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martes, 29 de diciembre de 2020

COMO PEZ EN EL AGUA...

“Hoy le dije a Merton que me costaba mucho hacer el examen de conciencia, los 5 minutos de examen que tenemos al medio día y los 15 en la noche. Y me dijo que no los hiciera, que eso eran inventos de los jesuitas, que los antiguos padres no los tenían. Que el monje vivía siempre bajo la luz de un examen general. Y que no se debía tener ningún ejercicio artificial, sino simplemente vivir. Vivir la vida de los hijos de Dios. Y como el pez dentro del agua no necesita nada para recibir el mar, así no tenemos sino vivir a Dios que nos envuelve por todas partes y dentro del cual nos movemos. Y si no era esta espiritualidad nueva, sino una espiritualidad semijesuitica la que predicaríamos en América Latina, la misma que se predica siempre, no valía la pena ir allá a hacer una fundación. Pero que esta era la razón de hacer una fundación allí: ¿Hay algo más sencillo que un pez en el agua? Me dijo”.

“Vida Perdida”
Ernesto Cardenal

lunes, 28 de diciembre de 2020

CUANDO SE SUFRE BIEN...

“Todo pesar, cuando se le sufre bien, marca el umbral de una nueva etapa. La forma justa de tratar el sufrimiento es, por tanto, hacer lo contrario a como actúa el hombre natural. Este intenta rechazar el sufrimiento, distraerse, evadirse en otra cosa que le permita olvidar su mal. Sin embargo, desde el dolor físico hasta la miseria psíquica o los sufrimientos que causan una situación insoportable o la pérdida de un ser querido, todo sufrimiento aparece para aquel que se compromete en el camino, firmemente decidido a encontrarse a sí mismo, como un don y como una tarea a llevar a cabo para avanzar un paso en el camino interior. Desde el punto de vista iniciático, una vida totalmente exenta de sufrimiento, preservada de penas o dificultades, es siempre vida estéril” 

K.G. Dürckheim

LA LUZ QUE VIENE, EL AMOR QUE NACE...

Esta fiesta (NAVIDAD) no es meramente el recuerdo de un acontecimiento pasado, sino que nos acerca a una dimensión fundamental de nuestra propia vida. Celebramos nuestro propio comienzo, que es al mismo tiempo una posibilidad abierta siempre, el comenzar de nuevo. Es una invitación a la alegría por el regalo de la vida: que es el nacer, el crecer, el vivir, y también el morir para renacer en el Cristo Total. Es celebrar nuestra dignidad de hijos de Dios, a la que debemos aferrarnos en tiempos de pesadumbre y oscuridad; porque el nacimiento de Cristo tiene un efecto sobre nosotros, nos alcanza y nos diviniza. Y es el recuerdo permanente de que hay un amor tal que no conoce frontera alguna, un paraíso en el que podemos vivir para siempre, que es el corazón de Dios, y una luz que ahuyentará cualquier tiniebla y frialdad que nos aceche en el camino. 

Los símbolos de este tiempo (los más religiosos y también los más paganos) son una invitación a la alegría y a la esperanza, y sobre todo a seguir asombrándonos y emocionándonos, a ser espontáneos, veraces, vitales, auténticos, y a cantar, cantar siempre la canción de la vida en medio de la noche. Me gusta la idea de un místico cristiano que afirmó que todos los dolores de esta vida no son más que la puja del amor que quiere nacer en nosotros, y también la del psicólogo místico que afirmó que el nacimiento de Dios en el ser humano es la meta definitiva, porque cuando Dios nace en el hombre este se libera de su pequeño yo y alcanza el verdadero ser

Finalmente nos recuerda Grün que somos solamente el establo en el que Dios elige nacer; no somos un palacio preparado para recibirle, y faltamos siempre que pretendamos serlo. En Dios somos dignificados, colmados de belleza, a pesar de las pajas secas y el estiércol, y eso es lo que la NAVIDAD nos recuerda, y es la invitación, a esas partes menos delicadas y distinguidas de nosotros, a venir a adorar al que ha nacido. Ayer estuve buena parte del día tarareando una melodía que me vino a la mente, y cuyo estribillo decía algo así como esto: 
Sólo en Belén quiere nacer el hijo, hazte pesebre para recibirlo, no te extrañe si es un lugar oscuro, dónde si no podría nacer la luz.

Fray Manuel de Jesús, ocd

lunes, 21 de diciembre de 2020

LA GOZOSA EXPECTATIVA DE LA FE (2007)

Todos esperamos algo. Nuestra existencia humana está signada por la espera. Nos ponemos metas temporales, y las vamos alcanzando y superando, para encontrar entonces nuevos propósitos. Pero el cristiano llena toda su vida de una gozosa expectativa, de una “espera” que, convertida en ESPERANZA, ilumina toda su existencia, hasta darle un sentido trascendente. Es lo que llamamos “escatología”, y que consiste en la expectante espera de la segunda venida de Cristo. El Señor Jesús vino una vez en la plenitud del tiempo, y vendrá de nuevo para consumar la historia, y entonces aparecerá ante nosotros “un cielo nuevo y una tierra nueva”. 

Nuestro quehacer cotidiano se sustenta en la confianza que hemos puesto en una promesa. En la certeza que tenemos de que la historia tendrá su final en un juicio de gracia y justicia, de verdad y de amor. Entonces todas las preguntas encontrarán respuesta, y seremos consolados, y nuestros anhelos serán finalmente resueltos. No es esto un motivo para escaparnos de la realidad que nos rodea, para la conformidad o el pesimismo frente a lo que sucede hoy a nuestro alrededor; no supone un cruzarnos de brazos y esperar pasivamente. La nuestra es una “espera activa”, un trabajar para que “venga pronto”, un hacerle presente con nuestras propias obras, “para que el mundo crea”. De ahí el compromiso histórico que tenemos los creyentes para que nuestro mundo sea cada vez más justo, más fraterno, más libre, sin dejarnos arrastrar por “utopías” que con promesas temporales acaban robándole el alma al ser humano. 

Casi al final del año litúrgico, podemos decir: “Nosotros hemos creído en el amor de Dios y esperamos en él”. No nos asusta el presente, porque sabemos que en él también está Cristo trabajando, y en él nosotros estamos madurando para el momento de la siega. No nos asusta que el mundo no entienda nuestro mensaje, ya el Señor nos habló de persecuciones. Queremos perseverar a pesar de todo, y aun a pesar de nosotros mismos. Queremos ser testigos desde nuestra pobreza y nuestra pequeñez humana, pero también desde nuestros anhelos y nuestros sueños. En ellos Dios nos habla, por ellos su Reino llega a nosotros. Por eso le pedimos, como los apóstoles: “Auméntanos la fe”. 

