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lunes, 31 de marzo de 2008

Lecturas.


En los últimos días estuve leyendo varios libros que han estado llegando a mis manos por diversas vías; unos adquiridos a precio muy bajo en la Feria del Libro que tuvo lugar en el pasado febrero, y otros regalados por amigos que andan de paso o tienen conexiones en el exterior. Así, mi pequeña biblioteca de espiritualidad sigue creciendo, y me aprovecho yo también de ellos, pues para poder aconsejar a los que vienen una u otra lectura, debo conocer los libros también. Aquí les comento brevemente de algunos títulos que ahora mismo están sobre mi mesa de trabajo y que he venido repasando en las últimas semanas.

1- “Los Sutras de Jesús”. Autor: Martin Palmer. EDAF. A finales del siglo XIX, en el límite de la frontera noroeste de China, un monje taoísta forzó la entrada de una estancia excavada en una roca cercana a Dunhuang, ciudad situada en la antigua Ruta de la Seda. La mayor parte de los rollos eran textos budistas, confusionistas y taoístas, pero, cuidadosamente guardados, se encontraban otros que hablaban de una fe distinta: el cristianismo. Este libro traduce por vez primera esos documentos, y nos presenta la historia de estos cristianos y las vicisitudes de los estudiosos que encontraron esta notable huella en el tiempo.
2- Un viaje a la libertad. San Juan de la Cruz”. Autor: Juan Antonio Marcos. Editorial de Espiritualidad. Siempre son bienvenidos los libros que traducen la experiencia de los místicos, de tal manera que su doctrina sea presentada en un lenguaje contemporáneo y con categorías más comprensibles hoy. Este libro está muy bien escrito, es serio y ameno a la vez, y se los recomiendo para adentrarse mejor en el mundo de San Juan de la Cruz..
3- “Acceso a Jesús”. Autor: José Ignacio Gonzalez Faus. Sígueme. Otro acercamiento a la Cristología de este excelente teólogo; cuestionador y espiritual a la vez. Es una cristología más encarnada, más metida en el mundo, y aun cuando no se compartan todas sus propuestas, siempre ilumina y acerca a Jesús.
4- “Si la mente tuviera alas”.Autor: Lucy Eyre.MAEVA. Es una novela de corte juvenil que vuelve a intentar un acercamiento al mundo de la filosofía, al estilo de otros textos que han procurado últimamente volver a popularizar las reflexiones de los filósofos de la historia.


Estos son cuatro de los libros que en estos días llenan mi mesa y mis horas libres. Tal vez alguno les motive.

sábado, 29 de marzo de 2008

Divina Misericordia.


El segundo domingo de Pascua, por iniciativa de Juan Pablo II, se llama ahora Domingo de la Misericordia, y no está mal, si ese día, y dentro del gozo de la Octava de Pascua, celebramos el amor grande con que Dios nos ama; la cercanía de nuestro Padre amoroso del Cielo. No está mal si esta celebración plenifica e insiste en el Misterio Pascual. Viene ahora a mi mente la parábola lucana en la que un padre lleno de misericordia sale al encuentro de un hijo díscolo, que le exigió primero sus derechos, malgastó el dinero del padre y luego regresó arrepentido a medias. Ese es el Dios de Jesucristo, nuestro Dios, un Padre lleno de amor y de misericordia.
Ahora bien, si este segundo domingo de Pascua se convierte simplemente en la celebración de una devoción reciente y popular, la Divina Misericordia, ya no me parece tan bien el asunto. En principio no estoy en contra de las devociones, ayudan a vivir y comprender el misterio de Dios, pero siempre respetando el ritmo litúrgico de la Iglesia, a través del cual vivimos comunitariamente un camino de crecimiento y encuentro con Jesús. No por gusto, y en un momento de gracia del Espíritu, la Iglesia del Concilio Vaticano II quitó el lastre que durante mucho tiempo se fue acumulando en las celebraciones de la Iglesia, y que opacaban la centralidad de Jesucristo, o lo cosificaban, perdiendo de vista la totalidad del Misterio.
De ahí que no entienda como un viernes santo haya cristianos empezando una novena a la Divina Misericordia, que apunta, no al Domingo de Resurrección, el Primer domingo del año cristiano, sino al segundo domingo de Pascua, transformado ahora en el día de celebrar una extendida devoción.
Creo que los líderes de la Iglesia tenemos la obligación de formar a nuestra gente, de ofrecerles alimento espiritual sólido, y presentarles la fe liberadora y humanizadora de Jesús; las devociones son complemento a la riqueza litúrgica, no sustituto. Nada mejor que el camino litúrgico para ir descubriendo e integrando a nuestra vida la plenitud de vida que ofrece Jesús.
Para este segundo domingo de Pascua quiero seguir hablando de la Resurrección, regalo de un Dios inmenso, de infinita ternura para con nosotros, un Dios que no se deja cosificar ni manipular, un Dios que quiere hijas e hijos, maduros y libres. Un Dios, sin dudas, que tiene un Hijo, Señor de misericordia.

jueves, 27 de marzo de 2008

26 frases de Thomas Merton.

Estas frases de Thomas Merton las he tomado del libro “Un año con Thomas Merton”, compilado por Jonathan Montaldo, y pueden servirnos para la meditación, como mantras o jaculatorias, o para lo que nos suscite el Espíritu.

“La fidelidad a la gracia en mi vida es fidelidad a la sencillez”.
“Es necesario volver al rostro original”.
“Está cerca el día en que seré capaz de vivir sin palabras”.
“La presencia de Nuestra Señora es importante para mí”.
“En la meditación hay una gran necesidad de disciplina”.
“El amor de Dios se ocupa de todo cuanto hago”.
“Dios se revela en medio del conflicto y la contradicción”.
“Lo más importante es secreto, no dicho”.
.”Comprobé lo sencillo que es encontrar a Dios en la soledad”.
“Aferrarse a la voluntad y la verdad de Dios”.
“Nadie puede decirme qué hacer ahora, tengo que intentar averiguarlo por mí mismo”.
“La vida es un don del que estoy contento”.
“Soy un sacerdote con el mundo entero como parroquia”.
“El hombre es imagen de Dios, no Su sombra”.
“Tiene que haber dureza y rigor en la vida eremítica”.
”Vivir, respirar y ser felices bajo Su mirada”.
“No podemos conocer todas las mociones de la gracia de Cristo”.
“Con la soledad no se juega”.
“La soledad es una madre severa que no tolera tonterías”.
“Nada sino inmensa gratitud”.
“Dios se entrega a los que se entregan a Él”.
“Mi ruina es mi fortuna”.
“La nacionalidad de uno tiene sentido a la luz de la eternidad”.
“Es la obra de Jesús la que resplandece en la vida de los santos”.
“Importancia absoluta de obedecer a Dios”.
“La oscuridad es como una pila bautismal”.

Coplas a la muerte de Thomas Merton. Ernesto Cardenal.


