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viernes, 3 de mayo de 2013

VER Y APRECIAR LAS COSAS CREADAS

"No es cierto que los santos y grandes contemplativos no se fijaran en las cosas creadas y no comprendieran ni apreciaran el mundo y sus escenas y sonidos y la gente que vive en él. ¿Crees que su amor a Dios era compatible con el odio a las cosas que lo reflejaban y hablaban de Él en todas partes?
Dirás que debían de estar absortos en Dios y no tenían ojos para ver nada que no fuera Él. ¿Crees que iban por el inundo con rostros de piedra y no escuchaban las voces de los hombres que les hablaban ni comprendían las alegrías y tristezas de los que estaban en
torno suyo?
Por estar los santos absortos en Dios eran verdaderamente capaces de ver y apreciar las cosas creadas; porque amaban a Dios solo, sólo ellos amaban a todos.
¿Crees que un santo tiene que excusar su interés en las cosas creadas dando traspiés en su lenguaje para introducir un montón de observaciones convencionales e insípidas acerca de Dios cada vez que habla o piensa acerca del mundo y de lo que hay en él? Un
santo es capaz de hablar del mundo sin ninguna explícita referencia a Dios, de tal modo que sus afirmaciones den mayor gloria a Dios y despierten mayor amor a Dios que las observaciones de alguien menos santo, que tenga que esforzarse por establecer una
arbitraria relación entre las criaturas y Dios mediante gastadas analogías y metáforas, tan débiles que hacen pensar que algo le pasa a la religión.
Los santos saben que el mundo y todo lo hecho por Dios es bueno, mientras que los que no lo son, o creen que las cosas creadas son impías o no se preocupan por la cuestión en ningún sentido, porque sólo se interesan por si mismos. Los ojos del santo hacen santa toda belleza, y las manos del santo consagran todo lo que tocan a la gloria de Dios, y el santo no se ofende nunca por nada ni juzga el pecado de nadie, porque no conoce el pecado. Conoce la misericordia de Dios y está en la tierra para traer esa misericordia a todos los hombres".

Thomas MERTON
"Semillas de Contemplación"

2 comentarios:

Sol dijo...

No sabría si el que ama está absorto en quien ama, o si está alerta para econtrarlo en todo lo que percibe.

anamaría hurtado dijo...

Esta agudeza de Merton es demoledora. El presentarnos la santidad como una condición nada convencional, lejos de toda infatuación, nos hace comenzar a hacernos preguntas nuevas, como la que se hace Sol, nos hace intentar acercarnos a la experiencia de santidad sin falsos boatos, bajar de los altares hasta la cercanía de la yerba y aun allí hallar a Dios y temblar perplejo ante el misterio de ese Amor.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.