Una gozosa expectativa ha de llenar siempre nuestra vida. “El Señor viene”. Entre tantas esperas humanas, justas también, y necesarias, una “espera” diferente que las envuelve a todas nos permite a nosotros, discípulos de Cristo, mirar más allá y no perder la fuerza ni el ánimo. “No tengan miedo”, nos dice Jesús a cada instante. “Todo esto tiene que pasar”, es parte de la historia humana, de la historia personal de cada uno. Pero, “a los que honran mi nombre, los iluminará un sol de justicia, que lleva la salud en las alas”. 

Así, pues, “trabajemos con tranquilidad para ganarnos el pan”, que el Señor viene. Su día está cerca, su hora es ahora, y es siempre. No hay porque temerle a ese momento, no hay que asustarse ante los que presagian calamidades sin cuento, todo está en las manos de un Padre que nos ama; sólo el mal teme la llegada del bien. Nuestro anuncio no es amenaza para nadie, no puede serlo, salvo para aquellos que egoístamente buscan sólo su propia ganancia, para quienes, creyéndose dioses, ignoran que Dios es solamente uno. Esta es nuestra fe, es nuestra esperanza, nuestra certeza, nuestra fuerza, nuestra gloria. “El Señor llega para regir la tierra con justicia”. Está con nosotros. Vendrá de nuevo. Apuremos el final que aguardamos, diciendo, no sólo con palabras, sino con la vida y con la obra: “Ven, Señor Jesús”.

Fray Manuel de Jesús
(Este artículo fue publicado en uno de mis blogs en el año 2007)

domingo, 20 de diciembre de 2020

ALÉGRATE... TODO ESTARÁ BIEN

 

"En el nivel de lo relativo, de la apariencia, todo es variable, impermanente e inexorablemente polar; en lo profundo, todo está pleno de sentido. Si vivimos en la superficie (en el nivel de lo relativo, en la creencia de que somos el yo individual), nos sentiremos víctimas del oleaje incesante; si, por el contrario, nos reconocemos en la Consciencia donde todo ocurre, permaneceremos en la ecuanimidad. Las olas no son otra cosa que el juego del agua. La clave radica en no creer que somos una ola, sino en reconocernos como el Agua misma y única, ilimitada y atemporal, que simplemente adopta infinidad de formas, entre ellas la que llamamos yo". 

"La dicha nace de la fe, entendida esta no como una creencia a la que asentir mentalmente, sino como la certeza experimentada de que el Fondo de lo real es fuente de confianza. TODO ESTARÁ BIEN, repetía Juliana de Norwich. "La alegría es la señal inequívoca de que la vida triunfa", escribía Henri Bergson. El gozo es el signo de lo verdaderamente real. Por eso no necesitas nada para ser feliz, en cambio, necesitas algo para estar triste. La tristeza nace porque nos resistimos a lo que es; al aceptar, dejándonos fluir con lo que es, se manifiesta el gozo".

Enrique Martínez Lozano

miércoles, 16 de diciembre de 2020

OTRO AÑO DEL SEÑOR

 

"Para el hombre en Cristo, el ciclo de las estaciones es algo enteramente nuevo. Se ha convertido en un ciclo de salvación. El año no es simplemente un año más, es el año del Señor, un año en que el paso del tiempo mismo no sólo nos trae la natural renovación de la primavera y la fecundidad de un verano terrenal, sino también la fecundidad espiritual e interior de la gracia.

La liturgia hace que el mismo paso del tiempo santifique nuestras vidas, pues cada nueva estación renueva un aspecto del gran Misterio de Cristo vivo y presente en su Iglesia. Cada nueva fiesta nos llama la atención hacia la gran verdad de Su presencia en medio de nosotros. El ciclo litúrgico renueva nuestra redención en Cristo, y nos muestra que aunque estemos captados en una batalla entre carne y espíritu, la victoria ya es nuestra

 Para el creyente que vive en Cristo cada día nuevo renueva su participación en el misterio de Cristo. Cada día es un nuevo amanecer de esa lumen Christi, la luz de Cristo que no conoce poniente. Por eso, cada año litúrgico es un año de salvación, pero también un año de iluminación y de transformación.

 La liturgia es la gran escuela de vida cristiana y la fuerza transformadora que vuelve a dar forma a nuestras almas y a nuestros caracteres en la semejanza de Cristo".

Thomas Merton

Tiempos de celebración

jueves, 10 de diciembre de 2020

MORIR Y RENACER EN CRISTO: Thomas Merton (1915-1968)

 Thomas Merton ingresó en Gethsemani el 10 de diciembre de 1941; muere accidentalmente cuando asistía a una conferencia monástica en Bangkok, Tailandia, también un 10 de diciembre de 1968.

"Yo me entrego por completo a Dios. Él me atrae más y más a hacerlo. No puedo saber lo que me espera, lo que nos espera, en adelante, pero cada vez soy más consciente de que Dios quiere que me ponga en Sus manos y le deje llevarme a través de las cosas que están por venir, y debo aprender a confiar en Él sin miedo ni preguntas ni vacilaciones ni pasos atrás". 

(Diarios, diciembre de 1947).

lunes, 7 de diciembre de 2020

HEMOS DE CONVERTIRNOS EN LO QUE YA SOMOS

"En palabras de Thomas Merton: hemos de convertirnos en lo que ya somos. La venida de Cristo en nuestras vidas nos ayuda a darnos cuenta de que Él es como si dijéramos nuestro auténtico Yo, la realidad profunda dentro de todos y cada uno de nosotros. Una vez que Dios entra en la condición humana, todos nos convertimos en seres potencialmente divinos. Por medio de la encarnación de su Hijo, Dios se incorpora a la humanidad entera, pasada, presente y futura, con su propia majestad, dignidad y gracia. Cristo mora dentro de nosotros de una manera misteriosa, pero muy real. El propósito principal de toda la liturgia, de la oración y de los ritos es conducirnos a esa percepción de Su presencia y unión con nosotros"

 (Thomas Keating, El misterio de Cristo).

domingo, 6 de diciembre de 2020

DIOS ES VULNERABLE

Registrando en nuestra biblioteca, encuentro un viejo libro de Luis Evely que me vale para acompañar algunos momentos de meditación. De él comparto el siguiente texto


"Dios es amor. Pero el amor es vulnerable. Amar a un ser es inevitablemente depender de él, darle poder sobre nosotros. Dios nos ha dado poder sobre él. Dios ha querido tener necesidad de nosotros. La pasión de Jesucristo es la revelación del poder tan terrible que tenemos contra Dios. Se ha entregado a nosotros, lo hemos tenido a nuestra disposición, hemos hecho con él lo que hemos querido.

 En uno de los grabados que colocan sobre la pared en Normandía, leí esta frase cínica y cruel: El que ama menos es siempre el más fuerte. Siempre es el que menos ama el que obliga a caminar al otro, el que conserva la cabeza fría y el que controla la situación.

