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sábado, 15 de marzo de 2008

En busca del Ser esencial.


La actitud pre-iniciática ante el sufrimiento (1).

“Para el hombre iniciático, el campo de ejercicios más fecundo es el del sufrimiento, frente al cual su actitud difiere fundamentalmente de la del hombre pre-iniciático. Para éste, es un fin evidente rechazar y combatir el dolor, buscar, restablecer y garantizar una vida sin sufrimiento. El hombre iniciático ve en el sufrimiento un medio de alcanzar su fin: la unión con el Ser esencial.
El hombre que se identifica con su yo profano, porque todavía no ha despertado en su esencia, siente naturalmente el dolor como un mal que hay que hacer desaparecer. Ya se trate de un sufrimiento físico o psíquico, hace todo lo que le sea posible para evitarlo, o si ya existe, para quitárselo de encima. El enfermo encontrará quien le libere del mal físico o psíquico, es decir, un médico, un psicoterapeuta o un curandero.
Bien entendido que a nivel pre-iniciático, también hay hombres cuyo fin no es simplemente vivir sin sufrir y que no buscan, más o menos miserablemente, el medio más rápido de apartar cualquier dolor. Algunos ven en el sufrimiento una ocasión para probar la fuerza de su carácter. Y una ética del sufrimiento lleva a algunos a sufrir grandes tormentos sin quejarse, con un valor ejemplar. El heroísmo y la resignación son, pues, dos formas de las que se sirve el hombre identificado con su yo existencial para probar su firmeza ante el sufrimiento.
También existe la humilde resistencia del hombre religioso, que con todo forma parte de una actitud de personalidad pre-iniciática. Y se da igualmente el caso de una falsa humildad que se somete al sufrimiento con una especie de avidez. Y se encuentra también el masoquista, “sediento de tormentos”, que cree agradar a Dios y acumular méritos mediante una docilidad total al dolor.
No obstante, a nivel pre-iniciático, hay una forma justa y fecunda de soportar el sufrimiento que en un principio puede ser una prueba de firmeza, pero sobre todo, si se deja a un lado la actividad de rendimiento, orienta la reflexión hacia la interioridad. Y entonces la enfermedad no se sufre como un simple mal, sino como una ocasión de progreso hacia la madurez. Estos son momentos favorables en el propio plano iniciático.
El enfermo “condenado” a la inactividad, metido en sí mismo por su sufrimiento, puede sentir que se establece un contacto imprevisto con las raíces de su existencia y con el origen de una vida humana en camino hacia la plenitud”.

Karlfried Graf Dürckheim.
“Hacia la vida iniciática. Meditar: por qué y cómo”.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.