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viernes, 10 de julio de 2020

CONFIAR EN NUESTRAS IMÁGENES INTERIORES

Hace algún tiempo, leyendo LA BENDICIÓN ORIGINAL, de Matthew Fox, fui tomando notas de algunos capítulos, ideas que me resultaban más significativas para el momento que vivía (2017). Revisando hoy aquellas notas, comparto lo que recogí de la lectura del capítulo 17, titulado: "La fe como confianza en las imágenes", referido no a las imágenes exteriores, modeladas físicamente, sino a nuestras imágenes interiores. 


 El significado de la FE como confianza se explicita de muchas maneras según los cuatro caminos que el libro propone. El mundo, es decir el cosmos e incluyendo nuestros cuerpos, pasiones y todas las bendiciones de la creación, es absolutamente digno de confianza (Vía positiva). Luego, una persona creyente puede confiar en la oscuridad, e incluso en la nada (Vía negativa), y aprender que nuestras imágenes son dignas de confianza (Vía creativa). Toda persona necesita aprender a confiar en sus propias imágenes, y el artista que hay en nosotros nace precisamente de esa confianza. Sin esta confianza, toda novedad, toda aventura, toda esperanza, toda divinidad, es abortada o nace muerta (En mi caso, no siempre he confiado lo suficiente en esas imágenes; son muy dubitativo, pienso demasiado las cosas que quiero hacer, y eso me inmoviliza). 

Pero no siempre resulta fácil confiar en las propias imágenes, porque son nuevas y llevan en su interior la capacidad de perturbar la paz, de cuestionar, de sacarnos de lo establecido, de hacer que nos preguntemos por qué las cosas son como son. Nos sugiere veladamente que a veces el caos (que precede al nacimiento) es más sagrado que el orden reinante en la actualidad. Todo régimen autoritario, por eso, teme al artista, porque la imaginación poética es la última forma que queda de desafiar y crear conflictos en la realidad dominante (Esta última parte es muy significativa y permite asumir desde lo espiritual también la rebeldía y el desacato, y no solo la obediencia, tan predicada por las estructuras de toda índole). 

Al confiar en nuestras imágenes interiores (y obrar en consecuencia), podemos experimentar vulnerabilidad, temor, o desesperación (como es mi caso ahora mismo). Pero la vulnerabilidad no es excusa para no crear, y el miedo no es excusa para no ser valientes, y la desesperación no es excusa para la falta de esperanza. El miedo produce valentía, la desesperación produce esperanza y la vulnerabilidad produce creatividad, y esta última exige la capacidad de ser heridos. Claro que nuestras imágenes pueden herirnos, pero solo temporalmente; más letal sería eliminar, ignorar o olvidar nuestras imágenes, pues es un modo de morir mientras aún estamos vivos

El propio dolor que la confianza en las imágenes provoca puede ser un dolor renovador, el dolor de un nuevo nacimiento y una nueva creación, un dolor salvador y sanador que nos hace entrar en relaciones profundas y maravillosas con otras personas y otros tiempos y espacios, e incluso lugares que provocan la trascendencia (Mi experiencia, la que me preparó para la fe). Por eso necesitamos dejarnos llevar por nuestras imágenes como quien se deja llevar por un águila gigante, ascendiendo y descendiendo hacia dondequiera que nos lleven. Y si resultan ser unas imágenes equivocadas, de las cuales caemos y nos hacemos daño, eso también está bien. Porque nuestra creatividad no consiste en tener siempre razón, sino en hacer de todas nuestras experiencias, incluso las que parecen erradas e imperfectas, un todo sagrado. Quizá no lleguemos a saber que nuestras imágenes son un regalo hasta que no hayamos viajado en ellas hasta el otro lado, y únicamente desde esa perspectiva podremos verlas por primera vez.

 (Páginas 245-247).

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.