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jueves, 30 de julio de 2020

EL MUNDO A LAS PUERTAS DE GETSEMANÍ

"El «mundo» con sus divertidos calzones, que ni siquiera sé cómo los llaman, con sus sandalias, sus gafas de sol, sus abultados culos, sus vientres, sus nervios (también mis 177 nervios y mi vientre), su cabello, sus dientes. Su charla. No tengo palabras para el mundo. No comprendo el miedo que le tengo, que incluye una cierta fascinación y una sensación de mareo en la boca del estómago, teniendo en cuenta que yo mismo formo también parte de él. El olor de sus lociones está presente ya en el ala de nuestro monasterio correspondiente a la fachada y en nuestros oficios. Los pequeños trozos de papel impreso que nosotros enviamos fuera son respuestas a sus taimadas insinuaciones de complicidad. No me preocupa lo que dice Bruno James, porque yo debo escribir sobre todo esto, aunque no tal vez con el empaque de un predicador o de un profeta. Escribir acerca del mareo que me produce la peste, la muerte bronceada. Para empezar, debo reunir todas las palabras que no conozco: los nombres de plásticos, las drogas, los aceites, los lubricantes que hacen que el mundo huela así y se mueva de este modo. De hecho, personalmente me siento como un niño que vive en un burdel (o en la casa de al lado) e intuye qué es lo que está pasando, siente lo que pasa como si todo el lugar estuviera impregnado de una maliciosa diversión por la que hay que pagar. A fin de cuentas, el sexo es lo que se ha extraviado tal vez en todo, pero también eso es la tentación: que yo condescienda con mi propia manera de ser al elevar un coro de exacerbadas protestas".

Thomas Merton 
Diarios, julio de 1961

(Fotografía: Yazmi Palenzuela)

domingo, 26 de julio de 2020

THOMAS MERTON HABLA SOBRE EL SACERDOCIO FEMENINO...


En diálogo con un grupo de religiosas Merton comparte temas que eran de actualidad en ese momento, finales de los años 60; entre ellos estaban la sexualidad, la vivencia de los votos monásticos, el sacerdocio femenino, y en general la llamada "mística femenina". Entre otras cosas, dijo lo siguiente: 

"La pasión no es una fuerza tan poderosa que no pueda ser controlada por el ser humano en circunstancias normales. La sexualidad no es un impulso avasallador. Pero es un aspecto importante de nuestra vida y necesitamos una forma creativa de encauzarla. Yo creo que el programa de los curas casados es sintomático, pero no realista. Ellos exponen un problema real, pero no me parece que el solo hecho de que muchos curas se casen sea la solución. La solución, creo, es que los curas tengan la libertad de casarse si lo desean, pero no creo que en realidad sean tantos los que quieran hacerlo. Muchos piensan que tienen que casarse porque ahora hay cierta presión para que actúen de ese modo. No sé si podría ser una solución que hubiera mujeres sacerdotes. Dejo eso a su imaginación... En este momento, yo no veo que lo sea. En su argumentación, Mary Daly contempla una forma de estructura jerárquica masculina y dice que las mujeres tienen que llegar a ese sitial que los hombres erigieron para sí mismos en la jerarquía. Yo no estoy de acuerdo. Yo creo que todo tiene que cambiar, la idea misma del sacerdocio tiene que modificarse. Pienso que precisamos desarrollar todo un sistema nuevo de culto en el que no haya necesidad de que una persona con jerarquía tenga un lugar central, un tipo de culto en el que todo el mundo esté involucrado... ¿Se imaginan a una mujer vestida con la casulla y el birrete? Fueron hombres los que inventaron para sí mismos ese atuendo ridículo, y ahora tendrán que llevarlo las mujeres. Creo que la mayoría de las mujeres tienen suficiente sentido común para darse cuenta de esto. Mary Daly parece pertenecer a la categoría de las que quieren tener todo lo que tienen los hombres, porque «si ellos tienen esas cosas, también las mujeres deberían tenerlas». Yo creo que las mujeres son, en general, más inteligentes; pueden ver que mucho de lo que hacen los hombres solo forma parte de una estructura artificial".


LO IMPORTANTE, dirá Merton, es:
"Ser una persona: esa es la idea que es preciso enfatizar... Necesitamos una nueva antropología teológica, una nueva concepción de lo que es un ser humano, lo que es una mujer, lo que es un hombre... Si nuestra teología está basada en esta concepción errónea de la diferencia entre los sexos, es una teología falsa. No es válida y nunca lo será". 

