Seguidores

sábado, 14 de noviembre de 2020

CUANDO EL MIEDO NOS PARALIZA...

Aunque he compartido en otra parte mi propia reflexión para las lecturas de este domingo (33-A), comparto acá un comentario que leí en la web del DIARIO BÍBLICO sobre Mateo 25, 14-30

En las comunidades de Mateo habría discípulos negligentes y perezosos como los sigue habiendo en nuestras comunidades. Hay cristianos dinámicos y emprendedores que se empeñan en dar un nuevo rostro a la catequesis, a la liturgia, a la pastoral, que se dedican con pasión al estudio de la palabra de Dios para captar su significado auténtico y profundo, que son generosos y activos, que, a veces, cometen errores por exceso de celo apostólico y no siempre aciertan con las decisiones justas que hay que tomar. Otros cristianos, por el contrario, son perezosos y tienen miedo de todo. Se limitan a repetir de manera monótona y tediosa los mismos gestos, las mismas frases hechas, no estudian, les da fastidio si alguien propone interpretaciones nuevas, ni siquiera se preguntan si ciertos cambios son queridos por el Espíritu; solamente se sienten seguros dentro de lo que siempre se ha dicho y hecho en el pasado; cualquier impuso hacia el futuro, cualquier conquista del hombre les aterroriza; no vibran con los grandes valores de la libertad y la fraternidad. Tienen miedo.

Increíble, pero cierto: el temor a Cristo nos puede paralizar. Una cierta espiritualidad del pasado incitaba a la acción, pero recomendaba, sobre todo, no cometer pecados mortales, mantenerse en gracia de Dios, permaneciendo fieles a mandamientos y preceptos; los trasgresores eran amenazados con penas terribles. Esta espiritualidad favorecía al tercer tipo de siervos, es decir, a los cristianos que para evitar el pecado jugaban siempre sobre seguro. No querían arriesgar, porque quien arriesga se compromete, se expone inevitablemente al riesgo de equivocarse.

Quien se ha hecho portavoz de este miedo, inconscientemente contribuye a la falta de amor, a la esterilidad en el bien, al letargo espiritual.

El “talento” de la Palabra de Dios, por ejemplo, fructifica solo cuando se capta se verdadero significado, cuando se la traduce en un lenguaje comprensible para el hombre de hoy, cuando se la aplica a la vida y situaciones concretas de la comunidad; de otra forma, se queda en un capital muerto, no produce ningún cambio, no remueve las conciencias, no cuestiona a nadie.

El castigo para los que hacen improductivos los talentos del Señor es la privación de su alegría. No es la condena al infierno, sino a la triste realidad de no pertenecer hoy al reino de Dios.

¿Qué tiene hacer quien reúsa el compromiso, quien no tiene el coraje de hacer fructificar los bienes del Señor? No debe continuar ocupando inútilmente un cargo o un puesto de responsabilidad, sino que debe entregar su ministerio al banco, es decir, a la comunidad para que ésta provea a confiar este servicio a otro que esté dispuesto a desarrollarlo con empeño, porque los hermanos necesitan que todos los ministerios se desarrollen.

La conclusión de la parábola – “al que tiene se le dará y le sobrará, y al que no tiene se le quitará aun no que tiene”–, es un proverbio popular que refleja, de hecho, un dato fácilmente verificable: la riqueza tiende a acumularse y el rico a ser siempre más rico. Aplicado a esta parábola, el proverbio quiere significar que con las riquezas del reino de Dios sucede la misma cosa: las comunidades generosas y atentas a los signos de los tiempos, progresan y adquieren siempre más vitalidad, mientras que las que prefieren replegarse sobre sí mismas envejecen, decaen y nadie se maravillará si un día desaparecen.

No hay comentarios:

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.