“Cuanto más veamos nuestra radical mutabilidad y nuestra interdependencia con el mundo y los demás, y ello hasta el punto de decir yo soy tú, o bien yo soy el universo, tanto más nos acercaremos a nuestra identidad más radical. Para conocerse, por tanto, no hay que dividir o separar, sino unir. Gracias a la meditación he ido descubriendo que no hay yo y mundo, sino que mundo y yo son una misma y única cosa. La consecuencia natural de semejante hallazgo es la compasión hacia todo ser viviente: no quieres hacer daño a nada ni a nadie porque te das cuenta de que en primera instancia te dañarías a ti mismo si lo hicieras… Todo lo que haces a los demás seres y a la naturaleza te lo haces a ti. Mediante la meditación, se me ha ido revelando el misterio de la unidad”.
“Toda búsqueda auténtica acaba por remitirnos adonde estábamos”.
Texto de Merton: “En cierto sentido, siempre viajamos; viajamos como si no supiéramos adónde vamos. En otro sentido, ya hemos llegado. No podemos llegar a la perfecta posesión de Dios en esta vida, por eso viajamos en la oscuridad. Pero ya lo poseemos por la gracia y, por lo tanto, en sentido hemos llegado y vivimos en la luz. Pero, ¡qué lejos he de ir a encontrarte a Ti, a quien he llegado ya!” (M7C).
“El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal; pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye. Nuestra vida solo es digna de este nombre si fluye, si está en movimiento”.
“Lo que realmente mata al hombre es la rutina; lo que le salva es la creatividad, es decir, la capacidad para vislumbrar y rescatar la novedad. Si se mira bien –y eso es en lo que educa la meditación- todo es siempre nuevo y diferente. Absolutamente nada es ahora como hace un instante. Participar de ese cambio continuo que llamamos vida, ser uno con él, esa es la única promesa sensata de felicidad”.
“Para meditar no importa sentirse bien o mal, contento o triste, esperanzado o desilusionado. Cualquier estado de ánimo que se tenga es el mejor estado de ánimo posible en ese momento para hacer meditación, y ello precisamente porque es el que se tiene. Gracias a la meditación se aprende a no querer ir a ningún lugar distinto a aquel en que se está; se quiere estar en el que se está, pero plenamente. Para explorarlo, para ver lo que da de sí”.
“El secreto es vivir plenamente en lo que se tenga entre manos: totalmente ahora, totalmente aquí”.
Thomas Merton habla de “el sacramento del instante presente”.
“Me gusta o no me gusta: es así como solemos dividir el mundo”, pero “la meditación nos llama a no imponer a la realidad mis propias filias o fobias, a permitir que esa realidad se exprese y que pueda yo contemplarla sin las gafas de mis aversiones o afinidades”.
“Más que uno con el mundo, lo que queremos es que el mundo se pliegue a nuestras apetencias. Nos pasamos la vida manipulando cosas y personas para que nos complazcan. Esa constante violencia, esa búsqueda insaciable que no se detiene ni tan siquiera ante el mal ajeno, esa avidez compulsiva y estructural es lo que nos destruye. No manipular, limitarse a ser lo que se ve, se oye o se toca: ahí radica la dicha de la meditación, o la dicha sin más…”.
“Bajo una apariencia desagradable, lo que nos disgusta tiene una entraña necesaria. Por medio de la meditación se pretende entrar en esa médula y, al menos, mojarse los labios en su néctar”.
(Tomado de: Biografía del silencio, de Pablo d´Ors)
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