Dios será siempre más débil que nosotros, porque nos ama más

Podemos negar a Dios, olvidarnos de él. Pero él no nos puede negar ni olvidarse de nosotros. Podemos estar sin Dios; pero él no puede estar sin nosotros. Podemos dejar de ser sus hijos, pero él no puede dejar de ser nuestro Padre. 

 El hombre que se rebela contra Dios es como un pájaro que, en medio de la tempestad se tira contra la roca escarpada. Pero Dios, en su piedad, se hace carne para que la violencia del golpe sea soportada por él y no por nosotros. 

Dios será siempre el más débil, porque nos ama

Nosotros somos todos de la raza de Jacob, somos el verdadero Israel, que luchó durante toda la noche contra el ángel que mereció de este modo su nombre: Fuerte contra Dios". 

Louis Evely

Dios en tu prójimo

sábado, 5 de diciembre de 2020

LO QUE ES EN REALIDAD LA NAVIDAD...

Lo sucedido en una conferencia celebrada en la Casa Blanca sobre la relación existente entre fe y etnia en los Estados Unidos no fue lo que yo había esperado, pero gracias aquella reunión empecé a comprender lo que es en realidad la Navidad. Allí había negros, blancos y morenos, musulmanes, hindúes, cristianos, bahaistas y nativos americanos, reunidos para hablar de las relaciones de la religión con la raza. Por paradójico que pueda parecer, fue el jefe indio quien me enseñó el significado del texto del Profeta Isaías. En medio de las elucubraciones teológicas de aquellos de nosotros que deseaban redactar otra ponencia, celebrar otra reunión, realizar otro taller para combatir el racismo, el jefe indio citó de nuevo el mensaje de Isaías. Se puso en pie lentamente, juntó las manos sobre el pecho, miró por encima de nuestras cabezas y dijo apaciblemente: "Me he pasado la vida enseñando a nuestros niños a decir gracias: gracias por la hierba, gracias por la lluvia, gracias por los extraños, gracias por el fuego, gracias por toda la gente del mundo. Pienso que, si aprendemos a decir gracias por todas las cosas, llegaremos a comprender su valor, a respetarlas, a verlas como algo sagrado".

Fueron unas palabras sencillas, pero que produjeron el efecto de una especie de cataclismo en mi alma. Me hicieron reflexionar. Suscitaron en mí una vez más el espectro de Isaías. Me hicieron pensar de nuevo en lo que realmente quiere decir la escritura cuando nos recomienda que rectifiquemos el camino del Señor. De pronto comprendí que la Navidad es tiempo para gritar: gracias.


La Navidad es el compromiso con la vida que se ha encarnado. Es una llamada a ver a Dios en todas partes, y especialmente en aquellos lugares donde no esperaríamos encontrar Gloria y gracia. Es una llamada a exaltar la vida
.

La Navidad es la obligación de ver que todo nos conduce directamente a Dios, de comprender que no hay nada ni nadie en la tierra que no sea para mi camino hacia Dios. Yo supe al instante que en el momento en que empezáramos a celebrar de verdad de la Navidad, a mirar todo y a todos como una revelación de Dios, a dar las gracias por ellos, se acabaría el racismo, no habría más guerras, desaparecería el hambre en el mundo, todo sería un don, y cada persona sería sagrada.

En realidad es muy sencillo y muy claro: todo lo que tenemos que hacer para rectificar el camino del Señor es decir gracias, aprender a vivir intensamente, a entusiasmarnos por la vida, a desarrollar la pasión de vivir".


Joan Chittister  
El Evangelio, día a día

LA ESPERANZA CRISTIANA

La espera de la venida de Cristo al final de los tiempos no hace de los cristianos unos holgazanes que duermen el sueño beatífico de la evasión, sino que hace de ellos los seres más activos y operantes de la construcción del mundo. De aquí la exhortación primordial de Jesús: Velen. ¡Cuidado con el sueño religioso!

 La esperanza cristiana está reñida con los cálculos. Los cálculos hay que hacerlos fatigosamente con todos los demás seres humanos. El Espíritu Santo no ha garantizado a la Iglesia ninguna ciencia infusa, sobre todo la economía, la sociología o la política. Sólo le ha garantizado la fe y la esperanza, sin más soporte que la promesa de Dios. 

La esperanza cristiana sobrenada por encima de todas las tragedias humanas. Los cristianos deberían saber interpretar los momentos más negros de la historia como signos de liberación. Y tras esta interpretación optimista, deberían buscar afanosamente la manera concreta de insertarse en el que resulte ser el más eficaz y honesto proceso de liberación humana. 

Las promesas mesiánicas se cumplirán; se van cumpliendo a través de nuestro compromiso temporal: luchamos paciente y esperanzadamente para que toda justicia sea implantada. Y un primer paso es solidarizarse con los sufrimientos de los que son víctimas de la injusticia, unirnos a sus reclamos

(Misal de la comunidad)

sábado, 14 de noviembre de 2020

CUANDO EL MIEDO NOS PARALIZA...

Aunque he compartido en otra parte mi propia reflexión para las lecturas de este domingo (33-A), comparto acá un comentario que leí en la web del DIARIO BÍBLICO sobre Mateo 25, 14-30

En las comunidades de Mateo habría discípulos negligentes y perezosos como los sigue habiendo en nuestras comunidades. Hay cristianos dinámicos y emprendedores que se empeñan en dar un nuevo rostro a la catequesis, a la liturgia, a la pastoral, que se dedican con pasión al estudio de la palabra de Dios para captar su significado auténtico y profundo, que son generosos y activos, que, a veces, cometen errores por exceso de celo apostólico y no siempre aciertan con las decisiones justas que hay que tomar. Otros cristianos, por el contrario, son perezosos y tienen miedo de todo. Se limitan a repetir de manera monótona y tediosa los mismos gestos, las mismas frases hechas, no estudian, les da fastidio si alguien propone interpretaciones nuevas, ni siquiera se preguntan si ciertos cambios son queridos por el Espíritu; solamente se sienten seguros dentro de lo que siempre se ha dicho y hecho en el pasado; cualquier impuso hacia el futuro, cualquier conquista del hombre les aterroriza; no vibran con los grandes valores de la libertad y la fraternidad. Tienen miedo.

Increíble, pero cierto: el temor a Cristo nos puede paralizar. Una cierta espiritualidad del pasado incitaba a la acción, pero recomendaba, sobre todo, no cometer pecados mortales, mantenerse en gracia de Dios, permaneciendo fieles a mandamientos y preceptos; los trasgresores eran amenazados con penas terribles. Esta espiritualidad favorecía al tercer tipo de siervos, es decir, a los cristianos que para evitar el pecado jugaban siempre sobre seguro. No querían arriesgar, porque quien arriesga se compromete, se expone inevitablemente al riesgo de equivocarse.

