotros mismos. ¿Cuánto pecado nos tiene escondido el mismo Dios, en su misericordia? !Después, Él lo esconde a Sí mismo!"


"O se tiene que ser judío o se tiene que dejar de leer la Biblia. La Biblia no puede tener sentido para quien no sea espiritualmente semita. El sentido espiritual del Antiguo Testamento no es ni puede ser un simple vaciarlo de su contenido israelita. !Al contrario! El Nuevo Testamento es el cumplimiento de ese contenido espiritual, el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham, la promesa en que creyó Abraham. Por tanto, nunca es negación del judaísmo, sino su afirmación. Los que lo consideran como negación no lo han comprendido".


Thomas Merton.
"Conjeturas de un espectador culpable".

lunes, 13 de octubre de 2008

En oración.


"Anochecer: frío viento invernal roza los muros de la capilla.

No aúlla, no gime, no es lúgubre. ¿Puede haber algo funerario en el viento?

Es inocente, y sin tristeza. No tiene qué lamentar. El viento es un niño fuerte, que disfruta de su juego, asombrado de su fuerza, lanzándola en nubes contra el edificio. El viento no tiene qué lamentar. La capilla está muy fría.

Dos tercos novicios permanecen solos en ella, los dos arrodillados muy tiesos, sin fingir ya siquiera disfrutar o entender nada".


Thomas Merton.

"Conjeturas de un espectador culpable".

viernes, 10 de octubre de 2008

Etty Hillesum. El sentido de la vida.


Etty Hillesum nació en Middlburg (Países Bajos) en 1914. Hija de Louis Hillesum, doctor en Lenguas Clásicas, y Rebeca Bernstein ; perteneció a la burguesía judía de Amsterdam. Tenía dos hermanos, Jaap y Mischa, que murieron junto a ella y sus padres en Auschwintz, el 30 de noviembre de 1943. Sus Diarios recogen, en nueve cuadernos, con una letras pequeña y difícil de leer, la experiencia de una mujer singular, que entre 1941 y 1942, años de guerra, trató de vivirlo todo, desde una especial sensibilidad espiritual y un profundo anhelo de vida.
Los textos que estamos compartiendo están tomados de su Diario, publicados en castellano por ANTROPOS Editorial, 2007.



“Creo que debo hacerlo: por la mañana, antes de empezar a trabajar, “meterme en mi interior”, escuchar lo que hay dentro de mí. Sumergirme dentro de mí misma. También se le puede llamar meditar. Esa palabra me provoca todavía algo de horror. Pero, ¿por qué no? Estar una media hora sola conmigo misma. No es suficiente sólo mover por la mañana en el cuarto de baño los brazos, las piernas y todos los demás músculos. El ser humano se compone de cuerpo y alma. Y una media hora de gimnasia y otra media de “meditación” pueden ser la base de un fundamento sólido para la tranquilidad y la concentración de un día entero”.


“La finalidad de la meditación debería ser: convertirse por dentro en una gran y amplia llanura, sin un alevoso matorral que impida la vista. Que crezca algo de “Dios” dentro de uno mismo, tal como hay algo de “Dios” en la Novena Sinfonía de Beethoven. Que también surja algo de “amor” por dentro, no un amor de lujo de una media hora en el que sumirse con orgullo gracias a un par de sentimientos sublimes, sino un amor con el que poder influir en las pequeñas acciones cotidianas”.

“De nuevo arrestos, terror, campos de concentración; se llevan a cualquier padre, hermana o hermano. Busco el sentido de la vida y me pregunto si no tiene sentido en absoluto. Pero este es un tema que cada uno tiene que arreglar consigo mismo y con Dios. Tal vez cada existencia tenga su propio sentido y se necesite una vida entera para encontrarlo”.

jueves, 9 de octubre de 2008

La edad del alma. Etty Hillesum.


"La edad del alma es otra que la edad que se encuentra inscrita en el registro civil. Creo que el alma ya tiene una determinada edad al nacer, y que ya no cambiará. Uno puede nacer con un alma que tiene doce años y cuando tiene ochenta, ese alma aún sigue teniendo doce años y no más. También se puede nacer con un alma de mil años y a veces hay niños de doce años, en los que se aprecia que su alma tiene mil años. Considero el alma como aquella parte del ser humano de la que se es menos consciente, sobre todo los europeos occidentales. Creo que el oriental "experimenta" mucho más su alma. Una persona de occidente no sabe muy bien qué hacer con ella y se averguenza como si fuera algo inmoral. El alma es, a su vez, otra cosa diferente a lo que llamamos "ánimo". Es verdad que hay gente que tiene mucho "ánimo", pero poca alma.