Lo que sigue es un fragmento de un largo poema dedicado por Ernesto Cardenal a Thomas Merton, quien fuera su maestro de novicios en Getsemaní.
"Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la muerte
que es la vida
Tu muerte más bien divertida Merton
(¿o absurda como un koan?)
tu muerte marca General Electric
y el cadáver a USA en un avión del Army
con el humor tan tuyo te habrás reído
vos Merton ya sin cadáver muerto de risa
también yo
Los iniciados de Dionisios ponían hiedra ...
(yo no la conocía)
Hoy tecleo con alegría esta palabra muerte
Morir no es como el choque de un auto o
Como un corto-circuito
nos hemos ido muriendo toda la vida
Contenida en nuestra vida
¿cómo el gusano en la manzana? No
como el gusano sino
la madurez !
O como mangos en este verano de
Solentiname
Amarillando, esperando las
Oropéndolas...
os hors d’oeuvres
nunca fueron en los restaurantes
como anunciados en las revistas
ni el verso fue tan bueno como quisimos
o el beso.
Hemos deseado siempre más allá de lo
Deseado
Somos Somozas deseando más y más
Haciendas
More More More
y no sólo más, también algo "diferente"
Las bodas del deseo
el coito de la volición perfecta es el acto
de la muerte.
Andamos entre las cosas con el aire
de haber perdido un cartapacio
muy importante.
Subimos los ascensores y bajamos.
Entramos a los supermercados, a las tiendas
Como toda la gente, buscando un producto
Trascendente.
Vivimos como en espera de una cita
Infinita. O
que nos llame por teléfono
lo Inefable.
Y estamos solos
Trigos inmortales que no mueren, estamos
Solos.
Soñamos en perezosas sobre cubierta
Contemplando el mar color de daikirí
Esperando que alguien pase y nos sonría y
diga Hello
No el sueño sino la lucidez.
Vamos en medio del tráfico como
Sonámbulos
Pasamos los semáforos
con los ojos abiertos y dormidos
paladeamos un manhattan como dormidos.
No el sueño
la lucidez es imagen de la muerte
de la iluminación, el resplandor
enceguecedor de la muerte.
Y no es el reino del Olvido. La memoria
es la secretaria del olvido.
Maneja en archivadoras el pasado.
Pero cuando no hay más futuro sino sólo un
Presente fijo
todo lo vivido, revive, ya no como recuerdos
y se revela la realidad toda entera
en un flash.
La poesía era también un partir
Como la muerte. Tenía
la tristeza de los trenes y los aviones que se
van
La poesía era también un partir
Como la muerte. Tenía
la tristeza de los trenes y los aviones que se
van
Estacioncita de Brenes
En Cordobita la Llana
de noche pasan los trenes
el cante jondo al fondo de Granada
En toda belleza, una tristeza
y añoranza como en un país extraño
MAKE IT NEW
(un nuevo cielo y una nueva tierra)
pero después de esa lucidez
volvés otra vez a los clichés, los
slogans.
Sólo en los momentos en que no somos
Prácticos
Concentrados en lo Inútil, Idos
se nos abre el mundo.
La muerte es el acto de la distracción total
También: Contemplación.
El amor, el amor sobre todo, un anticipo
de la muerte
Había en los besos un sabor a muerte
Ser
es ser
en otro ser
sólo somos al mar
Pero en esta vida sólo amamos unos ratos
y débilmente
Sólo amamos o somos al dejar de ser
al morir
desnudez de todo el ser para hacer el amor
make love not war
que van a dar al amor
que es la vida
la ciudad bajada del cielo que no es Atlantic
City-Y
el Más Allá no es un American Way of
Life
Jubilación en Flórida
o como un Week-end sin fin.
La muerte es una puerta abierta
al universo
No hay letrero NO EXIT
y a nosotros mismos
(viajar
a nosotros mismos
no a Tokio, Bangkok
es el appeal
stwardess en kimono, la cuisine
Continental
es el appeal de esos anuncios de Japan Air
Lines)
Una Noche Nupcial, decía Novalis
No es una película de horror de Boris Karloff
Y natural, como la caída de las manzanas
por la ley que atrae a los astros y a los
amantes
-No hay accidentes
una más caída del gran Arbol
sos una manza más
Tom
Dejamos el cuerpo como se deja
el cuarto de un hotel
Pero no sos el Hombre Invisible de Wells
O como fantasmas de chalet
Abandonado
No necesitamos Mediums.
Y los niños muy bien saben que NO existe
que somos inmortales.
¿Pues puede el napalm matar la vida?
¿De la cámara de gas a la nada?
¿O son los Evangelios science-fiction?
Jesús entró en el cuarto y sacó las plañideras
Por eso cantan los cisnes dijo Sócrates
Poco antes de morir
Ven, Caddo, todos vamos arriba
a la gran Aldea (bis)
-Hacia donde van todos los buses y los
aviones
Y no como a un fin
sino al Infinito
volamos a la vida con la velocidad de la
luz
Y como el feto rompe la bolsa amniótica ...
O como cosmonautas ...
-la salida
de la crisálida.
Y es un happening.
el climax
de la vida
dies natalis
esta vida pre-natal ...
Dejada la matriz de la materia
Un absurdo no:
sino un misterio
puerta abierta al universo
y no al vacío
(como la de un ascensor que no estaba)
Y ya definitivos
... igual que el despertar una mañana
a la voz de una enfermera en un hospital
Y ya nada tenemos sino sólo somos
sino que sólo somos y somos sólo ser".
Continuaré compartiendo el poema en próximas entradas, pues es muy largo para ponerlo de una sola vez.
(Espero entre hoy y mañana tener resuelto ya el MSN de yahoo, para los amigos_amigas que se comunican por esa vía).






martes, 25 de marzo de 2008

Una mirada compasiva e inteligente.


Repasando algunas páginas de “Escritos Esenciales”, de Thomas Merton, en particular de su presentación, escrita por Fernando Beltrán Llavador, y la Introducción, preparada por Francisco R. de Pascual, me detuve en algunas afirmaciones que comparto con ustedes en esta ocasión, como un acercamiento más a la figura de Merton, cuya actualidad aumenta cada día más. Ayer mismo estuvo a verme un maestro para que le hablara de Merton y le prestara algún libro suyo.

“Thomas Merton hizo el singular viaje sin distancia que es el camino monástico; cultivó el arte de la pregunta inteligente, sin tregua, para sacudir los cimientos de nuestros autoengaños más reconfortantes. Conocedor, como pocos, de los caminos contemplativos de la tradición cristiana desde los Padres del desierto, Merton no está, en realidad, tan interesado en enseñarnos formas particulares de hacer oración como en recordarnos la posibilidad real de ser oración”.

“La voz de Merton es no sólo vigente, sino urgente, como ponen de manifiesto sus escritos en torno al misticismo, al diálogo interconfesional y a la paz. Fue capaz de leer las noticias de su siglo con el ojo interior del amor, en la medida en que supo penetrar en el corazón de la complejidad social con sencillez y sin egoísmo, haciéndose portavoz, con lengua de fuego y corazón herido, de una invitación universal a la santidad. Sus palabras fueron las de un verdadero profeta del siglo XX”.



“Thomas Merton, desde la soledad de su monasterio y desde las luchas de su corazón inquieto, supo proyectar como pocos en su tiempo una mirada compasiva e inteligente sobre las personas, los acontecimientos y las locuras de su tiempo”

Ahora, algunos textos del propio Merton
:

“Si quieres saber quién soy,
No me preguntes dónde vivo,
O lo que me gusta comer,
O cómo me peino;
Pregúntame, más bien,
Por lo que vivo, detalladamente,
Y pregúntame si lo que pienso
Es dedicarme a vivir plenamente
Aquello para lo que quiero vivir”.



“De alguna maneras, tengo que buscar mi identidad no sólo en Dios, sino también en los otros. Jamás podré encontrarme a mí mismo si me aíslo del resto de la humanidad como si perteneciera a una especie diferente”.

Amar a Dios con un corazón humano.


“Sé que me has llamado, Padre, a vivir a solas contigo y aprender que, si yo no fuera un vulgar ser humano, capaz de todos los errores y de todo mal, capaz también de un frágil e inestable afecto humano por Ti, no podría ser tu hijo.
Tú deseas el amor de mi corazón porque tu Divino Hijo también te ama con un corazón humano. Él se hizo hombre para que mi corazón y el suyo pudieran amarte con un solo amor, un amor humano engendrado y movido por tu Espíritu Santo.
Si no te amo con un amor humano, con sencillez humana y con la humildad de ser yo mismo, nunca degustaré toda la dulzura de tu paternal misericordia, y tu Hijo, por lo que a mi vida respecta, habrá muerto en vano”.

Thomas Merton.

domingo, 23 de marzo de 2008

Vigilia Pascual.