Thomas Merton
Los Manantiales de la contemplación

jueves, 23 de julio de 2020

UNA PRESENCIA POSITIVA Y AMOROSA

ACERCA DE ORAR JUNTOS, COMO COMUNIDAD, Y EN SILENCIO

"Cuando dos o más personas se encuentran o reúnen, existe siempre alguna forma de presencia, incluso la forma que puede provocarle a una de ellas una úlcera. Lo que a nosotros nos corresponde hacer es, por lo tanto, disponer las cosas de manera tal que la presencia sea una experiencia no negativa, sino positiva. Esto quiere decir que tal vez debamos conversar más entre nosotros para aprender a estar presentes en silencio de una manera positiva. Para que el silencio pueda ser una gracia es preciso que haya entre nosotros una mayor comunicación, un amor más profundo y, hasta tanto no se haya alcanzado esa intensidad, será vano fingir que hay amor cuando no lo hay. La justificación del silencio en nuestra vida reside en que lleguemos a amarnos los unos a los otros lo bastante como para poder estar reunidos en silencio. Una vez que alcanzamos a ver el profundo y verdadero significado de la vida en comunidad, descubrimos que en el estar juntos y en silencio hay una gracia y un deber muy especiales, pero nunca llegaremos a ello excluyendo a los demás ni tratándolos como objetos. Es una gracia que se va conquistando paulatinamente, a medida que aprendemos a amar".

Thomas Merton
Los manantiales de la contemplación

lunes, 20 de julio de 2020

LOS DIARIOS DE THOMAS MERTON: LOS AÑOS DECISIVOS (1960-1963)


La introducción de este libro, publicado bajo el título "Turning Toward The World", aclara el título y expone las cuestiones y temas críticos que aparecieron en la vida de Thomas Merton durante este período crucial. Los primeros años 60 fueron tiempos de cambios profundos en la sociedad y en la Iglesia Católica: el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos y el Concilio Vaticano II. Estas protestas en la sociedad y en la Iglesia despertaron en Merton un hondo sentido de la responsabilidad social y eclesial en el mismo momento en que buscaba muy activamente un grado mucho mayor de soledad en su vida. Esta paradoja (compromiso y retiro), que le acechó durante toda su vida monástica, alcanza en este volumen una intensidad que no tiene paralelo en sus diarios anteriores. 

El volumen está dividido en cuatro partes:

La primera, "The promise of Hermitage" (La promesa de la ermita) va desde mayo de 1960 hasta diciembre de ese mismo año; el tema de la construcción de un lugar que en principio sería casa de retiro, pero que finalmente se convierte en una ermita en la que Merton sueña poder vivir. Pasa tiempo en ella una vez terminada, pero todavía sin quedarse a dormir, y le llama "Santa María del Carmelo". Otros temas que aparecen en esta parte del volumen: la lucha de Merton con su llamada a una mayor soledad, desilusión con Gethsemani a la par de sus propias limitaciones como monje, críticas a Don James, apelación a Roma para irse a otro sitio más solitario, y sus muchas y variadas lecturas (Chuang-Tzu, Óliver Clément, Teilhard de Chardin, Karl Barth, Abraham Heschel, Ananda Coomaraswamy, etc). 

La segunda parte, "The continuing Need of Question" (La necesidad contínua de cuestionarse) abarca desde enero-diciembre de 1961; Merton durante este año se sumió en una gran introspección , tratando de escribir menos y luchando contra las ambigüedades de su vida. La constancia de la bondad de Dios para con él y su postura crítica respecto al monasterio y al abad, a la par de reconocer su necesidad de amarlos. Se siente urgido a decir una palabra sobre el peligro de una guerra nuclear, pero teme ser malinterpretado. Algunas intuiciones respecto a su responsabilidad con las tradiciones espirituales; sus comentarios acerca de los libros que escribe (El hombre Nuevo) y reflexiones sobre su correspondencia (Erich Fromm, Abdul Azis, Czeslaw Milosz, etc) y extensas lecturas (Karl Barth, Rahner, Gandhi, etc). 