Un alma es algo que está hecho de fuego y de cristal de roca. Es algo que es muy severo y muy duro, siguiendo el Antiguo Testamento, pero también tan tierno como los gestos con los que las yemas de los dedos me acarician cuidadosamente las pestañas".
Momentos difíciles.
"Vuelven otra vez esos momentos, en los que la vida es tan desoladora y difícil. Entonces me encuentro impetuosa, intranquila y cansada al mismo tiempo. Esta tarde he tenido momentos de una muy fuerte vivencia creadora. Y ahora me encuentro en una situación de agotamiento como después de un orgasmo.
En este momento no tengo otra cosa que hacer que estar inmovil bajo mi manta y ser paciente hasta que el abatimiento y el aturdimiento se alejen de mí. Antes me ponía a hacer cosas raras en una situación como esta: beber con amigos o reflexionar sobre el suicidio o durante noches enteras leer cien libros distintos a la vez.
Pero, también hay que saber aceptar que se tienen momentos estériles. Cuanto más honestamente se acepte, más rápido pasa un momento así. Hay que tener valor para hacer una pausa, y atreverse a estar vacío y abatido".

Etty Hillesum.(Diario)

miércoles, 8 de octubre de 2008

LIBROS de Thomas Merton.


Este mediodía he sacado de la biblioteca de la universidad tres libros de Thomas Merton que conocía sólo por referencias, pero nunca había tenido en mis manos: uno de ellos está publicado por POMAIRE, y es "Conjeturas de un espectador culpable", edición de 1966; el segundo, "El exilio y la gloria", Editorial del Nuevo Extremo Ltda, 1960, y el tercero es "La oración en la vida religiosa" ( The climate of monastic prayer. Ed. Cistercian Publications) que apareció en español en MENSAJERO, año 1970. Tres libros que me ayudarán a conocer mejor el universo mertoniano, y aun hay otros que podré consultar después, y por supuesto compartir mis impresiones con los lectores del blog. De estos títulos, al menos de los dos primeros, no hay edición más reciente en nuestro idioma; el tercero aun no estoy seguro si se ha editado con otro titulo. Acerca de "El exilio y la gloria" el propio Merton tenía una mala opinión; es una novela que cuenta la vida de una religiosa, la madre Berchmans, y en la que ya estuve viendo aparecen unos comentarios interesantes sobre Santa Teresita y su espiritualidad. En "Conjeturas..." encontramos algunos pasajes muy conocidos de Merton, que aparecen también en sus diarios, pues algo parecido a un diario es este, aunque matizado por el propio autor que nos dice que son notas, opiniones, criterios, escritos en un período de su vida.

Resulta para mí un verdadero regalo esta posibilidad de seguir accediendo a la obra de Thomas Merton, que es muy extensa, para seguir profundizando en su experiencia espiritual.

domingo, 5 de octubre de 2008

Thomas Merton: intuiciones difíciles.


En la línea de ese nuevo lenguaje con que la experiencia espiritual ha de ser comunicada, encontramos un texto de Thomas Merton que aparece en su libro "Incursiones en la indecible".


"A tí no te preocupan tanto los principios éticos y las respuestas tradicionales a las cuestiones tradicionales, porque muchos hombres han decidido no volver a plantearse tales cuestiones. Lo que te interesa más no son las respuestas formales ni las definiciones exactas, sino intuiciones difíciles en un momento de crísis humana. Tales intuiciones no pueden ser consoladoras ni bien definidas: son oscuras e irónicas. No se pueden traducir en un programa que resuelva todos los problemas de la sociedad, pero quizas hagan posible a alguna rara persona, aquí o allá, seguir viva y estar despierta en un momento en que lo deseable es estar despierto: un momento de decisión definitiva, en que note una amenaza en las raíces de su propia existencia. Has considerado la amenaza crítica de la hora, la de la deshumanización, y la has tratado como podías, con poesía e ironía, más que con declamación trágica o con fórmulas confesionales".


