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sábado, 17 de septiembre de 2011

EL SIGNO DE JONÁS.

Siempre vuelvo a la lectura de “El signo de Jonás”, el libro más conocido de TM luego de su autobiografía, “La montaña de los siete círculos”; también para mí fue una gran alegría verlo reeditado en 2007 por Desclée de Brouwer, pues la edición de que disponía era bastante vieja, de tapa dura de color verde claro, y páginas muy amarillas. No obstante disponer de la nueva y tenerla toda subrayada y señalada, conservo aquella con especial cariño, porque en ella me introduje en el especial mundo de Merton, sus luchas y sus búsquedas, que tanta claridad espiritual trajeron a mi propia vida.
En la última edición del SJ aparece una breve pero rica presentación de Francisco R. de Pascual, gran conocedor de TM; de ella tomamos algunas ideas para adentrarnos en el libro. Con el paso del tiempo la vida y la obra de TM han sido más y mejor conocidas; sus numerosos lectores han dado paso también numerosos estudios y nuevas ediciones, sobre todo el lengua inglesa. Sigo esperando ansiosamente la edición en español de “The Thomas Merton Enciclopedia”, en preparación desde hace varios años; ella contribuirá a un mejor conocimiento del pensamiento mertoniano, pues aun con la multiplicación en los últimos diez años de nuevas reediciones de sus obras muchas personas dentro del ámbito católico miran con suspicacia al monje trapense, e incluso le tachan de tradicionalista y conservador, a la par que otros le tildan de liberal y alejado del pensamiento oficial de la Iglesia.
Con el SJ Merton introduce una nueva dimensión en la literatura espiritual autobiográfica, fusionando el discurso religioso con un lenguaje experiencial, más comprensible al lector común, no iniciado en la jerga eclesial. Válidamente apunta De Pascual, que ello es un muestra de cuán lejos se hallan todos los patrones o sistemas de la singularidad misteriosa de la persona humana. En este libro TM pone al lector en el ámbito mismo del claustro trapense y le hace partícipe de sus búsquedas, dudas y hallazgos espirituales, con buen gusto además, y gran sentido del humor. Merton ofrece una obra llena de buena espiritualidad, sin dejar de ser fiel a sus propias circunstancias concretas, individuales e históricas, tanto en sentido personal como comunitario.
A partir de la fecha en que se publica el libro, 1952, parece producirse un cambio de contexto teológico en la vida de TM; así apunta el comentario que seguimos:
1. Evolución desde la dicotomía de lo natural-sobrenatural de sus primeros escritos, hasta alcanzar la sabía intuición de que el verdadero equilibrio personal no se logra sino a través de la depuración en el crisol de la noche oscura, por medio de la lucha espiritual.
2. Exigencia de una sana autonomía psicológica para poder realizar lo anterior, requisito indispensable para la entrega definitiva a Dios y a los demás.
3. Expone su intuición de que el problema del yo nunca estará completamente resuelto para quien permanece vivo, abierto a la experiencia y dando testimonio escrito de lo vivido.

TM vive su personal aventura espiritual, asumiendo toda la rica tradición que le precedía, al mismo tiempo que aporta su vivencia propia y su singularidad; no ofrece respuestas definitivas ni propone dogmas espirituales, sino que busca y nos hace partícipes de ese proceso, nos comparte sus descubrimientos, llevándonos hasta el mismo vientre de la ballena, ese lugar donde no deseamos estar, pero donde a menudo la vida nos lleva. El magisterio espiritual de TM es un magisterio de libertad: no hay respuestas dadas, sino una clara invitación a vivir y a buscar lo propio como parte indispensable del camino eclesial o comunitario.
Vuelvo a citar un texto de Merton en el prólogo de este libro, que él titula “Viaje a Nínive”: “Me he propuesto exponer mis ideas con mis propias palabras, evitando toda terminología técnica. He querido trasmitir algo de lo que son los pensamientos y la vida espiritual de un monje, no con el lenguaje de la especulación, sino basándome en mi experiencia personal. Esto resulta siempre un tanto arriesgado, porque significa dejar el camino fácil y seguro de una terminología aceptada, para viajar por los caminos poco frecuentados de la poesía y la intuición. Al escribir Ascenso a la Verdad descubrí que el lenguaje técnico, aunque universal, preciso y aprobado por los teólogos, no es comprensible para el hombre corriente, y no trasmite lo que hay de más vital y personal en la experiencia religiosa. Como mi centro de interés no son los dogmas como tales, y sólo estudio sus repercusiones en la vida de un alma cuando en ella comienzan a encontrar su realización concreta, espero merecer perdón si empleo mis propias palabras para hablar de mi propia alma” (27).
Gracias a este propósito de Merton podemos disfrutar y aprovechar esta obra personalísima, en la que su autor se siente identificado con las luchas del profeta Jonás, mientras viaja hacia su destino en el vientre de una paradoja.
(Continuará...)

1 comentario:

San dijo...

Siempre que me he acercado a este libro me ha parecido que tiene abundantes semillas de luz, muy útiles para el camino de cualquier buscador espiritual. En sus páginas podemos bucear en la vida interior de este singular, y complejo también, ser humano. Un diario monástico diferente que nos transmite, libre de los tecnicismos teológicos y los episodios habituales al uso, la experiencia vivida entre 1946 y 1952 por un monje diferente: Thomas Merton en Getsemaní. Creo que la suya es una espiritualidad que se alimenta de un Dios que sólo quiere una humanidad más justa y feliz, más humana en definitiva. Una espiritualidad así (no importan los nombres) es la que hace el bien, la que puede sanar dolores y miedos.
Por otra parte, pensando en lo del “vientre de la paradoja”, creo que todos estamos ahí: en el gran vientre de la paradoja que, en muchos momentos y situaciones, es el mundo, la vida…incluso nosotros mismos.
Y ya que “estamos puestos” en la paradoja, transcribo unas cuantas que invitar a practicar algún ejercicio reflexivo:
“El corazón tiene razones que la razón no tiene” (Pascal)
“Lo esencial es invisible a los ojos. Sólo se ve con el corazón” (El Principito)
“Si deseas que alguien te ayude en un trabajo, pídeselo a quien esté ocupado; el que está sin hacer nada te dirá que no tiene tiempo” (Anónimo popular)
“Era un hombre tan pobre, tan pobre, tan pobre, que lo único que tenía era dinero” (Anónimo popular)
“No llega antes el que va más rápido, sino el que sabe dónde va” (Séneca)
“Mientras que objetivamente estamos mejor que nunca, subjetivamente nos encontramos profundamente insatisfechos” (José Antonio Marina)
“El hombre busca respuestas y encuentra preguntas” (Desconocido)
“El silencio es el grito más fuerte” (Shopenhauer)
“Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos” (Shakespeare)
“La risa es una cosa demasiado seria” (Groucho Marx)
“La mejor improvisación es la adecuadamente preparada” (Desconocido)

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.