 En este período visita el monasterio Don Jean Leclercq y conversa con Merton, sugiriendo que este es pesimista, demasiado ansioso y crítico; Merton se molesta, pero la lectura de esta parte del diario parece  respaldar el criterio de Leclercq, pues  aflora bastante negatividad: sobre el mundo, la Iglesia, la vida monástica, Gethsemani y su propia vida como monje. En este periódo revisó su libro Semillas de Contemplación para una nueva edición (Nuevas Semillas de Contemplación), comenzó sus Cold War Letters y los artículos sobre la guerra y la paz, además de despertar su interés por la naturaleza a partir de pasar más tiempo en la ermita. 

La tercera parte es "Seeking the Right Balance" (Buscando el equilibrio adecuado), abarca de enero a diciembre de 1962. Merton está fuertemente convencido de su obligación de manifestarse en contra de la guerra nuclear y la amenaza que supone para la existencia de la raza humana. Escribe al respecto en varias revistas y recibe críticas por ello, siendo el único monje y sacerdote que asume en esta postura; se muestra herido y molesto por ello, aunque en el fondo parece disfrutar de la situación. El 27 de abril el abad general de los trapenses envía la orden de que Merton no puede publicar nada sobre la guerra. Merton señala que por algún motivo inexplicable su abad, Dom James, demoró tres meses en informarle de ello. Apoya al Movimiento Católico por la Paz, aunque tiene algunas reservas. 

Merton sigue mirándose a si mismo de manera crítica, y lamenta sus duros juicios sobre sus hermanos trapenses. Algunas reflexiones eclesiológicas en esta parte del diario, como sus comentarios a su lectura de un libro de Hans Küng sobre el Concilio y la unidad de los cristianos. Merton sigue leyendo mucho y diverso, tanto clásicos de la espiritualidad cristiana como contemporáneos. 

La cuarta parte es "Gifts of Quiet and Nature" (Dones de la Quietud y la Naturaleza), de enero a julio de 1963. Al poder pasar más tiempo en el entorno tranquilo y natural de la ermita, Merton lucha contra su actitud crítica para con la comunidad de Gethsemani y su abad. Admitiendo la complejidad de sus relaciones con el abad, percibe la buena voluntad y la genuina sinceridad de este. Lucha con su compulsión de escribir y publicar, y lamenta la falta de sentido de su vida. Más reflexiones eclesiológicas y sobre un tema favorito de Merton: la diferencia entre el yo verdadero y el yo falso. Muestra su amor y admiración por Juan XXIII, y alaba a Martin Luther King Jr., y referencias a sus diversas lecturas, entre ellas sar Vallejo
 En esta época tuvo Merton algunos problemas con sus editores, y casi finaliza el volumen evaluando el papel que ha jugado la soledad que vive en la ermita:

"Lo mejor ha sido recuperar las dimensiones reales del misterio de Cristo. Una recuperación, por decirlo así, de la fe profunda y primitiva, reconociendo que es un verdadero regalo. ¡Qué renovado y qué agradecido estoy! Mi espíritu respira de nuevo tras un tiempo de falta de aire y asfixia". 

(Tomado de: Diccionario de Thomas Merton)


miércoles, 15 de julio de 2020

LAS MANOS SANADORAS DE MARÍA

Es conocido el vínculo espiritual que mantuvo Thomas Merton con la tradición carmelitana, su espíritu y sus santos. Evocando en su diario su visita a Cuba, en el año 1940, cuando desde el barco en que se alejaba de la Isla, rumbo a USA, contemplaba la imagen de la Virgen que corona la Iglesia de la Habana dedicada a María del Monte Carmelo, Merton escribió una oración. He rezado con ella muchas veces, y también varias la he compartido en este blog. Hoy lo vuelvo a hacer, a propósito de celebrar mañana 16 la fiesta de María en el Carmelo, junto con un poema que esta misma oración me inspiró...


ORACIÓN
"¿No fuiste tú tal vez lo último que vi cuando el buque zarpó, a ti de pie sobre tu torre de espaldas al mar, mirando hacia la universidad? Yo nunca te he olvidado. He olvidado todas las cosas que te pedía en mi oración. Pienso que las he recibido, pero no me acuerdo. Lo realmente importante es que te he recibido a ti.Te conozco y sin embargo no te conozco. Te amo, pero no lo suficiente.La oración te acompaña, porque la oración, más que una exigencia que nos plantees, es un regalo que nos haces. ¡Ojalá pudiera yo orar¡…y de hecho lo hago.