La muerte de Jesús no fue casual; tampoco lo fue su resurrección. Al celebrar cada año esta fiesta grande, vuelvo a preguntarme: ¿Quién es Jesús para mí? Y vuelvo a responderme: mi vida, la Vida. Es una respuesta, no teórica, sino existencial. Desde que encontré a Jesús hace 20 años su presencia ha sido realmente luz y paz, fuerza y confianza, y ha ido transformando mis heridas, mis dolores, mis errores, en bendiciones, en oportunidades, en sabiduría espiritual. Quiero poder responder a esa pregunta cada año con nuevas razones, quiero mantener viva la llama del Espíritu, y quiero poder sobre todo compartir esa Vida con mis hermanas y hermanos.
Anoche habíamos preparado la Vigilia en la parroquia para las 10 de la noche, y salí sobre las nueve para estar temprano y poder acabar de prepararlo todo, pero a mitad de camino empezó a llover con fuerza y tuve que sentarme en el portal de una tienda a esperar que escampara; cuarenta minutos en los que estuve leyendo un libro de Grün que llevaba en el bolso, y pensando, mientras el agua corría como ríos por la calle, que la celebración habría que dejarla para el domingo. Cuando la lluvia empezó a ceder eché a correr y llegué a la Parroquia: estaban 2 hermanas sentadas a la puerta, nadie más, y eran las diez.
Me sentía un poco descorazonado porque disfruto mucho la Vigilia Pascual, y lo había preparado de una manera diferente esta vez, pero pensé: “El hombre propone, y Dios dispone”, y en mi mente empecé a justificar a los hermanos: con un tiempo así, imposible. Algunos llamaron por teléfono para decir que no podían salir de casa a causa de la lluvia y las calles inundadas. En fin.
Y entonces fue probada mi incredulidad, porque apenas el agua cesó apareció la gente; volvió a llover fuerte, y luego volvió a parar, y más gente llegó, y comenzamos a las diez y media con el salón lleno.
Hice algunas innovaciones, con perdón de los liturgistas. Comenzamos en el salón parroquial, alrededor de lo que era el “monumento”, ahora preparado como un sepulcro vacío; una introducción sobre los cuatro momentos de la Vigilia: cuatro signos, cuatro realidades de nuestra vida de fe y vínculo con Jesús: la luz (encontrar a Jesús) y el agua (recibir el bautismo), la Palabra (que nos da un nuevo saber) y la Eucaristía (que nos alimenta).
Luego fuimos leyendo y comentando tres pasajes de la Escritura: La Creación, el Sacrificio de Abraham y la salida de Moisés y el pueblo cruzando las aguas; entre ellas cantamos. Fui mostrando como esas lecturas de la Antigua Alianza anuncian la obra de Jesús y se hacen realidad en el hoy de nuestras vidas. Para cruzar el mar rojo también nosotros cerramos los ojos, y apagamos las luces. Meditamos en la oscuridad de nuestra vida y del mundo, y en la necesidad que tenemos de luz.
Y entonces, en medio del salón, encendimos el fuego y cantamos: “Manda el fuego, Señor, manda el fuego”; las llamas eran altas, y alguno se asustó un poco, pero nada pasó; encendimos el cirio pascual y luego cada uno su propio cirio, y así salimos en procesión para el templo, animados por el anuncio: ¡LUZ DE CRISTO!!!. Demos gracias a Dios.
En el templo en penumbras sonó como trompeta el Pregón Pascual: los cirios en alto, el corazón rebosante de gozo. También nos sentimos parte de la Iglesia que espera, y así lo añadimos al pregón. Y luego sentados escuchamos las palabras de uno de los profetas: la promesa de Dios de no arrepentirse nunca de su alianza con nosotros, de que nos renovará constantemente.
Y entonces a toda voz gritamos ¡Gloria! Se encienden todas las luces, y suenan las campanas. Somos un pequeño resto en medio de la noche, en una ciudad que duerme, y sin embargo tenemos esperanza. El apóstol nos habla del sentido de nuestro bautismo, y tras un Aleluya movido y palmeado el Evangelio proclama: “No tengan miedo”.
Esta es la noche de la fe. No hay otra como esta. Es la noche santa de la Resurrección, la noche santa de la Vida. Renovamos nuestra renuncia al mal y proclamamos nuestra fe, e intercedimos por la Iglesia Universal y el mundo entero, para que llegue el Reino de libertad y justicia que esperamos. El agua bendecida se derrama sobre nuestras cabezas, más agua, además de la lluvia que antes nos mojara. Es una noche para renovar el bautismo, el nuestro, pero también el de esta ciudad en que vivimos la fe.
La liturgia eucarística es el colofón de la vigilia: un ambiente de intimidad fraterna casi nos sobrecoge. Es su Cuerpo y su Sangre, entregados por amor, lo que ahora compartimos. Cada gesto es un signo de esta Nueva Vida que nos trae: el canto, el silencio, las manos juntas, el abrazo de paz, las palabras tantas veces repetidas del canon. Todo esta noche parece nuevo, diferente.

Al final, y luego de un ¡Aleluya, aleluya! Bien fuerte, y a pesar de que ya pasa la medianoche, la comunidad se abraza, se felicita, y vamos al salón a compartir un vinillo casero. La gente está contenta, y yo también. El entusiasmo de los jóvenes del coro ha sido un aporte importante a esta noche “buena”.
Hoy tendremos la Misa a las 4, y después el Ágape; y el sábado próximo tendremos nuestra fiesta patronal: San José, con procesión y obispo. Será una Pascua por todo lo alto. Aunque somos una comunidad pequeña, nuestra alegría es un signo en medio de nuestra gente. Los cambios que Cuba necesita han de empezar en el corazón de algunos hijos de esta tierra.
Ahora vuelvo y digo: La resurrección de Cristo tampoco fue casual, la casualidad no existe. Me gusta evocar una frase de “El Pequeño Príncipe”: “Es bueno haber tenido un amigo aun si vamos a morir; parecerá que he muerto y no será verdad”.
A todos mis amigos y amigas de este blog:
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!!!!!!!!!!!!!!.

sábado, 22 de marzo de 2008

La muerte de Jesús no fue casual.


La muerte no constituyó una catástrofe inopinada en la vida de Cristo. Su mensaje, su vida y muerte forman una unidad radical. La muerte violenta está, de algún modo, implicada en las exigencias de su predicación. En un texto célebre, ya Platón sentenciaba en su República: “El justo será flagelado, desollado, amarrado y cegado con fuego. Cuando hubiere soportado todos los dolores, será clavado en la cruz”. Jesús nunca leyó a Platón. Pero, mejor que el gran filósofo, sabía de lo que son capaces el hombre y su sistema de convicciones religiosas y sociales. Sabe que quien quiera modificar la situación humana para mejorarla y liberar al hombre para Dios, para los otros y para consigo mismo debe pagar con la muerte. Sabe que todos los profetas fueron violentamente asesinados. Conoce también el fin trágico del último y mayor de todos los profetas: Juan Bautista.
Con su predicación, Jesús hace la siguiente reivindicación, soberana y que ninguna instancia del mundo de entonces puede legitimar: Dios y su reino vienen. Dios está ahí para todos los que se convierten y esperan, especialmente para los que se juzgan excluidos de su salvación y misericordia: el pobre, por el hecho de ser pobre, no es pecador, como se decía; ni el ciego lo es a causa de su pecado o del de sus padres. En su predicación Cristo choca inevitablemente con el orden religioso establecido. El bien y el mal para el sistema religioso y social no coinciden necesariamente con el bien y el mal en sí.
Cristo viene a anunciar que ni Dios ni el hombre pueden ser aprisionados dentro de estructuras prefijadas, sociales o religiosas. El hombre no puede encerrarse en sí mismo, sino que debe estar continuamente abierto a las imprevistas intervenciones de Dios. El mundo puede usar y abusar de la religión para atar al hombre en nombre de Dios. Pero Dios no quiere atar, sino liberar.
La religión puede liberar al hombre cuando es verdadera, pero puede esclavizarlo aún más cuando se abusa de ella. Es capaz de hacer mejor el bien, pero también puede hacer peor el mal. Y si el profeta continúa predicando su mensaje, deberá contar con la violencia del orden establecido.
Por eso, con Cristo, todo queda trastocado. Con él, un viejo mundo se acaba y reaparece otro, donde los hombres tienen la posibilidad de ser juzgados, no por lo que las convenciones morales, religiosas o culturales determinan, sino por lo que, el sentido común, el amor y la total apertura a Dios y a los otros, descubren como la voluntad concreta de Dios”.

