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martes, 13 de octubre de 2020

EL PROFUNDO SENTIDO INTERIOR DE LO COTIDIANO

 


Lo cotidiano, la vida cotidiana... evoca algo bien distinto al "día de descanso". Lo cotidiano es monótono, gris, reducido a lo uniforme, pues lo situamos bajo el signo del hábito. Lo caracterizamos  como una sucesión de actos, siempre iguales, con los que se corre el riesgo de mecanización del hombre.  El día festivo lo situamos bajo el signo de lo  excepcional, que nos encanta. Lo cotidiano embota, el día festivo refresca; el día laborable abruma, fuerza; por el contrario, el domingo nos "deja libres". Lo cotidiano es el trabajo, la tarea; el domingo es el recreo. Lo cotidiano es prosaico, el día festivo invita a lo solemne; uno nos devora, el otro nos permite re-encontrarnos. Lo cotidiano nos proyecta a lo exterior, el domingo nos da libertad interior.Lo cotidiano se sitúa bajo el signo de un mundo que exige un continuo "logro"; el domingo nos pertenece. 

Ahora bien, ¿es que tiene que ser así? Sí, en tanto que el hombre se pierda en identificarse con ese yo existencial que le obliga a que su relación con el mundo y la acción que éste reclama le velen su verdad interior. Sin embargo, basta con una toma de conciencia de fondo para que todo cambie... una clara toma de conciencia por la que toda acción -y en especial aquella que se repite una y otra vez- lleva consigo, y más allá de su significado externo, un profundo sentido interior


Franquear una carta en una oficina de Correos situada a cien pasos de donde uno se encuentra, supondría dar cien pasos inútiles si a ese hecho sólo se le atribuye como finalidad el echar la carta en el buzón. Sin embargo, si quien lo hace es un hombre en camino, esa misma distancia, por muy corta que sea, le dará ocasión de ponerse interiormente en orden, de renovarse en el contacto con su Ser esencial, siempre a condición de que recorra ese trecho en una forma justa. Y es así en toda acción de la vida cotidiana. 


[Todo cuanto emprendemos en el mundo lo llevamos a cabo con una cierta actitud; lo que hacemos será conforme o no a la forma justa del hombre. La forma justa es aquella que sea transparente al SER. Transparente significa: poder sentir interiormente al SER y poder manifestarlo en el mundo].


"Todo, absolutamente todo, puede tomar carácter religioso, a condición de que sea simple y que se pueda repetir

(Proverbio japonés).


Lo cotidiano no será ya gris ni apagado, sino que se convierte en aventura del alma. Aquello que se repite y repite exteriormente se transforma en manantial interior; el campo de la costumbre se hace "espacio" de nuevos descubrimientos, y del gesto mecánico brota el impulso creador que transforma al hombre.

K.G. Dürckheim

Práctica del camino interior

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.