Lo cotidiano, la vida cotidiana... evoca algo bien distinto al "día de descanso". Lo cotidiano es monótono, gris, reducido a lo uniforme, pues lo situamos bajo el signo del hábito. Lo caracterizamos como una sucesión de actos, siempre iguales, con los que se corre el riesgo de mecanización del hombre. El día festivo lo situamos bajo el signo de lo excepcional, que nos encanta. Lo cotidiano embota, el día festivo refresca; el día laborable abruma, fuerza; por el contrario, el domingo nos "deja libres". Lo cotidiano es el trabajo, la tarea; el domingo es el recreo. Lo cotidiano es prosaico, el día festivo invita a lo solemne; uno nos devora, el otro nos permite re-encontrarnos. Lo cotidiano nos proyecta a lo exterior, el domingo nos da libertad interior.Lo cotidiano se sitúa bajo el signo de un mundo que exige un continuo "logro"; el domingo nos pertenece.
Ahora bien, ¿es que tiene que ser así? Sí, en tanto que el hombre se pierda en identificarse con ese yo existencial que le obliga a que su relación con el mundo y la acción que éste reclama le velen su verdad interior. Sin embargo, basta con una toma de conciencia de fondo para que todo cambie... una clara toma de conciencia por la que toda acción -y en especial aquella que se repite una y otra vez- lleva consigo, y más allá de su significado externo, un profundo sentido interior.
Franquear una carta en una oficina de Correos situada a cien pasos de donde uno se encuentra, supondría dar cien pasos inútiles si a ese hecho sólo se le atribuye como finalidad el echar la carta en el buzón. Sin embargo, si quien lo hace es un hombre en camino, esa misma distancia, por muy corta que sea, le dará ocasión de ponerse interiormente en orden, de renovarse en el contacto con su Ser esencial, siempre a condición de que recorra ese trecho en una forma justa. Y es así en toda acción de la vida cotidiana.
[Todo cuanto emprendemos en el mundo lo llevamos a cabo con una cierta actitud; lo que hacemos será conforme o no a la forma justa del hombre. La forma justa es aquella que sea transparente al SER. Transparente significa: poder sentir interiormente al SER y poder manifestarlo en el mundo].
"Todo, absolutamente todo, puede tomar carácter religioso, a condición de que sea simple y que se pueda repetir"
(Proverbio japonés).
Lo cotidiano no será ya gris ni apagado, sino que se convierte en aventura del alma. Aquello que se repite y repite exteriormente se transforma en manantial interior; el campo de la costumbre se hace "espacio" de nuevos descubrimientos, y del gesto mecánico brota el impulso creador que transforma al hombre.
K.G. Dürckheim
Práctica del camino interior
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