Leonardo Boff.
“Jesucristo Liberador”.

viernes, 21 de marzo de 2008

Un corazón valiente.

“Estás buscando formas de encontrar a Jesús. Estás tratando de encontrarlo no solo en tu mente sino también en tu cuerpo. Buscas su afecto y sabes que este afecto involucra tanto a su Cuerpo como al tuyo. Se hizo carne por ti para que pudieras encontrarlo en la carne y recibir su amor en la carne.
Pero algo queda en ti que impide este encuentro. Hay aún mucha vergüenza y culpa estancadas en tu cuerpo, bloqueando la presencia de Jesús.
No podrás encontrar a Jesús en tu cuerpo mientras este siga lleno de dudas y temores. Jesús vino a liberarte de estas ataduras y a crear en ti un espacio en el cual puedas estar con Él. Quiere que vivas la libertad de los hijos de Dios.
No desesperes pensando que no puedes cambiar después de tantos años. Simplemente, entra en la presencia de Jesús tal como eres y pídele que te de un corazón valiente en el cual pueda estar contigo. Tú no puedes modificarte. Jesús vino para darte un nuevo corazón, un nuevo espíritu, una nueva mentalidad, un nuevo cuerpo. Deja que te transforme a través de su amor y, así, te posibilite recibir su afecto en todo tu ser”.
Henri Nouwen.

jueves, 20 de marzo de 2008

Por esta humanidad que muere.


Cuando miramos a Jesús agonizante, vemos la agonía del mundo. Jesús, que en la cruz arrastró a todos hacia sí, murió millones de muertes: no sólo la muerte del rechazado, del solitario o del criminal, sino también la muerte del grande y poderoso, del famoso y del popular. Pero, sobre todo, murió la muerte de todas las personas sencillas que han vivido una vida vulgar y ordinaria, han crecido, han trabajado hasta el agotamiento y han confiado en que, de algún modo, sus vidas no han sido inútiles.
Todos hemos de morir. Y todos hemos de morir solos. Nadie puede acompañarnos en ese último viaje. Todos tenemos que desprendernos de lo que es más nuestro y confiar en que no habremos vivido en vano. De algún modo, la muerte es el más grande de todos los momentos del hombre, porque es el momento en que se nos pide que lo dejemos todo. La forma en que hayamos de morir tendrá mucho que ver, no sólo con la forma en que nosotros hayamos vivido, sino también con la forma en que habrán de vivir los que vengan detrás de nosotros.
La muerte de Jesús nos revela que no hemos de vivir como si la muerte no fuera algo que ha de llegarnos a todos. Mientras cuelga con los brazos extendidos en la cruz, entre el cielo y la tierra, nos pide que miremos de frente a nuestra condición mortal y confiemos en que la muerte no ha de tener la última palabra. Sólo así podemos mirar a quienes agonizan en nuestro mundo y darles esperanza; sólo así podemos sostener sus cuerpos agonizantes entre nuestros brazos y confiar en que otros brazos más poderosos que los nuestros habrán de recibirlos y darles la paz y la alegría que siempre han deseado. La muerte es el lote de toda la humanidad.

Y fue en esta humanidad que muere en la que Dios quiso encarnarse para darnos la esperanza”.
Henri Nouwen. “Escritos Esenciales”.

Jueves Santo.



Están reunidos los discípulos alrededor de una mesa que preside Jesús, el Maestro.
Allí ha venido él para consumar un camino de entrega. Está anunciando el final de una misión. Ellos no entienden nada, le acompañan pensando que ahora va a instaurar el reino de Israel, y ellos se beneficiarán por estar a su lado.
Jesús está solo en está hora difícil. Pero en su corazón angustiado hay una luz que no se apaga: el amor del Padre.
Y entonces convierte su entrega en sacramento, en signo, en anuncio.
Comparte la mesa como comparte el Reino.
“Hagan esto en memoria mía”.
“Amense unos a otros como yo les he amado”.
“Sean servidores unos de otros”.
Eucaristía, proyecto, sacerdocio.
La comunidad reunida hoy evoca ese momento, del que salió, como deseo y misterio, la Comunidad de Cristo.

martes, 18 de marzo de 2008

La oración "inútil".

“¿Por qué debo pasar una hora en oración, cuando no hago durante ese tiempo más que pensar en la gente con la que estoy enojado, en la gente que está enojada conmigo, en los libros que tendría que leer… y miles de cosas tontas que se apoderan de mi mente instantáneamente?
La respuesta es porque Dios es más grande que mi mente y mi corazón, y lo que realmente está pasando en la casa de oración no se puede medir en términos de éxito o fracaso humanos.
Lo que debo hacer primero es ser fiel. Si creo que el primer mandamiento es amar a Dios con todo mi corazón, mente y alma, entonces, debería, por lo menos, pasar una hora al día sólo con Dios. La pregunta sobre si es útil, si ayuda, si es práctico o fructífero, es completamente irrelevante, ya que la sola razón para amar es el amor mismo. Todo lo demás es secundario.
Lo extraordinario es, sin embargo, que sentándome en la presencia de Dios durante una hora cada mañana, día a día, semana tras semana, mes tras mes, en total confusión y con una miríada de distracciones, cambia radicalmente mi vida. Dios, que me ama tanto que mandó a su único hijo no a condenarme sino a salvarme, no me deja esperando en la oscuridad por mucho tiempo. Podría pensar que cada hora es inútil pero, después de treinta o sesenta o noventa de esas inútiles horas, gradualmente me doy cuenta de que no estaba tan solo como pensaba: una voz muy pequeña y suave ha estado hablando conmigo, mucho más allá de mi lugar ruidoso.
Por lo tanto, ten confianza y espera en el Señor”.

Henri Nouwen.
“Camino a casa”

lunes, 17 de marzo de 2008

En busca del Ser esencial.

Introducción.

Esta entrada intenta responder de alguna manera las dudas de algunos amigos y amigas del blog respecto al sentido de ciertos conceptos que aparecieron en unas entradas anteriores; es por tanto no una cita textual del autor en cuestión, sino más bien la recreación de algunas de sus ideas.

Enfrentado al mundo en que vive, el hombre descubre la necesidad de un cambio. El desasosiego interior que experimenta cuando se adapta acriticamente a su entorno, cuando vive sólo en su dimensión racional, cuando se siente cautivo y condicionado por el tiempo y el espacio, le hace comprender que está ignorando una parte esencial de sí mismo.
La llamada a la meditación corresponde entonces a una necesidad de cambio de orientación para poder superar ese triple desasosiego. Entendida así, la meditación es el camino de la libertad. Pero el hombre ha de despertar de su sueño para poder comprender la necesidad de meditar, y para ello ha de ser tocado de alguna manera, quemado tal vez sería la palabra justa, para que esa aflicción le abra a lo que llamamos Ser esencial.
Tenemos entonces que adentrarnos en este camino, y preguntarnos cada día por qué y cómo meditar; mediante un ejercicio perseverante, “necesita dominar una técnica, formando de ella una segunda naturaleza que llegue a ser algo tan instintivo como su propia respiración”.
Meditar es practicar sin descanso.

¿Qué es meditación? Para nosotros, el instrumento de apertura al ser esencial. Usamos el término meditación cuando hablamos de ejercicios de silencio y calma, cuando penetramos el sentido de un texto o una imagen sagrados, y todo eso ayuda a reavivar y regenerar la fe tradicional, pero necesitamos ir más allá.
Queremos que la meditación sea un ejercicio iniciático.
Iniciar significa abrir la puerta del misterio.
“Nosotros mismos somos ese misterio en nuestro Ser esencial, ya que es la manera en que la Vida divina vive en nosotros y en todas las cosas y que tiende a tomar forma en el mundo a través de nosotros”.
Que esté claro: el Ser esencial no es una simple idea, no es una cosa, un objeto, no es producto de una imaginación piadosa.
Es el contenido de una experiencia que tiene carácter de revelación.

