Maurice Blondel, filósofo católico francés, fue el iniciador de un nuevo enfoque de la relación entre la fe cristiana y la existencia humana. Fue un agudo crítico del método escolástico dominante en la filosofía y teología católica, por lo que fue mirado con suspicacia, y catalogado como un pensador sospechoso de "modernismo". Como laico y filósofo, Blondel trabajaba un poco al margen de ese movimiento, y por ello escapó a la condena que entonces se abatió sobre muchos pensadores. Con el tiempo sus ideas hallaron una acogida significativa por parte de Karl Rahner y otros importantes teólogos que reformaron la conciencia religiosa de la Iglesia en el Vaticano II.
La mayor preocupación de Blondel fue lo que él llamó "trascendentalismo" de la apologética católica. La Iglesia tendía a presentar la Revelación como el anuncio por parte de Dios de un conjunto de verdades "celestiales". El principal método apologético de la Iglesia consistía en establecer el origen divino de esta Revelación, certificada por milagros tales como la resurrección de Cristo. Así, la credibilidad de la Revelación dependía enteramente de su origen divino antes de que su contenido actual o su importancia intrínseca para la existencia humana.
Blondel disentía agudamente de este enfoque. La verdadera definición de la verdad salvadora, creía él, debía corresponder a preguntas y anhelos arraigados en el corazón de los hombres. Así, en vez de "trascendentalismo", propuso un "método de inmanencia". Era este un esfuerzo por mostrar de qué manera la lógica de la propia existencia humana apuntaba a la presencia de los trascendente de la vida humana.
Este método fue el centro de la tesis de Blondel y de su obra mayor, titulada "La acción". Entendía por acción toda la gama de deseos, elecciones y acciones a través de los cuales los seres humanos afirman y determinan su identidad en la historia. Blondel creía que en cada una de nuestras acciones hay, implícita, una referencia a la realidad infinita y absoluta en la que se basa nuestra experiencia. Nuestras vida se caracterizan por la elección, ya sea para abrirnos a la experiencia del Dios infinito o para encerrarnos en nosotros mismos. Esta elección se ofrece a todos los seres humanos, en la persona de Jesús.
Para Blondel, el cristianismo no consiste en un mensaje extranjero y extrínseco, sino en la Buena Nueva, que se halla en consonancia con el significado de nuestra más profunda experiencia.
Los argumentos de Blondel llevaban implícitas repercusiones más amplias. Insinuaban que la fe no concernía simplemente a algún aspecto de la vida especialmente "religioso", sino que se refería a una dimensión de toda la experiencia humana. Sugería que la Revelación no era una comunicación de "verdades divinas" sino una autorrevelación de Dios y una invitación a participar en la vida divina. La obra de Blondel proponía que la gracia y la salvación no se hallaban limitadas a la Iglesia, sino disponibles en todo lugar.
Mucho del pensamiento de este filósofo quedó reflejado en los documentos del Vaticano II, por lo que merece ser reconocido como uno de los pensadores católicos más importantes del siglo XX.
Para 1927 Blondel se había quedado prácticamente ciego, finalizando así su carrera como profesor, pero durante los siguientes 20 años siguió dictando su pensamiento, recogido en diez grandes volúmenes. Asistí regularmente a misa durante toda su vida, y en 1945 recibió una carta de Pio XII, felicitándole por toda su obra. Al morir, en su funeral, dijo de Blondel el arzobispo de Aix: "Al verle comprendí lo que significa estar en la Iglesia".
(Notas sacadas de "Todos los santos", de Robert Ellsberg)
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