Enséñame a ir a este país que está más allá de las palabras y los nombres propios.Necesito que tú me guíes. Necesito que mi corazón se mueva bajo tu impulso. Necesito que mi alma se purifique por medio de tu oración. Necesito que tú fortalezcas mi voluntad. Necesito que tú salves al mundo y lo cambies. Te necesito para todos los que sufren, para los encarcelados, para quienes están en peligro, para los atribulados. Te necesito para toda esa gente que se ha vuelto medio loca.Necesito que tus manos sanadoras actúen siempre ven mi vida.Necesito que, a imagen de tu Hijo, hagas de mí un sanador, un consolador, un salvador.Necesito que tú le pongas nombre a los muertos. Necesito que ayudes a los moribundos a cruzar el río particular de cada uno de ellos.Te necesito para mí mismo, tanto si vivo como si muero.Necesito ser tu monje y tu hijo.Es necesario. Amén".

(17 de junio de 1956)

LAS MANOS DE MARÍA

Entrelazadas y quietas en el silencio de la tarde,

Como dos pájaros que cantan en las ramas de un árbol,

Como el batir de alas de los ángeles.



Recogiendo siluetas, juntando ramilletes de dolor

Y transformándolos en risas y en milagros.

Enamorando a Dios y conquistándolo para nosotros.



Abiertas a la lluvia, al niño y a la aurora, consolando

Y sanando. y calentando el alma en el invierno,

Provocando en nosotros la gracia de ser hijos.



Nostalgia de absoluto, reflejo trinitario,

Ternura maternal, fidelidad y fuerza:

Las pequeñas y frágiles manos de María.



Manuel Enrique Valls, ocd.
16 de julio de 2003.

lunes, 13 de julio de 2020

EL DESPERTAR DE UN SUEÑO (Epifanía de Louisville)

He compartido muchas veces este texto, y seguro lo volveré a hacer en otro momento; de los mejores y más significativos de Merton, al que vuelvo una y otra vez en mis lecturas y reflexiones. Tengo pendiente escribir algo a partir de él:  

"En Louisville, en la esquina de la calle Cuarta [Fourth] con Walnut, en medio del barrio comercial, de pronto me sentí abrumado al caer en la cuenta de que amaba a toda aquella gente; de que todos ellos eran míos, y yo de ellos; de que no podíamos ser extraños unos a otros aunque nos desconociéramos por completo. Fue como despertar de un sueño de separación, de falso aislamiento en un mundo especial, el mundo de la renuncia y la supuesta santidad. Toda esa ilusión de una existencia santa separada es un sueño. No es que yo cuestione la realidad de mi vocación ni de mi vida monástica, pero el concepto de «separación del mundo» que tenemos en el monasterio se presenta demasiado fácilmente como una absoluta ilusión: la de que haciendo los votos nos convertimos en una especie diferente de seres, pseudo-ángeles, «hombres espirituales», hombres de vida interior, lo que sea. 

Cierto que esos valores tradicionales son muy reales, pero su realidad no es de un orden exterior a la existencia diaria en un mundo contingente, ni le da derecho a uno a despreciar lo secular: aun estando «fuera del mundo», nos hallamos en el mismo mundo que todos los demás: el mundo de la bomba, el mundo del odio racial, el mundo de la tecnología, el mundo de los medios de comunicación de masas, de los grandes negocios, de la revolución, y todo lo demás. Nosotros adoptamos una actitud diferente ante todas esas cosas, pues pertenecemos a Dios. Pero todos los demás también pertenecen a Dios. Lo único que ocurre es que nosotros tenemos conciencia de ello y hacemos de esa conciencia una profesión. Pero ¿nos da derecho eso a considerarnos diferentes o mejores que otros? La idea es del todo ridícula. 

Esta sensación de liberación de una ilusoria diferencia supuso para mí tal alivio y alegría que casi me eché a reír en voz alta. Y supongo que mi felicidad podría haber tomado forma en estas palabras: «Gracias a Dios, gracias a Dios que soy como otros hombres, que no soy más que un hombre entre otros». ¡Y pensar que durante dieciséis o diecisiete años he tomado en serio esa pura ilusión, implícita en gran parte de nuestro pensamiento monástico! 

Es un glorioso destino ser miembro de la raza humana, aunque sea una raza entregada a infinidad de absurdos y que comete muchos y terribles errores. Sin embargo, y a pesar de ello, el mismísimo Dios tuvo a bien y se glorió en ser miembro de la raza humana. ¡Quiso ser miembro de nuestra raza! ¡Reflexionar sobre un hecho aparentemente tan normal tendría que ser algo así como enterarse de que uno posee el billete ganador en una lotería cósmica! 