Quien se ha hecho portavoz de este miedo, inconscientemente contribuye a la falta de amor, a la esterilidad en el bien, al letargo espiritual.

El “talento” de la Palabra de Dios, por ejemplo, fructifica solo cuando se capta se verdadero significado, cuando se la traduce en un lenguaje comprensible para el hombre de hoy, cuando se la aplica a la vida y situaciones concretas de la comunidad; de otra forma, se queda en un capital muerto, no produce ningún cambio, no remueve las conciencias, no cuestiona a nadie.

El castigo para los que hacen improductivos los talentos del Señor es la privación de su alegría. No es la condena al infierno, sino a la triste realidad de no pertenecer hoy al reino de Dios.

¿Qué tiene hacer quien reúsa el compromiso, quien no tiene el coraje de hacer fructificar los bienes del Señor? No debe continuar ocupando inútilmente un cargo o un puesto de responsabilidad, sino que debe entregar su ministerio al banco, es decir, a la comunidad para que ésta provea a confiar este servicio a otro que esté dispuesto a desarrollarlo con empeño, porque los hermanos necesitan que todos los ministerios se desarrollen.

La conclusión de la parábola – “al que tiene se le dará y le sobrará, y al que no tiene se le quitará aun no que tiene”–, es un proverbio popular que refleja, de hecho, un dato fácilmente verificable: la riqueza tiende a acumularse y el rico a ser siempre más rico. Aplicado a esta parábola, el proverbio quiere significar que con las riquezas del reino de Dios sucede la misma cosa: las comunidades generosas y atentas a los signos de los tiempos, progresan y adquieren siempre más vitalidad, mientras que las que prefieren replegarse sobre sí mismas envejecen, decaen y nadie se maravillará si un día desaparecen.

jueves, 5 de noviembre de 2020

LA LUZ QUE ESTÁ ESCONDIDA

Todo puede servir para construirse o para destruirse y, en este sentido, cualquier cosa es digna de meditación
. En virtud de mi fe en la potencia sanadora del silencio, al principio creía que casi todo lo que no funcionaba en mí podría arreglarlo, antes o después, con las sentadas. Poco a poco fui percibiendo que las sentadas apuntaban a lo que no son sentadas y que, por ello, cualquier cosa que escuchase, observase o hiciese servía para cualificar mi meditación y, en definitiva, para robustecer mi carácter. Caminar estando atentos, por ejemplo, o lavarse los dientes estando atentos: percibir el fluir del agua, su refrescante contacto en las manos, el modo en que cierro el grifo, el tejido de la toalla… Cada sensación, por mínima que parezca, es digna de ser explorada

La iluminación
(es decir, esa luz que ocasionalmente se enciende en nuestro interior, ayudándonos a comprender la vida) se esconde en los hechos más diminutos y puede advenir en cualquier momento y por cualquier circunstancia. Vivir bien supone estar siempre en contacto con uno mismo, algo que solo fatiga cuando se piensa intelectualmente y algo que, por contrapartida, descansa y hasta renueva cuando en efecto se lleva a cabo. 


Un escritor —y pongo ejemplos que me son afines— no es solo escritor cuando crea su obra, sino siempre. Un buscador, un explorador de los abismos del interior, no lo es solo cuando se sienta a meditar, sino siempre. La calidad de la meditación se verifica en la vida misma, ese es el banco de prueba. Por eso, ninguna meditación debería juzgarse por como nos hemos sentido en ella, sino por los frutos que da. Más aún: meditación y vida deben tender a ser lo mismo. Medito para que mi vida sea meditación; vivo para que mi meditación sea vida. No aspiro a contemplar, sino a ser contemplativo, que es tanto como ser sin anhelar.

Pablo d´Ors
Biografía del silencio (#15)
Fotografías: Yazmi Palenzuela

miércoles, 4 de noviembre de 2020

DIOS NO SE HIZO ÁNGEL, SE HIZO HOMBRE

¡La alegría de ser hombre!
Este hecho, que soy un hombre, constituye una verdad y un misterio teológicos. Dios se hizo hombre en Cristo. Al convertirse en lo que yo soy, Él me unió a Sí mismo e hizo de mí su epifanía, de manera que ahora se supone que yo lo revelo a Él. Mi existencia misma como hombre depende de que, en virtud de mi libertad, yo obedezca Su luz, permitiéndole así revelarse a Sí mismo en mí. Y el primero en ver esta revelación es mi propio yo. Yo soy Su misión para mí mismo y, a través de mí, para todos los hombres. ¿Cómo podré yo verlo o recibirlo a Él, si desprecio o temo lo que soy, un hombre? ¿Cómo puedo yo amar lo que soy –hombre–, si odio al hombre en los demás? 

El simple hecho de mi humanidad debería ser fuente inagotable de gozo y placer. Al alegrarme por aquello que mi Creador ha hecho de mí, estoy abriendo mi corazón a la salvación que me ofrece mi Redentor. Es una manera de saborear las primicias de la redención y la restauración. El gozo de ser hombre es tan puro que quienes tienen una comprensión cristiana débil pueden incluso llegar a confundirlo con el gozo de ser algo distinto del hombre: por ejemplo, un ángel o algo parecido. Pero Dios no se hizo ángel. Se hizo hombre.

Thomas Merton
Diarios, agosto 1965

viernes, 30 de octubre de 2020

VIDA Y SANTIDAD EN THOMAS MERTON

 

Aprovecho la cercana celebración de TODOS LOS SANTOS, fiesta litúrgica que disfruto muchísimo, para compartir una vez más las conclusiones de mi trabajo académico sobre VIDA Y SANTIDAD EN THOMAS MERTON: 

 Una vez examinada la figura de Thomas Merton desde la óptica propuesta en esta investigación podemos presentar las siguientes conclusiones:

1. La santidad, como llamada e ideal de vida se ha hecho presente en la historia humana, y ha movido a los seguidores de Cristo a buscar una identificación radical y profunda con su maestro. Muchos, en el transcurso de los siglos, se han visto impactados por la belleza de esta propuesta, que supone participación y seguimiento, que es don y tarea al mismo tiempo. Sin embargo, ese ideal, no la santidad propiamente, ha estado lastrado, en algunos momentos de la historia, por interpretaciones parciales, entre las que resaltan en este trabajo fundamentalmente dos: el que se presentase como camino para unos pocos y no para todos, y el que no presentara con suficiente claridad que santidad y humanización van siempre de la mano.  Cada época necesita recuperar el ideal de santidad,  como motivación y motor para la vida de los bautizados, presentándolo de manera dinámica, con expresiones nuevas, de manera que constituya un desafío para vivir gozosamente la fe; por eso, urge seguir trabajando por una comprensión de la  santidad más integral, menos elitista, menos de grupo y más abierta a buscar lo común, más sensible a las búsquedas de nuestro tiempo, y al mismo tiempo  capaz, como ideal,  de crear nuevas mentalidades,  reconociendo la belleza de la creación, la autonomía de las estructuras humanas, y sobre todo haciendo presente al mundo la infinita bondad del Dios Padre que anunció Jesús