El ejercicio y la vida iniciática buscan la unidad con el Ser esencial. Pero como no es algo que se pueda encontrar como si fuera un objeto, está más allá de lo alcanzable. Es algo que presentimos a través de experiencias transformadoras, y que nunca deja de ser un misterio. Una vez que se muestra, vuelve a esconderse, sobre todo cuando el hombre se empeña en definirle.

“Toda fe religiosa implica una actitud de abandono del corazón, en la cual, y porque no se intenta descifrar el misterio, este habla”.

Unirse al Ser esencial es unirse al misterio. Pero este es un camino largo, y sólo cuando el mundo en que vivimos desaparece del horizonte y nos sumerjamos en la oscuridad aparecerá la luz del gran secreto.

Meditar quiere decir transformarse.
Convertirse en un hombre nuevo, anclado conscientemente en su Ser esencial. Es dejar de vivir sólo según su naturaleza y mirando constantemente al mundo contingente, para vivir en un mundo nuevo por medio del conocimiento, la creación y el amor.
Claro está, muchos no lo entenderán. Es necesario estar en determinada etapa del camino para tomar en serio la meditación iniciática, progresar en ella y trabajar sobre uno mismo, mientras se percibe lo sobrenatural.

La meditación y la vida iniciáticas gravitan en torno a dos polos: la experiencia del Ser esencial, redentor y liberador, y la transformación, creadora de una forma individual que tiene su base en el Ser esencial. Esta forma del Ser personal es la que mantiene al hombre en contacto con su esencia para que, conforme a la imagen innata en él, la manifieste continuamente.

domingo, 16 de marzo de 2008

En busca del Ser esencial.



La actitud pre-iniciática ante el sufrimiento 2.


“Una relación particular con el sufrimiento es a veces la de un hombre pre-racional que no se plantea cuestiones intelectuales sobre el sentido del dolor, y por lo tanto, no se turba todavía por ello. El hombre que no se interroga sobre la interpretación racional de la existencia, acepta el sufrimiento y la muerte como inherentes a la vida. Mantiene sus lazos con la naturaleza y con los otros hombres, así como con la realidad supraterrestre. En esta realidad la salud y el Todo que sana, subsisten como un misterio “en el interior”, cuya presencia la siente el hombre que sufre, tanto en el “exterior2 de la vida espacio temporal como interiormente.
Viviendo siempre en el seno del Todo que abraza la vida y la muerte, este hombre acepta el sufrimiento como querido por el destino o por Dios. El hombre que se sitúa fuera del Todo primordial no conoce sino la rebeldía frente a la desgracia. Pero es a este nivel en el que puede descubrirse ese desasosiego interior esencial nacido de la separación del Ser. Y partiendo de este desasosiego se puede percibir la “metanoiedad” iniciática, que lleva consigo una nueva relación con el sufrimiento: aceptar el pasar por esa prueba y ver en ella la piedra de toque reveladora de la presencia del Ser esencial, que está más allá del sufrimiento y del no sufrimiento.
Al ser interrogado un maestro japonés sobre su reacción a la noticia de la muerte de su hijo, respondió sencillamente: “Una semana sin comer ni dormir”. Observando la expresión de extrañeza de su interlocutor, añadió: “Es un signo de que a nivel iniciático no consiste en no sufrir, sino en poder aceptar como tal el sufrimiento impuesto”.

Sufrir es un puente hacia el Ser esencial.

Karlfried Graf Dürckheim.
“Hacia la vida iniciática. Meditar: por qué y cómo”.

Nota: este importante maestro alemán ha escrito numerosos libros en los que promueve una comprensión más honda de la interioridad. He querido compartirles estos pasajes como suplemento a las meditaciones de Semana Santa, pues pueden ayudar a vivir e integrar mejor el misterio del sufrimiento de Cristo.

Próximas entradas:
“La actitud iniciática ante el sufrimiento”.
“El sufrimiento por la separación del ser esencial”.

Para superar la inercia.

“Las oraciones son lo más importante en este momento. Y la fe profunda. La inercia de la vida religiosa convencional es como un sueño profundo del que uno se despierta sólo de vez en cuando, para darse cuenta de lo profundamente dormido que ha estado. Después uno vuelve a dormirse. Es verdad que Dios también obra aquí, pero hay demasiadas influencias que opacan y falsifican la vida interior. Una especie de riesgo continúo de esclerosis.
Los salmos son cada vez más reconfortantes, cada vez más llenos de significado, sobre todo cuando uno se da cuenta de que no se aplican a la situación convencional, sino a otro tipo de situaciones totalmente diferentes. Los salmos son para hombres pobres y solitarios, a para quienes sufren: no para entusiastas de la liturgia en un cómodo coro con buena calefacción”.


Thomas Merton.
Carta a Ernesto Cardenal
(10 de noviembre de 1959)

sábado, 15 de marzo de 2008

En busca del Ser esencial.


La actitud pre-iniciática ante el sufrimiento (1).

“Para el hombre iniciático, el campo de ejercicios más fecundo es el del sufrimiento, frente al cual su actitud difiere fundamentalmente de la del hombre pre-iniciático. Para éste, es un fin evidente rechazar y combatir el dolor, buscar, restablecer y garantizar una vida sin sufrimiento. El hombre iniciático ve en el sufrimiento un medio de alcanzar su fin: la unión con el Ser esencial.
El hombre que se identifica con su yo profano, porque todavía no ha despertado en su esencia, siente naturalmente el dolor como un mal que hay que hacer desaparecer. Ya se trate de un sufrimiento físico o psíquico, hace todo lo que le sea posible para evitarlo, o si ya existe, para quitárselo de encima. El enfermo encontrará quien le libere del mal físico o psíquico, es decir, un médico, un psicoterapeuta o un curandero.
Bien entendido que a nivel pre-iniciático, también hay hombres cuyo fin no es simplemente vivir sin sufrir y que no buscan, más o menos miserablemente, el medio más rápido de apartar cualquier dolor. Algunos ven en el sufrimiento una ocasión para probar la fuerza de su carácter. Y una ética del sufrimiento lleva a algunos a sufrir grandes tormentos sin quejarse, con un valor ejemplar. El heroísmo y la resignación son, pues, dos formas de las que se sirve el hombre identificado con su yo existencial para probar su firmeza ante el sufrimiento.
También existe la humilde resistencia del hombre religioso, que con todo forma parte de una actitud de personalidad pre-iniciática. Y se da igualmente el caso de una falsa humildad que se somete al sufrimiento con una especie de avidez. Y se encuentra también el masoquista, “sediento de tormentos”, que cree agradar a Dios y acumular méritos mediante una docilidad total al dolor.
No obstante, a nivel pre-iniciático, hay una forma justa y fecunda de soportar el sufrimiento que en un principio puede ser una prueba de firmeza, pero sobre todo, si se deja a un lado la actividad de rendimiento, orienta la reflexión hacia la interioridad. Y entonces la enfermedad no se sufre como un simple mal, sino como una ocasión de progreso hacia la madurez. Estos son momentos favorables en el propio plano iniciático.
El enfermo “condenado” a la inactividad, metido en sí mismo por su sufrimiento, puede sentir que se establece un contacto imprevisto con las raíces de su existencia y con el origen de una vida humana en camino hacia la plenitud”.

Karlfried Graf Dürckheim.
“Hacia la vida iniciática. Meditar: por qué y cómo”.

jueves, 13 de marzo de 2008

La Pasión del Señor.(Versión ampliada).