Siento la inmensa alegría de ser hombre, miembro de la raza en la que Dios quiso encarnarse. ¡Como si los quebrantos y estupideces de la condición humana pudieran abrumarme, ahora que me doy cuenta de lo que somos todos! ¡Si todo el mundo pudiera comprenderlo! Pero es algo que no se puede explicar. No hay manera de hacer ver a los humanos que todos ellos deambulan por el mundo brillando como el sol".

Thomas Merton
Conjeturas de un espectador culpable

viernes, 10 de julio de 2020

CONFIAR EN NUESTRAS IMÁGENES INTERIORES

Hace algún tiempo, leyendo LA BENDICIÓN ORIGINAL, de Matthew Fox, fui tomando notas de algunos capítulos, ideas que me resultaban más significativas para el momento que vivía (2017). Revisando hoy aquellas notas, comparto lo que recogí de la lectura del capítulo 17, titulado: "La fe como confianza en las imágenes", referido no a las imágenes exteriores, modeladas físicamente, sino a nuestras imágenes interiores. 


 El significado de la FE como confianza se explicita de muchas maneras según los cuatro caminos que el libro propone. El mundo, es decir el cosmos e incluyendo nuestros cuerpos, pasiones y todas las bendiciones de la creación, es absolutamente digno de confianza (Vía positiva). Luego, una persona creyente puede confiar en la oscuridad, e incluso en la nada (Vía negativa), y aprender que nuestras imágenes son dignas de confianza (Vía creativa). Toda persona necesita aprender a confiar en sus propias imágenes, y el artista que hay en nosotros nace precisamente de esa confianza. Sin esta confianza, toda novedad, toda aventura, toda esperanza, toda divinidad, es abortada o nace muerta (En mi caso, no siempre he confiado lo suficiente en esas imágenes; son muy dubitativo, pienso demasiado las cosas que quiero hacer, y eso me inmoviliza). 

Pero no siempre resulta fácil confiar en las propias imágenes, porque son nuevas y llevan en su interior la capacidad de perturbar la paz, de cuestionar, de sacarnos de lo establecido, de hacer que nos preguntemos por qué las cosas son como son. Nos sugiere veladamente que a veces el caos (que precede al nacimiento) es más sagrado que el orden reinante en la actualidad. Todo régimen autoritario, por eso, teme al artista, porque la imaginación poética es la última forma que queda de desafiar y crear conflictos en la realidad dominante (Esta última parte es muy significativa y permite asumir desde lo espiritual también la rebeldía y el desacato, y no solo la obediencia, tan predicada por las estructuras de toda índole). 

Al confiar en nuestras imágenes interiores (y obrar en consecuencia), podemos experimentar vulnerabilidad, temor, o desesperación (como es mi caso ahora mismo). Pero la vulnerabilidad no es excusa para no crear, y el miedo no es excusa para no ser valientes, y la desesperación no es excusa para la falta de esperanza. El miedo produce valentía, la desesperación produce esperanza y la vulnerabilidad produce creatividad, y esta última exige la capacidad de ser heridos. Claro que nuestras imágenes pueden herirnos, pero solo temporalmente; más letal sería eliminar, ignorar o olvidar nuestras imágenes, pues es un modo de morir mientras aún estamos vivos

El propio dolor que la confianza en las imágenes provoca puede ser un dolor renovador, el dolor de un nuevo nacimiento y una nueva creación, un dolor salvador y sanador que nos hace entrar en relaciones profundas y maravillosas con otras personas y otros tiempos y espacios, e incluso lugares que provocan la trascendencia (Mi experiencia, la que me preparó para la fe). Por eso necesitamos dejarnos llevar por nuestras imágenes como quien se deja llevar por un águila gigante, ascendiendo y descendiendo hacia dondequiera que nos lleven. Y si resultan ser unas imágenes equivocadas, de las cuales caemos y nos hacemos daño, eso también está bien. Porque nuestra creatividad no consiste en tener siempre razón, sino en hacer de todas nuestras experiencias, incluso las que parecen erradas e imperfectas, un todo sagrado. Quizá no lleguemos a saber que nuestras imágenes son un regalo hasta que no hayamos viajado en ellas hasta el otro lado, y únicamente desde esa perspectiva podremos verlas por primera vez.

