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miércoles, 30 de septiembre de 2020

LA LLAMADA DE CADA SER HUMANO A MANIFESTAR EL SER DIVINO

La lectura de Cántico, me hace volverme una vez más al estudio del camino contemplativo; interpretar a San Juan de la Cruz me hace buscar a un viejo maestro, fundamental en mis búsquedas espirituales: Karlfried G. Dürckheim. De su libro "Práctica del camino interior", tantas veces leído y rumiado, empiezo a tomar algunas notas, que ahora comparto

Estas son algunas de las categorías fundamentales que maneja este autor: SER, Ser esencial, realización y maduración, lo cotidiano como ejercicio. 

"Todo trabajo, oficio o arte requiere un entrenamiento siempre que se quiera que la obra se cumpla". Hablamos entonces de un entrenamiento o disciplina para alcanzar el logro más importante de la vida de un ser humano: que el SER se haga realidad. Tender a la realización, tomándose a sí mismo en sus manos, y con esfuerzo, porque “la obra más importante para el hombre es él mismo, él en cuanto hombre” (ser humano: hombre o mujer). Esto es posible practicando, reuniendo experiencias e integrándolas, hasta lograrlo. 

"En el mundo, toda obra se considera lograda en la medida en que hace realidad de forma perfecta la idea que está representando, es decir, lo que debe ser contemplándolo desde su sentido interior". El ser humano es también una forma de vida, que, en cuanto obra, no será ni tendrá consistencia, sino en la medida en que realice lo que en el fondo de sí mimo es y debiera ser con respecto a su Ser esencial.

"En su SER ESENCIAL, el hombre es un aspecto del SER divino que, en él y por él, quisiera revelarse en este mundo en una determinada forma de vida". Esto ha de hacerlo a la manera humana, de tal modo que su forma de vida se corresponda con su vocación humana, que vive en él como Ser esencial. 

"El Ser esencial del hombre es la forma en que él participa en el SER; es la manera en que el Ser tiende a manifestarse en el mundo a través de cada hombre". 
Esto ocurre no en una interioridad espiritual desviada del mundo, sino en el mundo real, en la existencia espacio temporal. El devenir del hombre se va operando en el marco de su suerte existencial y en su acatamiento a la tarea emprendida, por lo tanto en el eje de la actividad cotidiana. 

Esa es pues la VOCACIÓN DEL SER HUMANO: dar testimonio del SER a la manera que le es propia: con plena conciencia  y en toda libertad. A diferencia de las criaturas irracionales, el ser humano dispone de una conciencia, y en cuanto yo se centra en sí mismo. Por eso llega a ser más o menos independiente, a la vez que responsable de su devenir. Esta es su suerte y su peligro, pues puede entonces faltarse o traicionarse a sí mismo. 

Pero, ¿Cómo puede el ser humano realizar la obra  a la que está llamado ?: Debe consagrarse enteramente al fin que se pretende alcanzar, voluntad, desarrollar las facultades apropiadas, adquirir una probada capacidad y una sólida eficacia, integrar las experiencias y una equilibrada adaptación a la existencia, para al final alcanzar la maestría que garantiza el logro de la obra. (Yo diría que afinar bien el instrumento que va a dar la melodía que aportamos a la vida). 

Lograr la obra interior será fruto de una maduración humana, que exige lo siguiente: 

1. Desmantelar el pequeño yo orientado en exceso hacia el mundo y asustado ante el sufrimiento. 

2. Intuir y desarrollar en sí-mismo el Ser esencial innato. 

3. Hacer desaparecer posiciones o estructuras rígidas, y los hábitos que paralizan el desarrollo. 

4. Tomar en serio e integrar aquellas experiencias encaminadas a tomar conciencia de este Ser esencial y de su manifestación, y adoptar un comportamiento firme que Le exprese. 

5. Todo esto ha de estar impregnado de una inquebrantable fidelidad en el seguimiento del camino interior. 

Es al final de este camino, que el ser humano llega a ser dueño de sí; es una actitud que le hace mantenerse en un proceso de maduración, siempre inacabado, para poder dar cumplimiento a su propia ley y destino, que es: devenir una Persona permeable al Ser (presente en sí-mismo en cuanto Ser esencial) y por ello, capaz de manifestarle, por su obra, en el mundo

Se trata de que todo su obrar interior lleve a una transformación enfocada a una manera de ser que se corresponda con su Ser. Es el hombre nuevo, el hombre transformado interiormente, el hombre maduro, quien se sitúa frente a la obra acabada, no siempre percibido por los otros; el camino interior y la obra exterior se complementan y condicionan mutuamente, y para ello ha de crecer nuestra responsabilidad y lo cotidiano convertirse en el campo de nuestro ejercicio interior.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.