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sábado, 6 de abril de 2013

DUDA NO QUIERE DECIR FALTA DE FE

"La fe no tiene nada que ver con la certeza lógica que supone la geometría euclidiana. Dios no es la conclusión de un proceso de razonamiento. Tampoco es la solución de un problema matemático. Creer en Dios no quiere decir que aceptemos la responsabilidad de su existencia porque esta nos haya sido probada por algún argumento teórico. Creer en Dios es poner nuestra confianza en alguien que conocemos y que amamos. Tener fe no es suponer que algo es cierto. Tener fe es tener la certeza de que alguien está presente.
 La fe no es una certeza lógica. Es una relación personal, en el estado latente rudimentario de cada uno de nosotros. Necesita crecer continuamente. Puede coexistir con la duda, porque fe y duda no se excluyen. Por la gracia de Dios, algunos mantendrán toda su vida su fe infantil, que les permite aceptar todo lo que se les presenta. Sin embargo, en el momento actual, esta actitud es impensable. Sepamos hacer nuestro este grito:  Senor, yo creo, pero ayuda mi falta de fe! (Marcos 9, 24), que se convertirá para muchos de nosotros en oración constante hasta las puertas de la muerte. Sin embargo, duda no quiere decir falta de fe. Dudar puede querer decir, incluso, lo contrario: que nuestra fe está muy viva, que está creciendo. La fe no es sinónimo de contentamiento fácil; tener fe es asumir riesgos, no cerrarnos a lo desconocido, sino afrontarlo resueltamente. Cualquier cristiano puede hacer suyas estas palabras: "El acto de fe es un diálogo constante con la duda" (J.A. T. Robinson).
 Como dice Thomas MERTON: "La fe es una fuente de preguntas y combates, antes de convertirse en una fuente de certeza y de paz".
La fe se transforma, entonces, en una relación personal con Dios. Una relación incompleta, vacilante, pero real. La fe es conocer a Dios no como una teoría ni como un principio abstracto, sino como persona. Conocer a una persona es algo muy distinto a conocer solamente algunos hechos que le conciernen. Conocer a una persona es, esencialmente, amarla".

Kallistos WARE
"El Dios del misterio y la oración"
NARCEA, 1997

2 comentarios:

Sol dijo...



Muy estimulante esta entrada para el diario vivir en la fe.
Podemos decir, "Señor, yo amo, pero ayuda mi falta de amor"

Candela dijo...

En momentos de dudas es cuando la balnza de la Fe se tambalea más hacia la oscuridad . Pido en mis oraciones que Dios nunca me deje en la penumbra y si veo un rayo de su Luz , que me ayude a canalizarlo para poder seguir su rastro sin ninguna duda , sino llena de Fe.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.