 (Páginas 245-247).

miércoles, 8 de julio de 2020

LOS DIARIOS DE THOMAS MERTON: TRAS EL IDEAL DE LA VIDA MONÁSTICA

El tercer volumen de los diarios privados de Thomas Merton lleva por título "A search for Solitude", e incluye entradas escritas entre el 25 de julio de 1952 al 23 de mayo de 1960.  Cuando Merton comenzó este diario llevaba viviendo más de 10 años en la abadía de Gethsemani, era monje profeso desde hacía 5 años, y sacerdote desde hacía 3. La escritura no es continúa, en algunos períodos escribe poco o nada, como es el caso de parte de 1952-1953; a partir de 1956 lo hizo de manera regular. 

 El editor dividió el volumen en dos partes: la primera, "Master of Students" (Maestro de estudiantes), julio 1952-marzo 1953, y la segunda, "Master of Novices" (Maestro de novicios), julio 1956- mayo 1960. Esta división  refleja las responsabilidades que Merton asumió durante esos años en el monasterio; estuvo encargado de preparar a los monjes para la ordenación sacerdotal primero, y luego, como maestro de novicios, acompañó a los que  aspiraban a convertirse en monjes. En este período publicó diez libros; parte de lo que recoge este volumen de sus diarios sería luego trabajado y publicado en libros, como es el caso de "Conjeturas de un espectador culpable", y otros. 


En estas páginas destaca la mirada poética de Merton sobre todo lo que le rodea: la naturaleza, sus hermanos de comunidad con sus singularidades, y la propia vida monacal. Aunque el diario comienza con un viaje a Ohio para una posible fundación (una de las pocas salidas de Merton fuera del monasterio), luego vuelca su mirada sobre el interior, describiendo en profundidad y detalla su propia vida en el monasterio. Es evidente su creciente deseo de soledad: "Estoy ahora casi completamente convencido de que solamente soy un monje cuando estoy solo en el viejo cobertizo que el reverendo padre me dio". Esos momentos de soledad en los que leía, escribía y oraba le sostenían y paliaba sus anhelos de marcharse de Gethsemani, con los cartujos o los camaldulenses, en busca de mayor aislamiento. Merton lucha en todo este volumen con el voto de estabilidad que hizo como monje, incluso ya al final cuando piensa en irse a Sudamérica, para vivir allí su monacato. La atención a su papel de maestro de estudiantes queda evidente en sus notas sobre dirección espiritual, recogidas luego en "Contemplación y dirección espiritual".

En la segunda parte del volumen, que lleva como subtítulo "Siguiendo la verdadera vida de monje", trata de su trabajo como maestro de novicios, iniciando a otros en la vida monástica y sus tradiciones, a la vez que profundiza el mismo en su vocación al monacato y a la soledad. Este último tema ocupa un espacio importante en estas páginas; Merton solicita un indulto para marcharse del monasterio y vivir como monje en algún lugar de Latinoamérica, pero le es negado, y tras un primer momento, lo asume con obediencia y ecuanimidad, quizá hasta con alivio.  A partir de ahí va redescubriendo su deseo de mayor soledad bajo otro prisma, pues mientras unas puertas se cerraban, otras se iban abriendo, y le harían vivir su condición de monje de un modo radicalmente nuevo.

Tres ideas importantes en relación con lo anterior
1. Merton empieza a disfrutar de sus contactos con escritores y líderes religiosos de todo el mundo. No solo lee a muchos, como Suzuki, Pasternak o Milosz, sino que se cartea con ellos, entrando en sus mundos y enriqueciéndose con ello. Así se abre a la sabiduría de Oriente, a la amistad más allá de la geografía y a los peligros de los regímenes totalitarios. Su ex novicio, Ernesto Cardenal, le acercará a la realidad de la otra América, a su literatura y cultura, e incluso  contactará con judíos, y estudiará el Islam. 

