Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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lunes, 7 de mayo de 2012
LIBERTAD
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
1 comentario:
Desafortunadamente, la realidad es que no todos las personas gozan igual de la vida, no todas disfrutan de una vida satisfactoria ni de la misma libertad. Se cuentan por millones los seres humanos que soportan graves carencias (económicas, laborales, afectivas, sanitarias, sociales…) o sufren desequilibrios psicológicos (angustia, ansiedades, inseguridades…). Nouwen, sin ir más lejos, estuvo afectado por una de las múltiples clases de neurosis que encontramos tipificadas en los manuales. Tampoco la trayectoria vital de Merton es simple ni lineal. Si intuyen hondos sufrimientos en su andadura, vacíos existenciales y negruras anímicas.
Ante todos esos condicionamientos internos y circunstancias exteriores, actúa la inteligencia humana, que precisamente consiste en la creación de soluciones prácticas ante los problemas y abismos que plantea la existencia a cada uno.
Desde épocas prehistóricas, los seres humanos buscaron una serie de mecanismos que les permitieran liberarse de esas carencias y sufrimientos. Y hallaron un recurso como el más apto para salvarlos de su dolor y de sus miedos. Si aquí sufrimos, apostamos por la esperanza de alcanzar la plenitud en una vida del más allá. Si aquí gozamos, superamos la angustia del final apostando por la esperanza de una prórroga eterna y aún más satisfactoria. En ambos casos se precisa la fe en un Misterio que nos salve siempre e incondicionalmente de lo perecedero, limitado e imperfecto. Un Misterio que nos llene de amor infinito, aunque sólo nos hable al corazón a través de la imaginación y los sueños.
Todo este mecanismo nos resultará beneficioso siempre y cuando nos haga más felices y libres. Yi nos hace también compartir y repartir esa felicidad. Un recurso que también es lícito, porque cada uno tiene derecho a elegir libremente la fórmula que le sirva para vivir mejor. Todas las fórmulas son respetables, sin otra limitación ética que la de no utilizar ni manipular a los demás en beneficio propio, ni vulnerar ninguno de sus derechos, ni crear desigualdades injustas.
El problema surge cuando la fe se convierte en instrumento para obtener poder e influencia sociales, cuando se utiliza para alcanzar privilegios y lograr beneficios económicos.
Cuando la fe y la espiritualidad se organizan en religiones, y las religiones se estructuran en instituciones, se puede llegar a la pervertir la esencia de la fe y la espiritualidad. Se puede caer en contradicciones, absurdos e incoherencias.
Afortunadamente, el tiempo y la evolución han ido derribando muchos muros y soltando lastres. El mayor acceso de la población a la cultura, los avances de la ciencia, el progreso social, los gobiernos democráticos, han dado sus frutos. La gente ya entra en los templos sin renunciar a pensar, sin renunciar a su libertad.
Pero todavía queda mucho por hacer, y ni lo conseguido, ni lo que ha de conseguirse todavía, se consiguen silenciando críticas, poniendo flores a las aristas o intentando nadar y guardar la ropa.
La historia enseña, conocer el pasado es útil, sobre todo, para aprender a actuar en el presente y poder escribir un futuro distinto.
Cada día aumenta el número de personas que, profesando la fe en Jesús y siguiendo su mensaje, se comprometen a no seguir por el camino más cómodo. Su conciencia y su coherencia les obligan a hablar y a no callar, y aunque las reflexiones sean amargas, sienten que no pueden ni deben edulcorarlas. Por honestidad y fidelidad a su conciencia no pueden seguir diciendo “sí y amén” a normas, cánones, dogmas, ritos y tradiciones.
Gracias al soplo del Espíritu, la fe madura y se va haciendo adulta. Y los adultos maduros ya no pueden ser manipulados y movidos por soplos humanos, como los niños. Aunque el soplo provenga de cabezas mitradas.
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