MERTON: UN HOMBRE PARA TODOS
En estos días he vuelto a repasar un pequeño libro que me traje de mi estancia en Madrid, de los que encontré en la biblioteca de la
universidad; me refiero a “Un retiro
espiritual con Thomas Merton” del monje trapense M. Basil Pennington (Estaciones Editorial, Argentina 1994, aunque
el texto original, en inglés, data de 1988). En próximas entradas del blog les
compartiré algunos pasajes breves que pueden servir para una mejor comprensión
de la persona y el espíritu de Merton. El libro lo escribió el autor mientras
realizaba un retiro en la ermita de Merton en Getsemaní, los primeros ocho días
del mes de diciembre.
“De tanto en tanto, en su amor benevolente, Dios deposita
entre nosotros un ser humano cuyo modo de ser renueva la esperanza en nuestras
vidas y expande nuestra visión. Thomas Merton, el Padre Louis de Getsemaní, fue
uno de ellos. Habló, y sigue haciéndolo, al corazón de muchos hombres y
mujeres, de diversos aspectos y orígenes. Más que ningún otro que yo haya
conocido, Merton fue un hombre para todos;
extraordinariamente consciente de que en cierto modo su vida no le era propia,
aun cuando vivió con coraje excepcional la verdad única de su propio ser
interior.
Mis contactos
personales con Tom fueron limitados. Como monjes, nunca tuvimos demasiadas
oportunidades de viajar y encontrarnos. En los primeros tiempos, incluso la
correspondencia estaba estrictamente limitada. Más tarde esto cambió. No
obstante, el Padre Flavian, un monje que de joven estuvo bajo la tutela de
Merton y luego fue su confesor y abad, considera que en realidad podemos
conocer mejor a Tom a través de sus escritos de lo que hubiera sido posible por
contacto personal. Verdaderamente nos dejó una rica herencia literaria. De todos
sus textos quizá sean sus cartas, tan espontáneas y abarcadoras, las que con
más claridad lo revelan. Si bien siempre encuentro más material en sus
escritos, tanto publicados como inéditos, las grabaciones de sus charlas a los
novicios de su comunidad me han proporcionado un sentimiento más cercano del
hombre: su bellísimo humor, su profunda humanidad, el vívido sentimiento de lo
divino en todas las cosas. A este hombre centrado, en el centro del
universo, nada le era desconocido. Las grabaciones, más que los escritos, me
permitieron saber que Tom está vivo aun en el Señor y continúa hablándonos en
lenguaje viviente”.
Ser parte de todo...
¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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