“Las dos últimas semanas antes de Pascua se centran en la Pasión de Jesús. Son tres los motivos que llevan a la Iglesia a invitarnos a observar el sufrimiento de Jesús.
El primer motivo radica en que las personas prefieren huir del sufrimiento. Pero necesariamente la condición humana implica el sufrimiento de su existencia finita, de sus límites y de sus debilidades, de su mortalidad. Muchos no quieren aceptar que son finitos. Se comportan como Dios. Allí estriba el pecado original, en querer ser como Dios, todopoderoso, autosuficiente, infalible. De este pecado original provienen todas las desgracias. Ahora, debemos escondernos de los demás, porque no somos Dios y estamos desnudos. Ahora debemos envidiarnos mutuamente y sacarnos mutuamente del camino para poder reafirmarnos en nuestra propia grandeza, tal como Caín. Durante el tiempo de Pasión, la Iglesia nos pone ante nuestros ojos al Dios sufriente para que abandonemos nuestro delirio de grandeza de querer ser como Dios. Este delirio de grandeza no solamente nos lleva a cometer un nuevo pecado, también nos lleva a enfermarnos. Caemos en una neurosis de miedo cuando creemos ser siempre los mejores y los más grandes y cuando creemos que debemos hacer todo a la perfección.
En el tiempo de Pasión, observamos el sufrimiento de Jesús con la finalidad de reconciliarnos con el hecho de ser finitos y débiles, de estar enemistados con los demás y amenazados con que nuestra vida desemboque en la muerte. Esto nos hace más humanos y nos libera del miedo que más profundamente anida en nosotros: que ciertamente no podemos ser como Dios”.

“El segundo argumento por medio del cual la Iglesia nos confronta con el sufrimiento de Cristo consiste en que podemos volver a encontrarnos a nosotros mismos precisamente en ese Cristo paciente. Le acompañamos en su vía crucis y descubrimos que es como las estaciones de nuestra propia vida. En el sufrimiento de Jesús se dignifica nuestro sufrimiento. Podemos reconocerlo. No hace falta que lo ocultemos, no es preciso que malgastemos energía en mostrarnos fuertes, delante de los demás, cuando algo va mal. No hace falta hacer reproche alguno cuando no llegamos a entendernos. Podemos tener problemas y ponernos enfermos. No estamos bajo la presión de que tenemos que ser forzosamente normales y estar completamente sanos. En Jesús vemos que nuestro sufrimiento tiene un sitio en el ámbito de Dios”.

“Aún mueve a la Iglesia un tercer argumento más para celebrar la Pasión de Cristo. Nos muestra que en nuestro sufrimiento no estamos solos, sino en compañía de Cristo. El sufrimiento nos una con Él. El doliente se siente a menudo completamente solo, excluido del círculo de los sanos, aislado. Esto lo sabe todo aquel que padece una enfermedad incurable.
La celebración de la Pasión nos enseña que nuestro sufrimiento nos une a Cristo. Que es un camino para encontrarse, para unirse a Él. La unión con Cristo nos da fuerza para poder sobrellevar nuestra situación. No tenemos que sentirnos excluidos de la vida debido a nuestro sufrimiento, ni tampoco fracasados, sino más bien sentirnos como hombres que Dios ha escogido y a los que cree capaces de sufrir con Cristo para que también sean glorificados por Él”.

Anselm Grün.

miércoles, 12 de marzo de 2008

La buena nueva de la pasión.


“El momento en que Jesús es entregado, a aquellos que hacen lo que quieren con Él, es un punto crucial del ministerio de Jesús. Es pasar de la acción a la pasión... Después de años de enseñar, predicar, sanar y desplazarse hacia donde quiera que quisiera ir, Jesús es entregado al capricho de sus enemigos. Ya las cosas no son hechas por Él, sino a Él. Es flagelado, coronado de espinas, escupido, ridiculizado, desnudado y clavado, desnudo, a una cruz. Es una víctima pasiva, sujeta a las acciones de los otros. Desde el momento en que Jesús es entregado, comienza su pasión y a través de esta pasión Él cumple con su vocación.
Es importante para mí darme cuenta de que Jesús cumple su misión no por lo que hace, sino por lo que le hacen. Como para todos, la mayor parte de mi vida está determinada por lo que se me hace y, por tanto, es pasión. Y porque la mayor parte de mi vida es pasión, cosas que se me hacen, sólo partes pequeñas de mi vida están determinadas por lo que pienso, digo o hago. Tiendo a protestar por esto y a querer que todo sea acción, originada por mí. Pero la verdad es que mi pasión es una parte mucho más grande de mi vida, que mi acción. No reconocerlo sería autoengaño, y no abrazar mi pasión con amor sería auto rechazo.
Es una buena nueva saber que Jesús es entregado a la pasión, y que a través de su pasión cumple su tarea divina en la tierra. Es una buena nueva para un mundo que busca con pasión su integridad. La transición de Jesús de la acción a la pasión también debe ser la nuestra, si queremos seguir su camino; También yo debo permitir ser”entregado” y, de esta forma, cumpliré mi vocación”.

Henri Nouwen.
“Camino a casa”.

Viajar a la otra orilla.


Sonrisas que despuntan entre lágrimas.

“Morir es un empequeñecerse gradual y la desaparición final sobre el horizonte de la vida. Cuando observamos un barco a vela que sale del puerto y se dirige hacia el horizonte, cada vez se va haciendo más pequeño, hasta que lo perdemos de vista. Pero podemos confiar en que hay alguien parado en alguna costa lejana que ve al mismo barco que se va haciendo más grande hasta que llega a su nuevo puerto. La muerte es una pérdida dolorosa. Cuando volvemos a nuestras casas después de un entierro, nuestros corazones están llenos de tristeza. Pero cuando pensemos en Aquel que está en la otra orilla, esperando con anticipación para dar la bienvenida a nuestro querido amigo a su nuevo hogar, una sonrisa podrá atravesar nuestras lágrimas”.

Henri Nouwen.

lunes, 10 de marzo de 2008

Redescubriéndolo todo.

“Ahora está anocheciendo. Las ranas siguen croando.
Tras el aguacero de este mediodía, el cielo se despejó.
He permanecido toda la tarde sentado en el lecho,
Redescubriendo el significado de la contemplación
-redescubriendo a Dios, redescubriéndome a mí mismo-,
y el oficio, y la Escritura y todo.

Ha sido uno de los días más maravillosos de mi vida y,
Sin embargo, tampoco me siento apegado a ello.
Cualquier placer o satisfacción que me haya deparado el silencio,
La soledad y la libertad de toda preocupación, no tiene importancia.
Pero sé que éste es el modo en que debo vivir:
con mi mente y mis sentidos en silencio,
aislado del mundo de los negocios y de la guerra,
y sin hacer caso de las menudencias de la vida en comunidad
-despreocupado de todas las cosas: altas o bajas, lejanas o cercanas-.
No he de someterme a mis fantasías, deseos y proyectos,
Ni he de dejar que mis pies sean arrastrados por la excesiva corriente
De actividad natural que fluye con plena fuerza a través del universo”.

Thomas Merton. “El signo de Jonás”. (19 de marzo de 1948).

domingo, 9 de marzo de 2008

Jesús es la VIDA.