Como siempre digo, una vez leido todo el pasaje, fijarse otra vez en los textos que hemos señalado en color o en negrita, para captar la profundidad intuitiva de TM, que aquí vuelve a conseguir expresar lo que cualquiera de nosotros puede vivir. Él quiere ir más allá, cruzar la barrera de lo habitual, porque siente una llamada a vivir de un modo nuevo la experiencia común de muchos seres humanos. Por eso dice que no le interesan las respuestas tradicionales, porque sabe que hay muchos seres humanos que ya no se hacen esas preguntas ni se plantean esas cuestiones. Quiere respuestas nuevas. Respuestas que no son simples, ni fáciles, ni claras: les llama él "intuiciones difíciles", que no traen consuelo además, sino inquietud, y que para poder comunicarlas ha de asumirse un codigo muy propio, que a la vez llegue a otros; esos otros pueden ser muy pocos, pero esos pocos también necesitan de una palabra de luz para despertar. Y este ahora que vivimos, que es el "ahora" de Dios, exige estar despiertos y no dormidos. Exige superar las "ilusiones" y entrar en la Verdad.

jueves, 2 de octubre de 2008

Verdad y plenitud.


En Thomas Merton la CONVERSIÓN se traduce fundamentalmente en dos actitudes:

1- Búsqueda de un "hogar", de una plenitud, que echó de menos en su infancia y juventud, y que se transforma luego en un deseo más espiritual.

2- En un tratar de superar las "ilusiones", tanto de su vida personal como las de la institución eclesial o la monástica.

La conversión no es algo puntual, definitivo, sino gradual, por etapas sucesivas y crecientes. Dios se nos va revelando progresivamente como Padre en el transcurso de la vida, y nos llama a ser hijos en plenitud, a través de Jesucristo.

Hijos AMADOS y LIBRES.

Merton en su proceso de conversión, y hasta el final de su vida, anhelaba y buscaba VERDAD y PLENITUD.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Merton y Teresita.



Thomas Merton y Teresa de Lisieux: La Santidad.

En la autobiografía de T.Merton, página 355, encontramos una nueva referencia a San Juan de la Cruz y el descubrimiento de la santidad de Teresa de Lisieux, a quien Merton llama “la florecita”. Son tiempos de clarificación, en que su vocación dormida está volviendo a despertar; una nueva visita a un monasterio de contemplativos, Nuestra Señora del Valle, le llena de gozo interior y le devuelve al mundo mucho más fortalecido y dispuesto: “Estaba consciente de haber adquirido alimento y fuerza, de haberme desarrollado secretamente en firmeza, certidumbre y profundidad.”
Es a su regreso al trabajo en el colegio de Buenaventura, cuando Merton va reorganizando su vida con un régimen más estricto: “Levantándome más temprano por la mañana, rezando las Horas Menores al alba, o antes de ella cuando los días menguaban, en preparación de la misa y comunión.” Y añade: “Hacía muchas lecturas espirituales… vidas de santos… Juana de Arco, San Juan Bosco, San Benito. Me entretenía la Subida al Monte Carmelo de San Juan de la Cruz y las primeras partes de la Noche Oscura, por segunda vez de hecho, pero por primera vez comprendiéndola.” (355). Juan de la Cruz acompañará el camino espiritual de Thomas Merton durante muchos años, y encontramos referencias explícitas a él en otros libros suyos, como “Ascenso a la Verdad”.
Pero Merton reconoce aquí un nuevo y enriquecedor vínculo con la espiritualidad del Carmelo; así escribe en esta misma página:

“El gran regalo que se me dio, ese octubre, en el orden de la gracia, fue el descubrimiento de que la Florecita era realmente una santa, y no santa muda como una muñeca en las imaginaciones de muchas ancianas sentimentales. No sólo era santa, sino una gran santa, una de las mayores: ¡Tremenda! Le debo toda clase de disculpas y reparación por haber ignorado su grandeza durante tanto tiempo.”