2. Merton experimenta cambios fundamentales en su modo de entenderse a sí mismo. Lo más significativo queda plasmado de modo simbólico en la conocida "epifanía de Louisville", el 18 de marzo de 1958; cae en la cuenta de que su sentido de superioridad y diferencia como monje había sido mera ilusión; se vió como "un miembro de la raza humana". El texto que, al respecto, recoge en el diario, sirvió de base para una interpretación más amplia y rica de esta experiencia en "Conjeturas de un espectador culpable". El 5 de mayo de 1958, escribe: "Pensando en la nueva y necesaria lucha en mi vida interior. Por fin estoy saliendo de la crisálida. Mis años anteriores me parecen extrañamente inertes y negativos, pero creo que la pasividad era necesaria. Ahora siendo el dolor y la lucha de estar combatiendo por algo mejor y más grande. Tengo que ver y abrazar a Dios en el mundo entero. (Está muy bien decir: He estado viendo a Dios en Sí mismo. Pero no lo he visto. Solo le he estado viendo en un mundo monástico muy pequeño. Y este es demasiado pequeño)". Y luego, en otro lugar, añade: "Para ser un hombre de la Iglesia tengo que ser completamente yo -totalmente responsable y libre ante Dios- , no solo una unidad o un simple miembro". 

3. Merton se va dando cuenta de que su compromiso con el monasterio no es solo compatible con, sino que requiere un compromiso con la Iglesia toda y con el mundo. Lee las cartas de Gandhi y las comparte con la comunidad; escribe a un dirigente soviético a favor de Pasternak; va imaginando su vocación en términos mundiales, pero también revisa su sentido de ser norteamericano, que no se limita a Estados Unidos, sino que lo vincula con toda la América.  

"Mi vocación y mi tarea en este mundo es mantener vivo todo lo que es individual y personal en mí, ser contemplativo en sentido completo, y compartirlo con otros, para ser testigo de la nobleza de la persona particular y de su primacía sobre el grupo".

Repasando las páginas de los diarios resumidos, publicados en español, de este período, encontramos frases como estas: "La verdad adquiere forma en el silencio, el trabajo y el sufrimiento, a través de los cuales nosotros nos hacemos verdaderos"; "Yo necesito la soledad para poder alcanzar la plenitud que busco, la de ser una persona corriente"; "Toma de conciencia de que soy un sacerdote, un don que se me ha dado para que pueda conocer algo del significado de la cruz".

La peculiar mirada de Merton, ya en este período, acerca del ECUMENISMO: "Si soy capaz de unir en mí mismo, en mi propia vida espiritual, el pensamiento de Oriente y de Occidente, de los Padres griegos y latinos, crearé en mí mismo una reunificación de la Iglesia dividida y, de esa unidad en mí mismo, podrá derivarse la unidad externa y visible de la Iglesia. Porque, si queremos que Oriente y Occidente alcancen la unidad, no lo conseguiremos haciendo que uno se imponga al otro. Hemos de dar cabida a ambos en nosotros mismos y trascenderlos a ambos en Cristo" (28 de abril de 1957).

"Ser capaz, en la medida de lo posible, de extender los brazos y abarcar todos los extremos y contenerlos en uno mismo sin confusión" (15 de febrero de 1958).

"Debo ver y abrazar a Dios en el mundo entero"
(5 de mayo de 1958)

Así, la búsqueda de la soledad estaba llevando a Thomas Merton a buscar el verdadero sentido y alcance de su condición de monje. 

(Notas creadas a partir de lo escrito en el DICCIONARIO DE THOMAS MERTON).





martes, 7 de julio de 2020

CRUZANDO EL UMBRAL DE LA TRANSFORMACIÓN

"Cuando abro a Dios la puerta de mi corazón, hago más que limitarme a ofrecer una sonrisa de reconocimiento o una inclinación de cabeza de bienvenida; me abro yo a crecer y cambiar de modos que puede que nunca haya considerado probables; me arriesgo a ser transformado espiritualmente en una persona cuya vida manifieste bondad continuamente. 

El desarrollo de este proceso de transformación es comparable al movimiento físico de atravesar una puerta. Primero me aproximo a la puerta en orden a ir más allá de donde me encuentro ahora. Si la puerta está cerrada, cuando llego a ella la abro. Algunas veces la puerta está cerrada y es necesaria una llave para acceder al espacio que hay detrás de ella. Cuando abro la puerta y me preparo para cruzarla, atravieso su umbral, que es la zona media del vano de la puerta. Tomo una decisión en cuanto a la dirección en que quiero ir al cruzar ese umbral, o bien hacia adelante, o bien hacia atrás. En cualquiera de ambas direcciones, finalmente cierro la puerta tras de mí y prosigo la marcha. 

