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martes, 7 de julio de 2020

CRUZANDO EL UMBRAL DE LA TRANSFORMACIÓN

"Cuando abro a Dios la puerta de mi corazón, hago más que limitarme a ofrecer una sonrisa de reconocimiento o una inclinación de cabeza de bienvenida; me abro yo a crecer y cambiar de modos que puede que nunca haya considerado probables; me arriesgo a ser transformado espiritualmente en una persona cuya vida manifieste bondad continuamente. 

El desarrollo de este proceso de transformación es comparable al movimiento físico de atravesar una puerta. Primero me aproximo a la puerta en orden a ir más allá de donde me encuentro ahora. Si la puerta está cerrada, cuando llego a ella la abro. Algunas veces la puerta está cerrada y es necesaria una llave para acceder al espacio que hay detrás de ella. Cuando abro la puerta y me preparo para cruzarla, atravieso su umbral, que es la zona media del vano de la puerta. Tomo una decisión en cuanto a la dirección en que quiero ir al cruzar ese umbral, o bien hacia adelante, o bien hacia atrás. En cualquiera de ambas direcciones, finalmente cierro la puerta tras de mí y prosigo la marcha. 

Este mismo tipo de movimiento tiene lugar en un nivel interior de mi persona cuando las situaciones vitales y los momentos de gracia me invitan a ser más plenamente quien soy. Las opciones que hago y las decisiones que tomo determinan si atravesaré la puerta y entraré en el desconocido territorio del crecimiento, o daré media vuelta y me aferraré a la seguridad de quien soy en el momento actual. Si estoy alerta y dispuesto a ser transformado, abro mi puerta interior y doy la bienvenida a las nuevas ideas, junto con posibles cambios de actitud y respuestas emocionales. Cuando decido abrir la puerta y cruzar el umbral de la posibilidad, me hago más consciente de mí mismo como persona con un potencial de bondad ilimitado y una unidad cada vez más plena con la divinidad. 

Al reflexionar sobre este proceso espiritual, reconozco las innumerables veces en que he perdido las oportunidades que abrir una puerta ofrece a mi crecimiento espiritual. Puedo estar demasiado preocupado para ni siquiera reparar en la puerta del crecimiento. Algunas veces me detengo a la puerta, lleno de aprensión a proseguir el avance. De cuando en cuando mantengo cerrada una puerta que me anima a entrar al negarme a dialogar acerca de una relación que se ha venido abajo. Ocasionalmente permanezco largo tiempo en el umbral, repleto de emociones difíciles y preguntándome cómo dar el siguiente paso. A menudo un amigo valeroso o un mentor sabio me anima a cruzar el umbral. De vez en cuando las experiencias vitales me lanzan a cruzarlo con tal fuerza que me encuentro arrojado al otro lado de la puerta sin haber tenido tiempo de decidir si cruzarla o no. 

Lo que valoro especialmente del proceso de crecimiento espiritual es el modo en que el Santo me guía para explorar el terreno interior de mi ser. Cuando abro la puerta de mi corazón y voy más allá de donde me encuentro ahora, me asombran la maravilla y la riqueza de la presencia divina, así como la enorme belleza de mi alma. A medida que voy envejeciendo, pienso que estoy mejorando en cuanto a abrir deliberadamente la puerta y dejar atrás los ámbitos conocidos y seguros. Y a cada umbral que cruzo, adquiero mayor libertad para ser mi yo más auténtico.

Recuerda que el Santo está contigo. 
Lleva tu mente a esa presencia amorosa que está en ti y en torno a ti cuando ores lo siguiente

1. Toca con la punta de tus dedos tu frente diciendo: Abre mi mente para que recuerde tu presencia
2. Toca con la punta de tus dedos tu boca diciendo: Abre mi boca para que exprese tu sabiduría
3. Toca con la punta de tus dedos tu corazón diciendo: Abre mi corazón para extender tu amor
4. Alza ambas manos abiertas con las palmas hacia arriba diciendo: Abre mis manos para servirte generosamente
5. Abre los brazos de par en par diciendo: Abre todo mi ser a ti. Inclínate profundamente ante la presencia amorosa en ti.

Joyce Rupp
ABRE LA PUERTA
San Terrae

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.