2. Thomas Merton es una figura contemporánea, con irradiación amplia, dentro y fuera de la Iglesia, e incluso en otras religiones, cuya experiencia puede resultar positiva y enriquecedora para los cristianos de nuestro tiempo. Tanto la vida como la obra de Thomas Merton son un ejemplo de cómo el encuentro con Cristo, con la fe católica, pueden hacer que una persona reoriente radicalmente su vida y convierta el ideal de santidad en motivo para redescubrir la propia identidad  y ayudar a otros a descubrir también la llamada original. Es posible afirmar, luego de conocer la vida de Merton, y haber leído buena parte de su obra, que el ideal de santidad y el deseo de realizarlo en alguna medida formaron parte esencial de su camino de crecimiento y maduración espiritual.   TM puede funcionar como prototipo para el ser humano de nuestro tiempo que, en medio de las transformaciones sucesivas de su entorno, de la prisa y la subjetividad, sigue sintiendo la necesidad de algo más y se sumerge en la búsqueda de lo trascendente, y no para simplemente dejar de buscar, de luchar, de preguntar y de aprender, sino todo lo contrario, para no aferrarse a nada y buscar cada vez una libertad más amplia y una mayor humanidad.


3. La santidad en TM está vinculada indisolublemente a su conversión, a su bautismo y a su elección vocacional. Cuando hace la lectura de su vida en clave de fe, como historia de salvación, coloca la llamada a la santidad como eje de su vida cristiana, y es capaz de descubrir que esa llamada, si bien tiene un momento puntual, ha estado presente desde el comienzo de su vida, y se ha ido desvelando progresivamente, y manifestándose en acontecimientos, personas, libros e ideales.  Es una llamada que le hace descubrir su verdadera identidad, y le recuerda la obligación de buscar la santidad en una vocación particular, y de trabajar porque el mundo también participe de la santidad de Dios. TM busca modelos concretos que le ayuden a ir perfilando su ser cristiano; sabe que se trata de un proceso, que necesita de aperturas y renuncias progresivas, que no desecha ni ignora sus propias limitaciones, y que le exigirá abandonar a menudo sus propios proyectos e ideales para abrazar confiadamente los planes de Dios. Así descubre que en él la santidad está íntimamente vinculada a su vocación de escritor, a la contemplación, a la soledad, pero también a su preocupación por el mundo, por la justicia y la belleza de lo humano; está vinculada tanto a la tradición como a lo más actual, a la oración y a la poesía.

4. Hay en TM, y en su deseo de ser “santo” un propósito de integración y universalidad, que forma parte esencial de su camino de fe y  de su testimonio como contemplativo católico; su apertura franca, su constante búsqueda, su deseo de plenitud, le abren no sólo a la belleza y al dolor del mundo, sino también a otras experiencias religiosas, en un deseo de vivir cada día más plenamente la “catolicidad” de su ser Iglesia. Él quiere juntar en su persona lo que está separado fuera, como una manera propia de contribuir a la unidad. En su itinerario espiritual de “santidad”, TM pasará de una comprensión más estrecha, tradicional y devocional del camino cristiano,  a otra visión que contempla el seguimiento de Cristo de manera más integral, más sencilla y más compasiva mayor con el mundo y con los problemas de su tiempo.  

 5. De lo expuesto, no se deduce que sea Merton una figura excepcional, que ponga en cuestión todo el ideal de santidad que le precede; él asume la Tradición de la Iglesia, la vive y la enriquece desde su itinerario personal de salvación, como han hecho otros muchos hombres y mujeres, impulsados por el encuentro con Cristo, y refleja las preguntas, dudas y búsquedas del tiempo en que vivió.  Su figura, antes y ahora, ha sido cuestionada por muchos, pero ello no debería hacernos ignorar aquellos aspectos positivos que su obra  aportó al pensamiento cristiano y cultural de las últimas décadas. Este trabajo no tiene pretensiones idealizadoras de su persona, pues, de hecho, creo que si Merton es un maestro para muchos no es porque sea un hombre “perfecto”, sin errores, sin tropiezos, sino porque su búsqueda fue auténtica, honesta, transparente, hasta donde era capaz él mismo de conseguirlo, dejándonos entrever su fragilidad y sus limitaciones.  Su vida vale como modelo cercano y creíble del cristiano que busca la voluntad de Dios en medio de un mundo complejo y de las propias complejidades de su psiquis y su personalidad, siempre en relación con otros.


6. La reflexión que hace TM acerca de la santidad en sus libros, tal y como aparece en este trabajo, está centrada en Cristo, usando el concepto de “participación”, así como vinculando santidad a gratitud, alabanza y amor, sin olvidar el equilibrio entre el misterio de nuestra individualidad y la obediencia como camino para alcanzar la voluntad de Dios, que se manifiesta siempre en el ámbito de la comunidad cristiana.  La reflexión de TM aparece vinculada al espíritu eclesial que precedió y acompañó la celebración del Concilio Vaticano II, y tiene en cuenta que la santidad es para todos, que ha de buscarse en la vida ordinaria, y que ha de repercutir en provecho de toda la humanidad. Es destacable el hecho de que alguien como TM, monje contemplativo, vaya más allá de la habitual distinción vida activa-vida contemplativa, como opuestos, para hablar de “vida activa”, ya sea en la acción o en la contemplación, como vida comprometida, con la Iglesia y con el mundo.

7. Como ideas concretas e importantes acerca de la santidad, que aparecen en los textos de TM que hemos revisado en este trabajo, destacan las siguientes: 

a.       La santidad aparece vinculada a la identidad de la persona; la individualidad no es imperfección, todo lo contrario, la perfección está en relación con la propia identidad individual.

b.      Reconocimiento del trabajo activo y socialmente útil como camino de la santidad cristiana, frente a una comprensión más “monástica”, que la vincula con actitudes de retiro del mundo y vida contemplativa.

c.       Libertad y apertura en la búsqueda de nuevos caminos: la santidad no puede ser mera repetición mecánica de un modelo, sino que exige creatividad y osadía de parte nuestra.

d.      La ley de la santidad es la ley del amor, porque ese es el principal mandamiento cristiano, y porque, a través del amor, se  “nos manda añadir nuevos valores al mundo que nos ha dado Dios a través del poder creativo que Él ha puesto en nosotros”.[1]

e.       La santidad es compatible con imperfecciones, limitaciones, defectos y excentricidades, que Dios permite para su maduración y crecimiento espiritual.