En este quinto domingo de Cuaresma Jesús aparece ante nosotros como VIDA. Es el mejor modo de cerrar y resumir este camino cuaresmal que ha tenido como propósito proponernos una vez más la CONVERSIÓN. Lamentablemente nuestra comprensión de todas estas categorías religiosas peca siempre de mediocre, de pietista, y concluimos que es una invitación a ser buenos, a “cumplir”, a rezar, mientras el resto de nuestra “vida” sigue igual. En más de 2000 años de cristianismo todavía nos cuesta reconocer la VIDA, en grande, con mayúsculas, que Jesús nos propone. El mensaje de la Iglesia ha tenido a menudo un carácter fúnebre, insistiendo en demasía sobre el dolor, el sufrir, el morir, y luego acompañado por ideas afines: castigo y premio, infierno o purgatorio, penas y demonios. Sólo al final de esa larga cadena de propuestas aparece la Vida, y con la coletilla siempre de “eterna”; es decir, después, un día, ahora no.
Pero el mensaje de Jesús, su “evangelio”, su buena nueva, comienza por decirnos que tenemos un Dios que es PADRE, y que nos ha llamado a la VIDA. Humanidad y santidad no son vocaciones opuestas, al contrario; la santidad es una llamada a VIVIR EN PLENITUD. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. El pecado tiene que ver con la muerte, con la perdida de orientación y sentido, con la renuncia a nuestra vocación primordial. Convertirse es regresar al camino de la VIDA, de la vida grande, la vida plena, y ahora sí, la VIDA ETERNA. Eterna no tanto por su duración, sino por su calidad, vida verdadera.
El encuentro con Jesús tiene necesariamente que llevar este significado: encuentro con la VIDA. No debe ser el cristiano un ser humano que se conforma con vivir al “mínimo”, que niega el disfrute y la belleza de la creación, que siempre le está poniendo “pegas” a la vida. Claro que existir lleva implícito también el sufrir, que hay dolor, que hay que pagar un precio por vivir; pero eso no significa rebajar la vida, significa un mayor aprecio por ella, un valorarla con realismo, y un amarla como don precioso de Dios para sus hijos. Defender la vida ha de ser mucho más que rechazar el aborto y la eutanasia (Que refieren al principio y al fin de la existencia humana); ha de ser también trabajar incansablemente por la felicidad y la justicia, por la satisfacción de una vida en la que podamos alcanzar nuestras mejores aspiraciones, una vida en la que podamos ser libres y responsables, una vida que es VIDA (en grande) porque está hecha de AMOR.
Fue José Martí quien dijo (creo): “La vida se nos da y la merecemos dándola”. Una expresión muy evangélica, muy cristiana.
El itinerario cuaresmal es por tanto un reconsiderar nuestra existencia a la luz de la VIDA que nos ganó CRISTO. “Yo te digo que si tú crees verás la gloria de Dios”. Habrá que preguntarse, no tanto ¿Cómo vivo, sino, Vivo? ¿Estoy VIVIENDO con la PLENITUD para la cual me llamó CRISTO? La Semana Santa es como un arquetipo de nuestra propia autorrealización humana; Ese camino a la plenitud, a la felicidad, a la santidad o a la VIDA se desarrolla en cuatro etapas:
1- Aceptación (Jueves santo)
2- Abandono (Viernes santo)
3- Unificación (Sábado Santo)
4- Renovación (Pascua)

Quiera Dios que la celebración gozosa de estos misterios vivificantes de nuestra fe nos DESPIERTEN de este sueño de mediocridad, de conformismo, de miedo, de falta de esperanzas, de pecado y pasividad, de sensualismo y de idolatría, para hacernos VERDADEROS Y ALEGRES TESTIGOS DE LA VIDA, Testigos de Cristo, vivo y resucitado, en cada uno de nosotros. El EVANGELIO es un potente estímulo para DEFENDER LA VIDA frente a los poderes de muerte que tienen su fundamento en el pecado de la humanidad (Egoísmo, violencia, mentira, afán de poder y de riquezas); como dijo Juan Pablo II a lo largo de todo su ministerio apostólico: “No tengan miedo de acoger a Cristo en sus vidas”, y luego Benedicto XVI añadiría: “Cristo no quita nada y lo da todo”, , porque Cristo es VIDA, y vida en abundancia.
No creamos que cambiando a Cristo y la verdad de su evangelio por satisfacciones pasajeras y temporales viviremos más o seremos más felices; ténganlo presente especialmente los más jóvenes, lo saben bien los de más edad. La vida y la felicidad son otra cosa. Dios lo sabe, por eso y porque nos ama no se cansa de llamar. “Yo soy el camino, y la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”. Como a Lázaro, hoy Jesús nos llama también a nosotros a salir de los sepulcros; nos dice, a cada uno: “Levántate y anda”. Vive, busca la Verdad, sirve a tus hermanos. Vivir es casi un mandamiento para nosotros; lo reconoció hace cientos de años Ireneo de Lión, con una frase que es antológica en teología: “La gloria de Dios es el hombre vivo”.
Gracias, Señor, por este Cuaresma que hemos vivido en Iglesia; danos, Señor, vestirnos de fiesta en esta Pascua, para contigo CELEBRAR LA VIDA.
Amen.

sábado, 8 de marzo de 2008

La Pasión del Señor.


“En las dos últimas semanas antes de Pascua está la Pasión de Jesús en el punto de mira. Tres son los fundamentos que mueven a la Iglesia para invitarnos a meditar sobre la Pasión de Jesús.
El primer argumento consiste en que el hombre huye de buena gana del dolor. Sin embargo, en el ser humano el sufrimiento pertenece necesariamente a su existencia limitada, a sus condicionamientos y debilidades, a su mortalidad.
El segundo argumento por medio del cual la Iglesia nos confronta con el sufrimiento de Cristo consiste en que podemos volver a encontrarnos a nosotros mismos precisamente en ese Cristo paciente. Le acompañamos en su vía crucis y descubrimos que es como las estaciones de nuestra propia vida.
Y aun mueve a la Iglesia un tercer argumento más para celebrar la Pasión de Cristo. Nos muestra que en el sufrimiento no estamos solos, sino en compañía de Cristo. El sufrimiento nos une con Él”.

Anselm Grün. “Año litúrgico sanador”.

viernes, 7 de marzo de 2008

KOAN ZEN.2


Los koans han sido tachados a menudo de antiintelectuales, o irracionales, como si fueran una invitación al absurdo, a abandonarnos a nuestros impulsos o a nuestras mentes irracionales. Esto no es verdad. Ellos apuntan a la Realidad, que no es algo atrapado en un pensamiento, una frase o una explicación. La Realidad es ver directamente el mundo, tal y como es, no como lo presenta nuestro intelecto.
Aquí tienen un ejemplo para leer y meditar, o tal vez no.




El estado final de Lung-yan.

“Un monje le preguntó a Lung-ya: ¿Qué alcanzaban los viejos maestros al entrar al estado final? Respondió él: Eran como ladrones entrando a hurtadillas en una casa vacía.”

Probablemente este monje pensaba que los maestros tenían algo que los demás no tienen, cuando en realidad no tienen nada que otros no tengan. La respuesta de Lung-ya puede parecer extraña, pero era la mejor manera de tratar a ese monje. Trabajó mucho un koan tras otro, luchando por convertirse en un maestro y preguntó sobre el koan final como quien pregunta sobre un examen final. Estaba impaciente en lugar de caminar paso a paso. No hubiera podido ni imaginar el estado final teniendo la mente tan inquieta, pero se aferraba a cualquier cosa que se le cruzara, y así Lung-ya le puso en una casa vacía.
Una persona sana nunca piensa en la enfermedad, una persona enferma lucha por obtener la salud. Una vez le preguntaron a un hombre qué tenía dentro que parecía tan contento y en paz. El hombre preguntó a su vez a quien le hacía la pregunta qué tenía dentro que parecía tan inquieto y desanimado. Aquel que no tiene nada dentro siempre está feliz, pero aquel que tiene muchos deseos nunca sale de su miseria.


Caminó por el filo de una espada;
Puso el pie sobre el hielo de un río helado;
Entró en la casa vacía;
Su deseo por robar cesó para siempre.
Volvió a su casa,
Vio los preciosos rayos del sol de la mañana,
Y miró la luna y las estrellas en la intimidad.
Caminó por las calles con tranquilidad,
Disfrutando de la suave brisa.
Finalmente, abrió su tesoro.
Hasta ese momento nunca había ni imaginado
Que había poseído todos esos tesoros desde el primer momento…
(Genro)

“La flauta de Hierro. Antología de 100 koans zen”.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Profunda compasión.


“Los días que Dom Gabriel Sortais, vicario general de la Orden, pasó en Getsemaní, en agosto de 1948, estuve muy atareado, pues tuve que servirle de traductor y secretario: Don Gabriel no hablaba inglés. Por esta razón tuve que salir del monasterio por primera vez en siete años, y acompañé al vicario general en un viaje de caridad a Louisville.
Entramos en la ciudad… y no hacía más que pensar en cómo reaccionaría al enfrentarme de nuevo cara a cara con el perverso mundo. Pero me encontré con él y no me pareció tan malo como creía. Acaso las cosas que me disgustaban al abandonarlo fueran una proyección de mis propios defectos. Ahora, por el contrario, todo me conmueve con un sentido de callada y profunda compasión. Algunas de las personas que vimos por las calles podrán ser duras e inflexibles con la ingenua y primaria brusquedad del Medio Oeste. Pero no me paré a observarlas, porque parecía haber dejado de sentir curiosidad por los meros detalles exteriores y haber descubierto, en cambio, un profundo sentimiento de respeto, amor y piedad por las almas a las que esos detalles nunca se revelan totalmente. Recorrí la ciudad dándome cuenta por primera vez en mi vida de lo buenas que son todas las personas y de lo mucho que valen ante los ojos de Dios”.
El signo de Jonás

lunes, 3 de marzo de 2008

KOAN ZEN.


