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lunes, 9 de diciembre de 2024

LA ÚLTIMA ETAPA DEL VIAJE A GETSEMANÍ

 

"Bajé al andén de la estación de Louisville, y salí a las calles con un sentimiento de triunfo, rememorando la vez que antes había venido por aquí, la Pascua anterior. Era tan feliz y estaba tan eufórico que no miraba adónde iba y entré en la sala de espera equivocada, cuyas sombras, llenas de hombres negros, se mostraba algo tirantes de resentimiento. Salí apresurado, con excusas. 

 El autobús de Bardstown estaba casi lleno; encontré un asiento algo destrozado y emprendimos la marcha hacia el campo invernal, la última etapa de mi viaje por el desierto.

 

Cuando finalmente me apeé en Bardstown, me halle al otro lado del camino, frente a un puesto de gasolina. La calle estaba vacía, como si todos estuvieran durmiendo. Pero enseguida vi a un hombre en el puesto de gasolina. Me acerqué y pregunté dónde podría encontrar a alguien que me condujera a Getsemaní. Al momento se puso el sombrero, puso en marcha su coche y abandonamos la ciudad por un camino recto, a través de un terreno llano de campos vacíos. No era el paisaje de Getsemaní. No pude orientarme hasta que aparecieron unas colinas bajas, melladas y boscosas, a la izquierda del camino, y dimos una vuelta que nos llevó a un terreno ondulante y arbolado.

 Entonces vi aquel alto capitel familiar.

 Toqué la campanilla de la puerta. Sonó una nota apagada, sorda, dentro del patio vacío. El conductor subió a su coche y partió. Nadie venía. Pude oír a alguien que se movía dentro de la casa. No llamé de nuevo. Enseguida se abrió la ventana y el hermano Matthew asomó entre los barrotes, con sus ojos claros y barba grisácea.

-¡Hola, hermano!- dijo. Me reconoció, miró la maleta y agregó-: ¿Esta vez ha venido para quedarse?

-¡Sí, hermano, si usted quiere rezar por mí! -dije.

 El hermano asintió con la cabeza y levantó su mano para cerrar la ventana.

 -Eso es lo que he hecho -dijo-, rezar por usted".


Thomas Merton

La montaña de los siete círculos

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.