La mirada de Merton sobre la santa francesa no es acrítica, a pesar de tanto entusiasmo. Reconoce que en su espiritualidad hay mucho de la fealdad y mediocridad de la clase burguesa a la que Teresita y su familia pertenecían (356-357). Por ejemplo: “Su afecto nostálgico por una graciosa quinta llamada Las Buissonets; su gusto por el arte completamente almibarado, por los angelitos de azúcar y santos de pastel jugando con corderos tan suaves y vellosos que literalmente crispan los nervios a la gente como yo. Escribió una serie de poemas que, sin importar lo admirable de sus sentimientos, se basaban ciertamente en los modelos populares mas mediocres”.

No obstante, en medio de todo lo anterior, Merton descubre en Teresa de Lisieux el poder de la gracia de Dios, que convierte en posible lo imposible; de un ambiente como en el que vivió Teresita difícilmente saldría una santa, según Merton. Pero él escribe: “Y no solo llegó a ser santa, sino la mayor santa que ha tenido la Iglesia en trescientos años… aun mayor, en ciertos aspectos, que los dos tremendos reformadores de su orden: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila” (357).
No está lejos esta manera de mirar la santidad de Teresa de la que desarrolla Jean Francoise Six en sus libros sobre la infancia, vida conventual y muerte de Teresita. Merton encomienda a Teresa sus preocupaciones de ese momento (su hermano John Paul, su trabajo en Harlem, su camino vocacional); la ve como intercesora. Pero el verdadero lugar de los santos en nuestra vida para Thomas Merton es mucho más amplio, y así lo dice en estas mismas páginas:

“Descubrir un nuevo santo es una maravillosa experiencia. Pues Dios se magnifica grandemente y se hace maravilloso en cada uno de sus santos. No hay dos santos iguales; pero todos ellos son como Dios, como Él de un modo diferente y especial. De hecho, si Adán nunca hubiese caído, toda la raza humana habría sido una serie de imágenes magníficamente diferentes y espléndidas de Dios, cada uno de todos los millones de hombres exponiendo Sus glorias y perfecciones de un modo asombrosamente nuevo, cada uno brillando con su santidad particular, una santidad destinada a Él desde toda la eternidad como la perfección sobrenatural más completa e inimaginable de su personalidad humana.” (Pág.355)

“Los santos no son objetos inanimados de contemplación. Se hacen nuestros amigos, participan de nuestra amistad, la corresponden y nos dan inequívocas muestras de su amor por nosotros mediante las gracias que recibimos a través de ellos.” (357)


Podemos resaltar también lo siguiente en relación con este tema, a partir de la reflexión de Merton:
1- ¿Tiene límites la gracia de Dios? “Me asombraba completamente la aparición de una santa en medio de la fealdad y mediocridad hinchada, aterciopelada, súper decorada y cómoda de la burguesía… tales gentes podían resultar inocuos pedantes, ¿Pero de gran santidad? Nunca.” (356). Pero, a través de Teresa, él descubre otra realidad: “llegó a ser santa no desertando de la clase media, no abjurando, despreciando, y maldiciendo la clase media, o el ambiente en que había crecido; por el contrario, se pegó a él en tanto puede pegarse a una persona a tal cosa y ser una buena carmelita. Conservó lo que era burgués en ella…”. (356).
2- Sin embargo:” En cuanto a santidad se refería, toda esa fealdad exterior era, per se, del todo indiferente. Y más aun, como todos los males físicos del mundo, podía servir muy bien, per accidens, de ocasión o hasta de causa secundaria de un gran bien espiritual.”

Tengamos presente que Merton es un artista, un hombre de una sensibilidad particular, un poeta; de ahí su mirada crítica al barroquismo o mal gusto de cierta espiritualidad o ciertas devociones. Pero lo exterior no es lo esencial, sino lo interior, lo profundo. La Florecita hará de centinela para el hermano de Merton, y también para su propia vida.

“Cuando el Espíritu Santo encuentra un alma en que puede obrar, emplea esa alma para cualquier número de propósitos; despliega ante sus ojos un centenar de direcciones nuevas, multiplicando sus obras y sus oportunidades para el apostolado hasta límites casi increíbles y ciertamente mucho más allá de la fuerza ordinaria de un ser humano.” (360)

Así, pensando en Teresa de Lisieux, Merton afirma:

“No es novedad en Dios hacer santos que no son sacerdotes para predicar a los que son sacerdotes”.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.