8. De modo más general, a lo largo de todo el trabajo aparecen tres ideas básicas que definen la visión de TM en relación con la santidad, y que también singularizan su visión espiritual:  

1.      Relación directa entre santidad y progresiva humanización: Para TM, el ideal cristiano no es sobrehumano, sino humano; ser santo no es ser menos humano, sino todo lo contrario. Hay un reconocimiento del valor de lo humano, un aprecio por la humanidad que no es contrario a la búsqueda del Reino, ni a una visión crítica y profética de lo que necesita ser cuestionado y cambiado. De aquí se desprende que en este trabajo aparezca siempre como elemento final del itinerario que desarrollamos en cada capítulo el  humanismo cristiano y su vínculo con el ideal de santidad, característico en la obra de TM.  El proceso de divinización de la persona es al mismo tiempo camino de humanización, y  no hay contradicción entre santidad y humanidad.

2.      Eclesialidad de la santidad: Si bien la santidad es parte de nuestra respuesta personal a Dios, a Cristo, no debe convertirse por eso en un ideal egoísta; mi santidad es parte de la santidad de mis semejantes, y no puedo buscar una “santidad” individual al margen de la Iglesia. No hay santidad cristiana sin vida eclesial. Cristo somos todos. Valiosa su distinción entre “andamiaje” y “verdadero edificio” eclesial, así como su comprensión de lo que se ha llamado “el Cristo Total”.

3.      Vínculo necesario entre santidad y justicia social: Es un tercer aspecto a destacar en la obra de Merton, y en su propia vida; la búsqueda de la santidad incluye una progresiva preocupación por los sufrimientos e injusticias de los pobres y marginados de nuestro mundo, por las lacras sociales que nos afectan a todos, por los grandes problemas de la humanidad. No se puede ser santo de espaldas al dolor del mundo, ni tampoco sin participar de sus esperanzas y sus alegrías.


9. La santidad, podemos concluir, aparece como don y como tarea, pero TM insiste de manera particular en el tema de la santidad como don; siguiendo la secuencia de los capítulos de este trabajo, podemos comprender que buscando a veces una "santidad" abstracta, irreal e inalcanzable, podemos olvidar que somos santos, por puro don de Dios. La santidad no es algo ajeno, exterior, sino que es nuestra propia identidad, interior, porque así lo ha querido Dios, en Cristo. Hemos insistido tanto en lo que debemos hacer para ser santos, que por momentos se olvidó la parte más importante de este camino: que la santidad es un don que ya hemos recibido. Sin olvidar lo que supone de esfuerzo y de camino, es importante hablar siempre de la santidad como don, como oportunidad. Somos “santos”, en un pueblo “santo” que es la Iglesia, con la tarea de santificar el mundo, es decir, de ayudar al mundo a descubrir su vocación original.

10. El testimonio personal y los escritos de TM, reconocido por muchos como un maestro de la vida contemplativa, que nos dejó ver los entresijos de su interioridad, sus luchas y búsquedas personales en pos del ideal de santidad, son parte indiscutible del tesoro espiritual de la Iglesia Católica, y una puerta para llevar el mensaje evangélico a otros ámbitos, religiosos y culturales. Parece importante tener en cuenta el testimonio de aquellos que, desde una realidad concreta, y más aun, contemporánea a la nuestra, han intentado vivir el ideal de santidad cristiano, cuando el mundo y los receptores de nuestro mensaje cambian de día en día, y exigen de nuestra parte dinamismo, sensibilidad por lo humano, y creatividad.



[1] CEC, 113.115.

viernes, 23 de octubre de 2020

LOS DIARIOS DE THOMAS MERTON: BUSCANDO LA PAZ EN LA ERMITA (1963-1965)

 

El quinto de los siete volúmenes de los diarios completos de Merton cubre un período de casi dos años y medio, desde agosto de 1963 hasta finales de 1965. Su título en inglés, Dancing in the Water of Life, está tomado del "Mensaje a los poetas", enviado por él a una reunión de jóvenes poetas latinoamericanos, que tuvo lugar en México, en febrero de 1964. Ese texto termina con la siguiente invitación: "Venid, derviches: aquí está el agua de la vida. Bailad en ella". El subtítulo de este volumen (el que da nombre a esta entrada) hace referencia al acontecimiento más significativo de este período de la vida de Merton: el comienzo de su total compromiso con la vida en soledad, en agosto de 1965. Este compromiso va a la par con su defensa de la paz mundial; una vida de ermitaño, pero no se desentiende de los graves problemas de su tiempo. 

 Varios acontecimientos importantes signaron este período: el asesinato de John F. Kennedy, la guerra de Vietnam, los problemas raciales, todo esto en los Estados Unidos; y en la Iglesia, las últimas sesiones del Concilio (Vaticano II), los cambios litúrgicos, y algunos cambios en los líderes de su Orden. A nivel personal también algunas situaciones a destacar: su quincuagésimo cumpleaños, dos estancias largas en el hospital, la apertura de la Sala Merton en la Universidad Bellarmine (donde se recopilarán sus escritos), visitas de amigos al monasterio, viaje a New York para ver al erudito del zen D.T.Suzuki, un importante retiro con activistas por la paz, y la publicación de algunos libros. Sobre esto hablará en estas páginas de sus diarios, y sobre la escritura, la lectura, la vida en soledad en medio de la naturaleza, las amenazas que penden sobre el mundo, etc. 


El editor dividió estas páginas en cinco secciones, más un apéndice; tratemos de mirar brevemente cada una de ellas:

Primera sección: "Viviendo como un solitario a tiempo parcial" (3 agosto 1963-13 de junio 1964, 141 entradas). En este período sigue siendo maestro de novicios y pasa momentos de soledad el el cobertizo de bloques de hormigón del monte Olivet, al que llama ya "la ermita". Fuertes autocríticas sobre su vida, pero reconocimiento de necesidades propias de su vocación personal: compromiso simultáneo con la tradición y el tiempo presente. Escribe sobre zen y la situación racial en USA, y da conferencias a los novicios sobre las tradiciones del Císter. 

Segunda sección: "La visita a Suzuki" (cuatro entradas de su viaje a New York en junio de 1964). Comparte su experiencia del encuentro con Suzuki, muy positiva, así como su mirada sobre algunos lugares concretos de la ciudad. Se siente confirmado en su interés por el estudio del zen. Tomadas de un cuadernillo aparte que Merton llevó en su viaje. 

