Ahora bien, si este segundo domingo de Pascua se convierte simplemente en la celebración de una devoción reciente y popular, la Divina Misericordia, ya no me parece tan bien el asunto. En principio no estoy en contra de las devociones, ayudan a vivir y comprender el misterio de Dios, pero siempre respetando el ritmo litúrgico de la Iglesia, a través del cual vivimos comunitariamente un camino de crecimiento y encuentro con Jesús. No por gusto, y en un momento de gracia del Espíritu, la Iglesia del Concilio Vaticano II quitó el lastre que durante mucho tiempo se fue acumulando en las celebraciones de la Iglesia, y que opacaban la centralidad de Jesucristo, o lo cosificaban, perdiendo de vista la totalidad del Misterio.
De ahí que no entienda como un viernes santo haya cristianos empezando una novena a la Divina Misericordia, que apunta, no al Domingo de Resurrección, el Primer domingo del año cristiano, sino al segundo domingo de Pascua, transformado ahora en el día de celebrar una extendida devoción.
Creo que los líderes de la Iglesia tenemos la obligación de formar a nuestra gente, de ofrecerles alimento espiritual sólido, y presentarles la fe liberadora y humanizadora de Jesús; las devociones son complemento a la riqueza litúrgica, no sustituto. Nada mejor que el camino litúrgico para ir descubriendo e integrando a nuestra vida la plenitud de vida que ofrece Jesús.
Para este segundo domingo de Pascua quiero seguir hablando de la Resurrección, regalo de un Dios inmenso, de infinita ternura para con nosotros, un Dios que no se deja cosificar ni manipular, un Dios que quiere hijas e hijos, maduros y libres. Un Dios, sin dudas, que tiene un Hijo, Señor de misericordia.
3 comentarios:
Adhiero.
Gracias Manuel.
De acuerdo con el p.Manuel y Analía: la liturgia nos orienta y también integra todo el misterio de Cristo, esto hace que todos saltemos de gozo y esperanza. Y también digo junto con los que tengan esta devoción que festejamos el domingo:
el cuadro de la Divina Misericordia muestra al Señor Jesús Resucitado, expresa mi devoción al Sagrado Corazón, y afianza mi fe en los Sacramentos, sobretodo en la Eucaristía y me hace pensar en algo que leí en una entrada anterior en el blog dice: ser capaces de"degustar la misericordia del Padre"... a través del corazón del Hijo, y demás palabras claves de T.M. en ese texto breve de "Diálogos con el silencio" tan bien dichas: que es genial!
GRACIAS, y felíz domingo!
Inés
Estoy contigo. Oye que te quito una frase de T.Merton ¿vale?
Un beso......
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