Seguidores

viernes, 20 de mayo de 2022

TEOLOGÍA Y UNIDAD

"El fundamento último de la unidad de la Iglesia es la propia unidad de Dios, que trasciende nuestra comprensión. La tentación en estos tiempos de tensión es el triunfo del fundamentalismo teológico, tanto dentro como fuera de la Iglesia; el que las partes en conflicto afirmen poseer a Dios, haber capturado a Dios dentro de sus propios sistemas teológicos. Pero la teología nos mantiene en la unidad desterrando esa arrogancia y recordándonos que, como dice santo Tomás, "sólo conocemos verdaderamente a Dios cuando creemos que Dios está por encima de todo lo que nos es posible conocer de El". Los teólogos curan las heridas de la Iglesia liberándonos de la estrechez de la ideología. Entonces podemos ser libres para el gozo de encontrar a Dios en la otra persona, el Deus Humanissimus...".

Timothy Radcliffe

domingo, 15 de mayo de 2022

CRISTO, PRINCIPIO DE UNIDAD

"Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles..."


"La mirada contemplativa que mira a través de la multiplicidad de las formas creadas percibe una unidad sublime en Cristo que subyace a la manifestación de la diversidad sin fin, una unidad primigenia o un enganchamiento de todas las cosas en Cristo, que es todo y en todos (Col 3,11). Vislumbrar esta unidad en la diferencia, aunque sea por un momento, es ver el rostro de Cristo".

Vincent Pizzuto

Contemplar a Cristo

miércoles, 11 de mayo de 2022

THOMAS MERTON: UNA PERDURABLE AMISTAD ESPIRITUAL

Llegué a Merton a través de la amistad
; fue un amigo el que me habló de él, y consiguió interesarme para que leyera su autobiografía, que más tarde me prestó mi párroco, el mismo que me introdujo luego en el espíritu de Santa Teresa.

Creo que cuatro elementos me resultaron de interés cuando fui conociendo a Tomás Merton: lo primero, su condición de converso, porque yo también lo era: ambos llegamos a la fe católica a la misma edad, alrededor de los 25 años. Luego, su vida tenía, en lo afectivo y lo emocional, puntos de contacto con la mía, específicamente su atracción por la soledad. También había estado en Cuba, y había tenido en mi tierra experiencias espirituales fuertes, lo que me hizo conectar aún más con él. Finalmente, su apertura y empatía con la espiritualidad del Carmelo, sobre todo en su primera etapa.

Fue ciertamente un descubrimiento progresivo, que alcanzó su máximo cuando leí otro de sus libros, un diario: El signo de Jonás, al que volví muchas veces, en una vieja edición de tapa de tela verde, que todavía conservo. Este libro me terminó de convertir, no sé si en un discípulo o en un amigo del monje trapense.

Luego, en la misma medida en que fui creciendo en la fe, también Merton fue mi inspiración en el interés por la vida contemplativa, por la dimensión social del Evangelio, y la apertura a otras experiencias religiosas que enriquecían mi propio camino hacia Dios. A Merton debo también el haber abierto mi corazón a la Virgen María, de quien el él era muy devoto. Sus oraciones a la Caridad, en su visita a su santuario en Santiago de Cuba y su oración a la Virgen del Carmen, inspirado en la imagen que está en lo alto de nuestra casa en la Habana, me han acompañado siempre, y animaron mi camino hacia el sacerdocio católico. 

Durante aquellos años no eran muchas las publicaciones de libros de Merton; casi todos los que leí o conseguí eran viejas ediciones, que fui rastreando en bibliotecas conventuales; ya después empezaron a salir algunos títulos, que compré en mis viajes a Estados Unidos o a España. Recuerdo de manera particular que en un viaje a Miami encontré el tesoro de sus “Diarios”; un compendio de ellos en dos tomos, publicado por la editorial Oniro, cuya lectura me resultó muy estimulante a nivel espiritual. Leer sus diarios constituía para mí una verdadera experiencia mística, me transportaba, me hacía sentir algo por dentro tan fuerte que no podía leerlo muy seguido, sino poco a poco, haciendo pausas.

Han pasado muchos años de aquel primer encuentro y mi amistad espiritual con Merton se ha fortalecido; he tratado de comprar siempre sus libros cuando van saliendo, pero en realidad ya también disfruto del silencio que por períodos se instala entre los dos. Estamos conectados ya de tal manera que me parece haberle conocido de verdad, físicamente, y no sólo por referencia en sus libros o en los que han escrito sobre él.

Esa es la razón también por la que por tiempos mis publicaciones en este blog se hacen menos frecuentes, pero siempre regreso, siempre me hace Merton un guiño desde alguno de sus libros y retomamos el diálogo, y la relación alcanza una etapa superior.

Fray Manuel de Jesús, ocd

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.