No pasa un día sin que lea algo suyo, a veces sólo una frase, a veces textos más largos, pero siempre estableciendo una especie de diálogo con él. No me sucede igual con ningún otro escritor, aunque tengo varios a los que leo con sistematicidad, a los que considero mis maestros, pero con Merton es algo especial. En el blog he querido siempre, y fue mi propósito al crearlo, compartir esos diálogos, es decir, combinar algo suyo con mi propia reflexión, pero no lo he conseguido; comparto textos suyos, pero lo que me suscita su lectura no consigo escribirlo, me resulta tan obvio, pero a la vez tan íntimo, que prefiero dejarlo en un silencio meditativo, o ni siquiera eso, sino simplemente en una conversación cotidiana entre sus escritos y yo, conversación llena de lugares comunes, frases, imágenes, repeticiones, u oraciones.
También he tenido espacios de silencio en mi relación con Merton, períodos en los que decido no leerlo, pero siempre regreso con más ímpetu a la lectura de sus libros, que ya no repaso en una lectura formal, sino que simplemente tomo alguno y voy leyendo partes de él, o volviendo a leer lo subrayado; porque mis libros de Merton están todos llenos de subrayados con un bolígrafo rojo, y renglones cubiertos con el trazo de un marcador amarillo. Esta afinidad y este diálogo con la obra de Merton, y con su misma historia personal, no implican que esté de acuerdo con todo lo que Merton hizo o escribió; también tengo mis diferencias con él, pero esto enriquece nuestro diálogo.
Muchas veces he querido seleccionar los textos que más me dicen, a los que más acudo, pero luego pienso que ya otros lo han hecho y no creo tener nada novedoso que aportar con mi selección; sí me gustaría que más personas pudieran aprovecharse de la experiencia de Merton, de sus escritos e intuiciones espirituales. Hoy mismo, leyendo algunas páginas de “Conjeturas de un espectador culpable”, me parecía encontrar muchos puntos de encuentro entre lo que Merton dice y lo que recién escribió el papa Francisco en su exhortación “La alegría del evangelio”; es un signo claro de la actualidad y la necesidad de su mensaje para la Iglesia y para nuestro mundo.
Suelo copiar frases cortas de Merton en pequeñas tarjetas de colores; tengo actualmente una de ellas sujeta en el espejo de mi cuarto, y dice: “Alcanzar la plenitud que busco, la de ser una persona corriente”. Una manera muy acertada de acompañar este Centenario del nacimiento de Merton sería seguir las meditaciones del libro “Un año con Thomas Merton”, tomadas de sus diarios; selección hecha por Jonathan Montaldo, y publicada en español por Sal Terrae. Personalmente he tomado una frase de Merton como inspiración para esta Cuaresma, también tomada de sus diarios: “Prestar atención con amor y humildad a Cristo en la cruz”, y orar, también con él, diciendo:”Ojalá esta Cuaresma sea bendecida con vacío y paz y fe”.
Lo mismo les deseo a todos ustedes
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