Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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viernes, 23 de septiembre de 2011
MEMORIA EN SEPTIEMBRE
Ayer, 21 de septiembre, fue aniversario de la muerte de Henri Nouwen: no le conocí personalmente, pero es igual, pues sus libros me han acompañado a lo largo de muchos años, y conozco casi todos los detalles importantes de su vida; a menudo pienso en Henri, en su vida y sus luchas personales, en lo que han significado para mi propia búsqueda personal, y en la verdad importantísima que me enseñó y me sigue recordando día tras día.
Luego hay nombres que evocan un momento particular de mi historia vital: Héctor, Juan Pablo, Yobel, José Enrique, Frank, Ángel; amigos que están o que estuvieron, que ofrecieron su mano o compartieron un tramo del camino; algunos luego desaparecieron, no he vuelto a saber de ellos, otros llaman cada cierto tiempo para dejar constancia de un afecto que no pasa. A pesar de todo y todos, la amistad es un regalo valiosísimo que enriquece y ennoblece lo que somos.
Y luego, están los que nos precedieron, en los que también se esconde parte del misterio de lo que somos: mis dos abuelas, Mary y Nena, y mi abuelo Francisco, al que todos llamábamos “Chicho”. En los últimos años he sentido la necesidad de saber más sobre ellos, sobre su vida, sus deseos, sus dudas, pero se hace difícil; presiento que si les hubiera conocido mejor, entendería mejor mis propios misterios.
Un 8 de septiembre de 1990 comencé el noviciado en el convento de los PP. Carmelitas Descalzos en la Habana, y un 11 de septiembre de 1995 recibí la ordenación sacerdotal en la Catedral habanera; el 17 de septiembre de 1998 llegué por primera vez a España para vivir durante un año en la ciudad de Ávila, conociendo en profundidad a Teresa y a Juan de la Cruz; y también un 14 de septiembre del 2004 comencé a trabajar en l parroquia de Santa Cruz del Norte, labor que desempeñé durante un año. Septiembre ha sido un mes importante para mí.
Y el último día de septiembre, además de ser aniversario de la muerte de Teresa de Lisieux, otra buena compañera de camino, es el cumpleaños de un amigo especial, con el que me siguen uniendo sentimientos encontrados y complejos, pero al que indudablemente llevo siempre en el corazón.
Al levantarme esta mañana tuve deseos de compartir con los amigos y amigas del blog algo más personal, cosa que solía hacer con más frecuencia en el otro blog, el de Teresa, que ahora ya no está; llevo tres meses viviendo en la ciudad de Matanzas, en una especie de “retiro”: soledad, lecturas, paseos, reflexión. Vienen cambios importantes en mi sendero personal y, mientras miro agradecido lo que quedó atrás, estoy oteando el horizonte en busca de una “nueva tierra” espiritual en la que habitar.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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1 comentario:
Una reflexión hermosa sobre el tiempo vivo en la memoria, Manuel. Se nota en ella tu alma de poeta. Hasta yo diría que te haces espejo del estilo mertoniano: intimista, cálido, humano…
La memoria viaja, acorta distancias, acerca nombres, abraza noches, rescata palabras, dibuja recuerdos. Mi memoria, por ejemplo, se detiene, le da una canción y hace un discurso (…suena Silvio) para el comienzo de este mes de septiembre.
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