Tercera sección: "La alegría y el absurdo de una soledad creciente" (desde 23 junio 1964-finales de abril 1965, 145 entradas del diario). Resumiendo su vida en ese momento, escribe: "Literatura, contemplación, soledad, América Latina; Asia, zen, islam, etc. Todas estas cosas se combinan en mi vida. Sería una locura hacer un monacato simplemente excluyéndolas. Sería menos monje. Otros siguen su camino, yo tengo el mío". A estos temas pueden añadirse la fotografía,, los dibujos abstractos,  y la ortodoxia; temas sociales como la raza, la tecnología y la guerra. Con ocasión de su 50 cumpleaños hace una revisión de su vida, y da gracias por todo. Empieza a dormir a veces en la ermita, e incluso pasa días enteros allí; reflexiona sobre el desafío de la soledad y el reto que supone, reafirmándolo en su amor a a la gente su tiempo, pero sin sucumbir a los valores negativos de este. 

Cuarta sección: recoge la primera versión de un ensayo de Merton, titulado "Días de un extraño", escrita en mayo de 1965. Más sencillo que el texto definitivo, presenta el contraste entre la ecología natural y cultural de la vida en la ermita, frente a la situación desequilibrada de su tiempo. 


Quinta sección
: "Ermitaño en el agua de la vida" (Mayo-diciembre 1965, 105 entradas del diario). Se centra sobre todo en la preparación para el traslado definitivo a la ermita y los primeros meses de su vida en solitario. Una verdadera revelación, y a la vez un redescubrimiento de su mundo. Varias controversias por el uso que se hace de escritos suyos por parte de activistas políticos, ansias de viajar y exiliarse en Nicaragua, pero también alegría y enriquecimiento cuando lee a Rilke y a Isaac de Stella. Da forma definitiva a lo que será Conjeturas de un espectador culpable. Cierra el año, pensando en lo que vendrá, y escribe: "No tengo verdaderos planes,excepto vivir y liberar la realidad de mi vida y estar preparado para cuando termine y sea llamado ante Dios.¡Sea cuando sea!". 

Apéndice: Esta tomado de uno de los cuadernos de trabajo de Merton, consistente en una larga reflexión seguida de sendas entradas con fecha 2 y 4 de diciembre, extraídas de una sección que Merton llamó "Algunas notas personales", finales de 1965 e inicios de 1966. Está escrita, evidentemente, a lo largo de varias semanas, y es un examen autocrítico sobre su vida en la ermita, una vez pasado el primer entusiasmo. 

 Merton preparó en 1968 para su publicación bajo el título A Vow of Conversation (Diario de un ermitaño. Un voto de conversación (diarios 1964-1965) una versión revisada y resumida de parte de este material (1 enero 1964-6 diciembre 1965), justo después de su traslado a la ermita, aunque no apareció hasta 1988, tras la muerte de quien fuera en ese tiempo su abad, James Fox.

(Resumen de lo que aparece en el DICCIOINARIO DE THOMAS MERTON)

miércoles, 21 de octubre de 2020

PARA QUE LA VIDA FLUYA...


“Cuanto más veamos nuestra radical mutabilidad y nuestra interdependencia con el mundo y los demás, y ello hasta el punto de decir yo soy tú, o bien yo soy el universo, tanto más nos acercaremos a nuestra identidad más radical. Para conocerse, por tanto, no hay que dividir o separar, sino unir. Gracias a la meditación he ido descubriendo que no hay yo y mundo, sino que mundo y yo son una misma y única cosa. La consecuencia natural de semejante hallazgo es la compasión hacia todo ser viviente: no quieres hacer daño a nada ni a nadie porque te das cuenta de que en primera instancia te dañarías a ti mismo si lo hicieras… Todo lo que haces a los demás seres y a la naturaleza te lo haces a ti. Mediante la meditación, se me ha ido revelando el misterio de la unidad”. 

Toda búsqueda auténtica acaba por remitirnos adonde estábamos”. 

Texto de Merton: “En cierto sentido, siempre viajamos; viajamos como si no supiéramos adónde vamos. En otro sentido, ya hemos llegado. No podemos llegar a la perfecta posesión de Dios en esta vida, por eso viajamos en la oscuridad. Pero ya lo poseemos por la gracia y, por lo tanto, en sentido hemos llegado y vivimos en la luz. Pero, ¡qué lejos he de ir a encontrarte a Ti, a quien he llegado ya!” (M7C). 


El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal; pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye. Nuestra vida solo es digna de este nombre si fluye, si está en movimiento”.

 “Lo que realmente mata al hombre es la rutina; lo que le salva es la creatividad, es decir, la capacidad para vislumbrar y rescatar la novedad. Si se mira bien –y eso es en lo que educa la meditación- todo es siempre nuevo y diferente. Absolutamente nada es ahora como hace un instante. Participar de ese cambio continuo que llamamos vida, ser uno con él, esa es la única promesa sensata de felicidad”.

“Para meditar no importa sentirse bien o mal, contento o triste, esperanzado o desilusionado. Cualquier estado de ánimo que se tenga es el mejor estado de ánimo posible en ese momento para hacer meditación, y ello precisamente porque es el que se tiene. Gracias a la meditación se aprende a no querer ir a ningún lugar distinto a aquel en que se está; se quiere estar en el que se está, pero plenamente. Para explorarlo, para ver lo que da de sí”.

 “El secreto es vivir plenamente en lo que se tenga entre manos: totalmente ahora, totalmente aquí”. 
Thomas Merton habla de “el sacramento del instante presente”. 

Me gusta o no me gusta: es así como solemos dividir el mundo”, pero “la meditación nos llama a no imponer a la realidad mis propias filias o fobias, a permitir que esa realidad se exprese y que pueda yo contemplarla sin las gafas de mis aversiones o afinidades”. 


“Más que uno con el mundo, lo que queremos es que el mundo se pliegue a nuestras apetencias. Nos pasamos la vida manipulando cosas y personas para que nos complazcan. Esa constante violencia, esa búsqueda insaciable que no se detiene ni tan siquiera ante el mal ajeno, esa avidez compulsiva y estructural es lo que nos destruye. No manipular, limitarse a ser lo que se ve, se oye o se toca: ahí radica la dicha de la meditación, o la dicha sin más…”. 

Bajo una apariencia desagradable, lo que nos disgusta tiene una entraña necesaria. Por medio de la meditación se pretende entrar en esa médula y, al menos, mojarse los labios en su néctar”. 

(Tomado de: Biografía del silencio, de Pablo d´Ors)

domingo, 18 de octubre de 2020

MI MAYOR AMBICIÓN: SER LO QUE YA SOY...


“Finalmente estoy llegando a la conclusión de que mi mayor ambición es ser lo que ya soy. Que nunca cumpliré mi obligación de superarme a mí mismo a no ser que primero me acepte, y si me acepto plenamente del modo debido, ya me habré superado a mí mismo. Porque es el yo inaceptado el que se interpone en mi camino, y seguirá haciéndolo mientras no sea aceptado. Cuando lo es, es mi escalón a lo que está por encima de mí. Porque así es como el hombre ha sido hecho por Dios, y el pecado original fue el intento de superarse a uno mismo siendo como Dios, es decir, distinto de uno mismo. Pero nuestra semejanza con Dios empieza en nuestra persona. Debemos hacernos como nosotros mismos, y dejar de vivir a nuestro lado”. 

