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domingo, 16 de marzo de 2008

En busca del Ser esencial.



La actitud pre-iniciática ante el sufrimiento 2.


“Una relación particular con el sufrimiento es a veces la de un hombre pre-racional que no se plantea cuestiones intelectuales sobre el sentido del dolor, y por lo tanto, no se turba todavía por ello. El hombre que no se interroga sobre la interpretación racional de la existencia, acepta el sufrimiento y la muerte como inherentes a la vida. Mantiene sus lazos con la naturaleza y con los otros hombres, así como con la realidad supraterrestre. En esta realidad la salud y el Todo que sana, subsisten como un misterio “en el interior”, cuya presencia la siente el hombre que sufre, tanto en el “exterior2 de la vida espacio temporal como interiormente.
Viviendo siempre en el seno del Todo que abraza la vida y la muerte, este hombre acepta el sufrimiento como querido por el destino o por Dios. El hombre que se sitúa fuera del Todo primordial no conoce sino la rebeldía frente a la desgracia. Pero es a este nivel en el que puede descubrirse ese desasosiego interior esencial nacido de la separación del Ser. Y partiendo de este desasosiego se puede percibir la “metanoiedad” iniciática, que lleva consigo una nueva relación con el sufrimiento: aceptar el pasar por esa prueba y ver en ella la piedra de toque reveladora de la presencia del Ser esencial, que está más allá del sufrimiento y del no sufrimiento.
Al ser interrogado un maestro japonés sobre su reacción a la noticia de la muerte de su hijo, respondió sencillamente: “Una semana sin comer ni dormir”. Observando la expresión de extrañeza de su interlocutor, añadió: “Es un signo de que a nivel iniciático no consiste en no sufrir, sino en poder aceptar como tal el sufrimiento impuesto”.

Sufrir es un puente hacia el Ser esencial.

Karlfried Graf Dürckheim.
“Hacia la vida iniciática. Meditar: por qué y cómo”.

Nota: este importante maestro alemán ha escrito numerosos libros en los que promueve una comprensión más honda de la interioridad. He querido compartirles estos pasajes como suplemento a las meditaciones de Semana Santa, pues pueden ayudar a vivir e integrar mejor el misterio del sufrimiento de Cristo.

Próximas entradas:
“La actitud iniciática ante el sufrimiento”.
“El sufrimiento por la separación del ser esencial”.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.