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martes, 28 de abril de 2020

DE JESÚS, PASANDO POR LA EUCARISTÍA, A LA VIDA COTIDIANA

Durante ocho días estaremos leyendo en nuestras celebraciones el capítulo 6 del Evangelio de Juan: el discurso del Pan de Vida de Jesús. Referencias: hacia atrás, Moisés y el Éxodo; hacia adelante: la celebraciones de la comunidad cristiana en torno a la Palabra y el Pan de Vida compartido. Tomo como pretexto esta lectura para tratar de sintetizar las ideas que voy rumiando en estos días; sigo preocupado por el sentido de nuestras Eucaristías. 

Tres momentos para la reflexión

1. La voluntad de Jesús: "Hagan esto en memoria mía". La pregunta es: ¿Qué nos manda Jesús que hagamos? ¿Repetir mecánicamente unas frases, unos gestos, un rito, como algo mágico? ¿O el ritual expresa y apunta a una realidad que no vemos con los ojos velados por la falta de fe? ¿Qué quiso decir Jesús? No puede entenderse su voluntad si no es en el contexto en que se expresa: una comida, la presencia del Maestro y los discípulos en plan de amistad, de inminencia de la muerte, de la voluntad de entrega y servicio de Jesús, aun sabiendo que sería entregado, negado y abandonado por los suyos. El que Juan, en su evangelio, sustituya el relato que todos conocemos por el lavatorio de los pies es altamente significativo, y siempre ha de estar presente al pensar la Eucaristía como deseo y mandato de Jesús, como lugar de encuentro y amistad, lugar de perdón y sanación, lugar de fraternidad y compromiso. 


2. Lo que hace la comunidad desde los inicios: reunirse, escuchar juntos la Escritura, compartir la mesa, manifestar la comunión, dar testimonio de servicio. Este es el rito que asumen los cristianos ("El sacramento de nuestra fe"): lo ven como voluntad de Jesús, expresión de comunión con él, testimonio existencial. Va cambiando en sus formas a lo largo de la historia, pero conservando lo esencial hasta el presente. Pero, siempre existe el riesgo de cosificar el Misterio que celebramos, misterio de amor y comunión. A menudo no nos reunimos "con", "en", sino "para"; como se dice "aplicar la misa" por determinadas intenciones. Utilitarismo: usar a Dios, aprovecharnos de él. ¿Dónde queda la gratuidad del encuentro? ¿Por qué se circunscribe todo a "comer la hostia", como si sólo en ese momento hubiera "comunión", y no en toda la celebración? 


3. Su interpretación: Es fundamental la interpretación que damos a lo que celebramos, el entender cómo se expresa y realiza el Misterio de nuestra fe. ¿Tienen valor esos ritos, símbolos, palabras, por sí mismos o son la expresión de algo más hondo, más alto, expresado por Jesús en aquella Última Cena ? Celebrar la Eucaristía implica,en definitiva, "vivir eucarísticamente". Creo que con demasiada frecuencia nos quedamos en las formas y no vamos a la vida, que es lo más importante. Nuestras Eucaristías no pueden estar al borde del camino, sino ser camino ellas mismas, expresión de vida.


Lo expresa cabalmente Lucas en su relato de los discípulos de Emaús: Jesús no está en un lugar distinto de la misma vida. Es en medio de ella donde cobra sentido la Eucaristía: la Palabra y el Pan de Vida se convierten en fraternidad, testimonio y solidaridad, o no son el camino, la voluntad, de Jesús. ¿Cómo hacer que nuestras celebraciones sean verdadera expresión de lo que vivimos y, al mismo tiempo, alimenten la vida nueva que vivimos en Cristo? ¿Cómo librarnos de esas "misas" que parecen, al menos en el lenguaje que usamos, manipular a Dios a nuestro antojo, usarlo para tapar nuestros agujeros, o tranquilizar nuestra conciencia?


He pensado y sigo pensando estos temas, porque creo que la Eucaristía es la expresión cabal de lo que significa ser cristiano y ser Iglesia; mientras nos quedemos en lo exterior y no busquemos dentro del Misterio que celebramos, seguirán siendo ritos religiosos que la gente usa con superstición, pero mira también con escepticismo. Lugares, expresiones, personajes, vinculados a unos rituales que buena parte del mundo relaciona con el pasado y no con el futuro y con la Vida

Fray Manuel de Jesús, ocd.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.