Este mismo tipo de movimiento tiene lugar en un nivel interior de mi persona cuando las situaciones vitales y los momentos de gracia me invitan a ser más plenamente quien soy. Las opciones que hago y las decisiones que tomo determinan si atravesaré la puerta y entraré en el desconocido territorio del crecimiento, o daré media vuelta y me aferraré a la seguridad de quien soy en el momento actual. Si estoy alerta y dispuesto a ser transformado, abro mi puerta interior y doy la bienvenida a las nuevas ideas, junto con posibles cambios de actitud y respuestas emocionales. Cuando decido abrir la puerta y cruzar el umbral de la posibilidad, me hago más consciente de mí mismo como persona con un potencial de bondad ilimitado y una unidad cada vez más plena con la divinidad. 

Al reflexionar sobre este proceso espiritual, reconozco las innumerables veces en que he perdido las oportunidades que abrir una puerta ofrece a mi crecimiento espiritual. Puedo estar demasiado preocupado para ni siquiera reparar en la puerta del crecimiento. Algunas veces me detengo a la puerta, lleno de aprensión a proseguir el avance. De cuando en cuando mantengo cerrada una puerta que me anima a entrar al negarme a dialogar acerca de una relación que se ha venido abajo. Ocasionalmente permanezco largo tiempo en el umbral, repleto de emociones difíciles y preguntándome cómo dar el siguiente paso. A menudo un amigo valeroso o un mentor sabio me anima a cruzar el umbral. De vez en cuando las experiencias vitales me lanzan a cruzarlo con tal fuerza que me encuentro arrojado al otro lado de la puerta sin haber tenido tiempo de decidir si cruzarla o no. 

Lo que valoro especialmente del proceso de crecimiento espiritual es el modo en que el Santo me guía para explorar el terreno interior de mi ser. Cuando abro la puerta de mi corazón y voy más allá de donde me encuentro ahora, me asombran la maravilla y la riqueza de la presencia divina, así como la enorme belleza de mi alma. A medida que voy envejeciendo, pienso que estoy mejorando en cuanto a abrir deliberadamente la puerta y dejar atrás los ámbitos conocidos y seguros. Y a cada umbral que cruzo, adquiero mayor libertad para ser mi yo más auténtico.

Recuerda que el Santo está contigo. 
Lleva tu mente a esa presencia amorosa que está en ti y en torno a ti cuando ores lo siguiente

1. Toca con la punta de tus dedos tu frente diciendo: Abre mi mente para que recuerde tu presencia
2. Toca con la punta de tus dedos tu boca diciendo: Abre mi boca para que exprese tu sabiduría
3. Toca con la punta de tus dedos tu corazón diciendo: Abre mi corazón para extender tu amor
4. Alza ambas manos abiertas con las palmas hacia arriba diciendo: Abre mis manos para servirte generosamente
5. Abre los brazos de par en par diciendo: Abre todo mi ser a ti. Inclínate profundamente ante la presencia amorosa en ti.

Joyce Rupp
ABRE LA PUERTA
San Terrae

jueves, 2 de julio de 2020

NUEVA EDICIÓN DE LIBRO DE THOMAS MERTON

Anuncia TROTTA una nueva edición de EL CAMINO DE CHUANG TZU, de Thomas Merton (Traducción de José Coronel Urtecho); comparto portada y comentario de presentación en la web de esa editorial. 


"Estas lecturas de Chuang Tzu, advierte Thomas Merton al lector, son el resultado de años de estudio, anotación y meditación. Las notas acabaron siendo imitaciones libres de los pasajes que llamaron especialmente la atención del monje y poeta. Son «aventuras de interpretación personal y espiritual», una «intuitiva aproximación a un pensador que es a la vez sutil, entretenido, provocativo y no fácil de captar». Lejos de cualquier intención apologética, Merton quiere trasladar el temperamento filosófico de Chuang Tzu, que se caracteriza por su intento singular de penetrar el corazón de las cosas. Una aprehensión de la realidad que se ofrece en forma de meditaciones y poemas, de historietas, fábulas y anécdotas que, teñidos de humor y de ironía, constituyen una antología del pensamiento que corría por los círculos taoístas en los siglos IV y III antes de Cristo.

Pero el camino que aquí se muestra, misterioso por su misma sencillez, es propio de una mentalidad que se encuentra en todas partes: un gusto por la humildad, la no afirmación de sí mismo y el silencio. No busca ninguna salida. Como escribe Merton: «Chuang Tzu habría estado de acuerdo con san Juan de la Cruz en que se entra por ese camino cuando se abandona todo camino y, en cierto modo, se pierde uno».

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.