En la recientemente celebrada Feria del Libro pude comprar a un precio muy barato un libro de la colección “Arca de sabiduría” que lleva por título “La flauta de hierro. Antología de 100 koans zen”, de Nyogen Sensaki y Ruth Strout Mc Candless. Según apunta en la contraportada, “Arca de Sabiduría brinda al lector una cuidada selección de textos clásicos de la literatura espiritual, que se han revelado, a lo largo del tiempo, como hitos fundamentales de la sabiduría trascendente”.
En el caso del libro que nos ocupa, “La flauta de hierro”, es una recopilación de koans clásicos llevada a cabo por Genro, un destacado maestro zen japonés del siglo XVIII, la época conocida como La Edad Dorada del Zen. Aquí aparece cada koan acompañado de un comentario, convirtiendo este texto en un verdadero compendio de la esencia del zen.
De la introducción de este libro, hecha por Steve Hagen, quiero tomar algunas ideas interesantes sobre los koans, pensando que su utilidad no queda limitada a los practicantes de este camino solamente, sino para todo aquel que una u otra manera, intente adelantar en los caminos del espíritu.

“La gente piensa a menudo que los koans son adivinanzas o problemas a los que hay que encontrar una solución. Pero no es así en absoluto. La cuestión con cada koan no es llegar a una respuesta a través de nuestras mentes conceptuales o normales, sino que veamos por nosotros mismos que nuestros conceptos nunca nos pueden proporcionar una respuesta satisfactoria. Esto no significa que no podamos sentirnos satisfechos; podemos, pero no a través de un concepto o una explicación.

A diferencia de los exámenes del colegio, con los koans no se trata de que se nos ocurra la respuesta correcta para ganar el aprobado o la aprobación del profesor. Hay mucho más en juego en estos intercambios entre los maestros zen y sus discípulos. De hecho, si fuera solo cuestión de saber la contestación correcta, bastaría con buscarla en uno de los libros que dicen proporcionar las respuestas a los koans. Pero en un intercambio con un maestro en persona, esto no sirve de gran cosa. Salta a la vista que alguien no entiende la esencia del koan en cuanto le formulan una segunda pregunta que no figura en los libros.
Ningún concepto, idea o pensamiento intelectual puede proporcionar jamás”la respuesta”. Ya hablemos de la vida o hablemos de koans (que en realidad son lo mismo), no existen respuestas ni soluciones”.

Continuará


Nota: por si alguno no lo sabe, el koan es un problema que el maestro le da al estudiante. No pude resolverse con el intelecto, sino a partir de la propia experiencia del estudiante. En algunos monasterios se utiliza hoy en día como parte de su ritual externo, pero esta práctica no está bien vista por aquellos que han logrado la iluminación.
O mejor, como aparece en la contraportada de este libro que cito:
"Dentro del budismo zen, el koan es una pregunta en apariencia absurda que plantea el maestro al discípulo, y que tiene por objeto ausentar el pensamiento y llevar la mente más allá de la percepción dual".

La Santidad del hermano Gregory (Y el humor de Thomas Merton).


Un aspecto de la espiritualidad de Thomas Merton que siempre me ha parecido esencial es su tremendo sentido del humor; el pasaje de sus diarios que les comparto hoy es una muestra evidente, y ello a pesar de que está escrito cuando todavía nuestro monje pasaba por una etapa devocional. Fíjense como con un lenguaje sencillo y coloquial nos presenta un tema serio, la muerte de un monje, pero visto desde la torpeza de alguien que está aun en un momento de aprendizaje. Al final, cuestiona un elemento de la espiritualidad trapense dejándonos en la duda de si ahora habla en serio o con ironía. Disfrútenlo.


“Ayer, miércoles de témporas, murió el hermano Gregory. Poco antes de Laudes supe que iba a encargarme del incensario. Como no sabía si bajarían el cadáver de la enfermería, después del capítulo, fui en busca del turíbulo, por si de improviso lo necesitaba. Pero no lo encontré. Los hermanos novicios lo tenían en el fregadero y uno de ellos estaba limpiándolo. Las cadenas estaban hechas una maraña. Procuré arreglarlas, con ayuda del hermano ayudante del maestro; por suerte, resultó que no había prisa alguna. El cadáver fue trasladado ya entrada la mañana.
Fui designado, con otro monje, para velar el cadáver de doce a doce y media, es decir, durante la hora de comer. Pasé, pues, un negro día de ayuno. Los dos que nos tenían que relevar llegaron con cinco o diez minutos de retraso, ahítos de comida. Nosotros dos corrimos al refectorio. Tan hambriento me hallaba, que estuve a punto de querer pasar a través de la pared, en lugar de buscar la puerta.
Y así transcurrió el día.
El hermano Gregory era un anciano lleno de santidad, y en sus últimos años cuanto hacía le costaba tanto esfuerzo que parecía deshacerse materialmente cada vez que se esforzaba en seguir las estaciones del Calvario, cuando iba de un lado a otro en el coro o cuando subía los peldaños del altar para recibir la comunión. Tenía la nariz grande y ganchuda, y andaba completamente encorvado, pero no aceptó la ayuda de un bastón.
Pregunté al padre abad acerca de las causas de la santidad del hermano Gregory. Yo no tenía ni la menor idea de la respuesta que se me iba a dar. Me hubiera hecho feliz oír hablar de algo relacionado con el profundo y sencillo espíritu de oración, con las insospechadas alturas de la fe, la pureza de corazón, el silencio interior, la soledad y el amor a Dios. Tal vez el hermano Gregory habló con las aves, como San Francisco.
Pero el padre abad me contestó prontamente: “Ese hermano estaba siempre trabajando. No sabía lo que era estar ocioso. Si lo enviaba a cuidar las vacas en la pradera, siempre encontraba otras muchas cosas que hacer. Por ejemplo, traía a la casa cubos llenos de moras. No sabía estarse sin hacer nada”.
Al salir del cuarto del padre abad me sentí como un hombre que ha perdido el tren”.

Thomas Merton.
“El signo de Jonás”.

sábado, 1 de marzo de 2008

Recordadle a Dios mi nombre.


Mi buena amiga Jose ha vuelto a premiar mi blog, y le he dicho antes que me siento muy halagado con ello, pero que prefiero mantenerme al margen de estos premios, porque va más con el espíritu de mi vida religiosa; ello no significa que no valore ese esfuerzo por animar y dignificar la red, pero premienme en sus corazones como yo les premio a todos los que dejan su huella por acá o me ayudan con sus propios espacios de reflexión y compartir.

Justamente del blog de Jose he tomado este poema de Merton, que me ha gustado muchísimo, para comenzar el mes de marzo:


"Esta tarde, permitidme estar triste.
¿Acaso no puedo (como otros hombres) estar cansado de mí?
¿Acaso no me es lícito sentirme vacío o caer en el abismo o fracturar mis huesos en la trampa que yo mismo me he tendido?
Oh, amigo mio, yo también he de pecar y peco.
Yo también debo herir a mis semejantes y, puesto que no soy ninguna excepción, ser odiado por ellos.
No me prohibáis, por tanto, probar vuestro mismo veneno amargo (el amor más que cualquier otra cosa) tan fácilmente se transmuta.
No me neguéis (una vez más) sentirme colérico, resentido, desilusionado, anhelar morirme.
Mientras la vida y la muerte se debanten dentro de mí, dejadme tranquilo: puedo ser feliz, incluso más que otros hombres, en esta agonía.
Tan sólo rogad (quienquiera que seáis) por mi alma.
Recordadle a Dios mi nombre,
porque, en mi amargura,
apenas converso con Él;

y Él, mientras está ocupado en destruirme no quiere escucharme".


"The Collected Poems": Thomas Merton.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.