(Thomas MERTON, Diarios)

Foto: Yazmi Palenzuela.

martes, 13 de octubre de 2020

EL PROFUNDO SENTIDO INTERIOR DE LO COTIDIANO

 


Lo cotidiano, la vida cotidiana... evoca algo bien distinto al "día de descanso". Lo cotidiano es monótono, gris, reducido a lo uniforme, pues lo situamos bajo el signo del hábito. Lo caracterizamos  como una sucesión de actos, siempre iguales, con los que se corre el riesgo de mecanización del hombre.  El día festivo lo situamos bajo el signo de lo  excepcional, que nos encanta. Lo cotidiano embota, el día festivo refresca; el día laborable abruma, fuerza; por el contrario, el domingo nos "deja libres". Lo cotidiano es el trabajo, la tarea; el domingo es el recreo. Lo cotidiano es prosaico, el día festivo invita a lo solemne; uno nos devora, el otro nos permite re-encontrarnos. Lo cotidiano nos proyecta a lo exterior, el domingo nos da libertad interior.Lo cotidiano se sitúa bajo el signo de un mundo que exige un continuo "logro"; el domingo nos pertenece. 

Ahora bien, ¿es que tiene que ser así? Sí, en tanto que el hombre se pierda en identificarse con ese yo existencial que le obliga a que su relación con el mundo y la acción que éste reclama le velen su verdad interior. Sin embargo, basta con una toma de conciencia de fondo para que todo cambie... una clara toma de conciencia por la que toda acción -y en especial aquella que se repite una y otra vez- lleva consigo, y más allá de su significado externo, un profundo sentido interior


Franquear una carta en una oficina de Correos situada a cien pasos de donde uno se encuentra, supondría dar cien pasos inútiles si a ese hecho sólo se le atribuye como finalidad el echar la carta en el buzón. Sin embargo, si quien lo hace es un hombre en camino, esa misma distancia, por muy corta que sea, le dará ocasión de ponerse interiormente en orden, de renovarse en el contacto con su Ser esencial, siempre a condición de que recorra ese trecho en una forma justa. Y es así en toda acción de la vida cotidiana. 


[Todo cuanto emprendemos en el mundo lo llevamos a cabo con una cierta actitud; lo que hacemos será conforme o no a la forma justa del hombre. La forma justa es aquella que sea transparente al SER. Transparente significa: poder sentir interiormente al SER y poder manifestarlo en el mundo].


"Todo, absolutamente todo, puede tomar carácter religioso, a condición de que sea simple y que se pueda repetir

(Proverbio japonés).


Lo cotidiano no será ya gris ni apagado, sino que se convierte en aventura del alma. Aquello que se repite y repite exteriormente se transforma en manantial interior; el campo de la costumbre se hace "espacio" de nuevos descubrimientos, y del gesto mecánico brota el impulso creador que transforma al hombre.

K.G. Dürckheim

Práctica del camino interior

lunes, 5 de octubre de 2020

ENTRE CIELO Y TIERRA...


Comparto otro texto, que al leerse con detenimiento nos remite indudablemente a San Juan de la Cruz y a Thomas Merton: el hombre dividido, que necesita redescubrir su identidad desde la unidad con lo Divino, y que es impulsado por una nostalgia, un llamado interior a salir de sí, a buscar más allá de lo histórico y particular. Es el "sal de tu tierra" con que es convocado el padre de la fe; o el "A dónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido" del místico español. La vida, con sus obstáculos, y también con sus necesarias mediaciones, se convierte en oportunidad, en llamada de alerta, para reconsiderar y reorientar nuestros pasos hacia el CAMINO verdadero. 

 "En el hombre (entiéndase siempre: ser humano, hombre o mujer), la conciencia del yo quiebra la unidad de la vida más allá del tiempo y el espacio. De lo que resulta una dualidad: de una parte, un mundo "histórico", que se forma en las condiciones espacio-temporales, siéndole así posible explorar y dominar; de otra un Ser supra-existencial, esencial, que escapa a toda comprensión racional. 

[El SER único se quiebra cuando pasa a través del prisma de ese yo que lo fija todo, que conoce únicamente a través de los opuestos y que sólo se orienta con lo que es objetivo. Si es el aspecto egocéntrico el que cristaliza en la conciencia del hombre, parecerá real sólo aquello que cabe en este aspecto. Es así como el hombre pierde en su conciencia el contacto con el SER]

De ahí que el hombre se reconozca como viviendo entre cielo y tierra. Vive en la tensión de estas dos realidades: por un lado su realidad existencial que le limita en el tiempo y el espacio, y que supone una amenaza en su existencia, tentándole con posibilidades de "dicha" y llamándole a servir en sus marcos organizados; por el otro la realidad del SER supra-existencial

Este, que se mantiene escondido en lo secreto de su Ser individual esencial, que se percibe como profunda nostalgia, presiona inexorablemente en él para que tome de ello conciencia, recabando su atención por medio de todos los obstáculos de su existencia, a través de todas las estructuras organizadas de su conciencia existencial, a fin de llevarle por la vía de lo DIVINO".

(K.G. Dürckheim


jueves, 1 de octubre de 2020

EL ASCETISMO MÀS SEGURO...


"El camino hacia la contemplación es una oscuridad tan intensa que ya no es ni siquiera dramática. No queda nada en ella que pueda ser asido y acariciado como heroico ni aun insólito. Así, para el contemplativo, hay un valor supremo en la rutina ordinaria de trabajo, pobreza, penalidad y monotonía que caracteriza la vida de la gente pobre, ininteresante y olvidada del mundo.

Cristo, que vino a la tierra para formar contemplativos y enseñar a los hombres la ruta de la santidad y la oración, habría podido fácilmente rodearse de ascetas que lo dejaran morir de hambre y aterraran a la gente con extraños éxtasis. Pero sus Apóstoles fueron trabajadores, pescadores, publicanos que se distinguían tan solo por su indiferencia hacia la mayor parte de la complicada red de devociones, prácticas rituales y moral gimnástica de los santos profesionales.

El ascetismo más seguro es la inseguridad amarga, el trabajo y pequeñez de los realmente pobres. Depender absolutamente de otros. Ser desconocido, menospreciado y olvidado. No conocer la comodidad ni la limpieza. Vivir en la suciedad y comer mal. Recibir órdenes y trabajar mucho por poco dinero. Esto es una dura escuela, que la mayoría de las personas piadosas hacen todo lo posible por evitar".

Thomas Merton
"Semillas de contemplación"

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.