Con su predicación, Jesús hace la siguiente reivindicación, soberana y que ninguna instancia del mundo de entonces puede legitimar: Dios y su reino vienen. Dios está ahí para todos los que se convierten y esperan, especialmente para los que se juzgan excluidos de su salvación y misericordia: el pobre, por el hecho de ser pobre, no es pecador, como se decía; ni el ciego lo es a causa de su pecado o del de sus padres. En su predicación Cristo choca inevitablemente con el orden religioso establecido. El bien y el mal para el sistema religioso y social no coinciden necesariamente con el bien y el mal en sí.
Cristo viene a anunciar que ni Dios ni el hombre pueden ser aprisionados dentro de estructuras prefijadas, sociales o religiosas. El hombre no puede encerrarse en sí mismo, sino que debe estar continuamente abierto a las imprevistas intervenciones de Dios. El mundo puede usar y abusar de la religión para atar al hombre en nombre de Dios. Pero Dios no quiere atar, sino liberar.
La religión puede liberar al hombre cuando es verdadera, pero puede esclavizarlo aún más cuando se abusa de ella. Es capaz de hacer mejor el bien, pero también puede hacer peor el mal. Y si el profeta continúa predicando su mensaje, deberá contar con la violencia del orden establecido.
Por eso, con Cristo, todo queda trastocado. Con él, un viejo mundo se acaba y reaparece otro, donde los hombres tienen la posibilidad de ser juzgados, no por lo que las convenciones morales, religiosas o culturales determinan, sino por lo que, el sentido común, el amor y la total apertura a Dios y a los otros, descubren como la voluntad concreta de Dios”.
Leonardo Boff.
“Jesucristo Liberador”.
2 comentarios:
Que buen texto. Genial el último párrafo.
Que tengas una lindisima Pascua!
Mi saludo tambien para tu comunidad de hermanos.
FELIZ PASCUA!!!!!
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